Laurentino Cortizo ondea la bandera de Panamá durante el cierre de su campaña/GETTY

Panamá tras las elecciones

Mariela Sagel
 |  7 de mayo de 2019

El 5 de mayo se celebraron las elecciones generales de Panamá para elegir presidente, 71 diputados, 81 alcaldes y 679 representantes de corregimientos. En el país del istmo no hay segunda vuelta presidencial. En esta elección han cambiado las reglas del juego y eso ha desajustado la forma de hacer campaña.

En primera instancia, se acortó el período de proselitismo a solamente dos meses. Antes no había restricciones, solo lo que representaba la veda electoral de los dos días previos a las votaciones. También se modificó la publicación de encuestas aprobadas por el Tribunal Electoral y, finalmente, participaron por primera vez tres candidatos independientes que se posicionaron –dos de ellos— en muy buen lugar (uno incluso por encima del candidato oficialista).

La participación alcanzó el 72% del padrón electoral, una cifra menor de la correspondiente a la última votación, hace 5 años. El ganador a la presidencia con el 33% del sufragio fue el candidato de Partido Revolucionario Democrático (PRD), Laurentino Cortizo, un político de 66 años que ha sido diputado, ministro y está vinculado a la industria agropecuaria en sus negocios familiares.

Le disputó por muy poco (31%) la posición ganadora Rómulo Roux, abanderado del partido Cambio Democrático (CD), fundado por Ricardo Martinelli, presidente entre 2009 y 2014 y preso desde hace dos años (primero en Miami y ahora en Panamá). Roux es un abogado de clase alta, vinculado a uno de los más importantes bufetes del país. Es el representante de un partido que se conoce por sus pocos escrúpulos y por estar involucrado en graves actos de corrupción. No obstante, cuando gobernó puso a circular dinero en el país a través de obras con contratos llave en mano que, aunque endeudaron mucho al erario público, hicieron que la población los percibiera como que “robaron, pero hicieron”.

El fenómeno que más sorprendió en estas elecciones de Panamá fue el del candidato independiente Ricardo Lombana, un joven abogado que, sin partido político, logró el tercer lugar (casi 20%), por encima del abanderado oficialista y actual alcalde de la ciudad capital. Lombana experimentó un caso similar al del cantante Rubén Blades en 1994, ya que trajo aire fresco, liderando un movimiento que atrajo a la población de clase media alta. La diferencia con Blades es que éste tenía un partido y logró sacar seis diputados. De haber ganado Lombana, en apenas dos meses tendría una crisis mayúscula porque no hubiera podido alcanzar la gobernabilidad y se hubiera tenido que someter a la voluntad de los diputados y el resto de las fuerzas políticas. Queda claro que estas elecciones han representado una puesta a punto para Ricardo Lombana que, si forma un partido, tiene futuro para las próximas elecciones.

Del resto de los candidatos destaca que el candidato oficialista solo obtuvo el 10% de los votos emitidos, reflejando el estrepitoso fracaso del actual gobierno y de su partido. También que la única mujer que estuvo entre las siete candidaturas presidenciales, Ana Matilde Gómez, a quien le retiraron la financiación privada las élites económicas para dársela a Lombana, obtuvo un 4% de votos y que el abanderado del Frente Amplio por la Democracia (FAD), el único partido con ideología de izquierda, apenas el 0,6%. El gran perdedor fue el independiente Marco Ameglio, que llegó después de Saúl Méndez (FAD). Su candidatura fue un capricho de niño rico.

Los últimos mensajes que dieron los candidatos, especialmente en sus cierres, fueron muy sintomáticos de cómo se manejan en política. Mientras que Cortizo se abstuvo de atacar a sus rivales políticos en un cierre de campaña vibrante, Roux acusó al actual presidente Juan Carlos Varela (su primo, además) por supuestamente estar en alianza con Cortizo. El discurso fue deplorable, muestra de cierta desesperación, aunque le funcionó para conseguir votos.

 

Elección de diputados

En cuanto a los diputados, la campaña de #NoALaReelección caló bastante y los más funestos personajes que ocupaban un escaño en la Asamblea Nacional no fueron reelegidos en Panamá. Destaca el caso del hermano del presidente Varela, José Luis y el del presidente del PRD, Benicio Robinson. También hay otros hechos que han sido determinantes para los resultados: el Partido Popular, antes Demócrata Cristiano, no logró ni un escaño en la Asamblea Nacional, lo que lo extingue. Su estrategia de aliarse con el partido Panameñista (en el poder) lo hundió. Existía una tendencia dentro del Partido Popular para que se aliaran con el PRD, pero según fuentes bien informadas, corrió mucho dinero para que los delegados aprobaran adherirse al Panameñismo. Esto se tradujo en apoyos económicos para campañas que no llegaron a triunfar.

El fenómeno Martinelli le dio impulso a la candidatura de Roux al victimizarlo, ya que el expresidente estaba postulado para alcalde y diputado, pero una semana antes de la votación el Tribunal Electoral falló en contra (2 a 1) y le prohibió ser candidato al no haber residido en su circunscripción en los últimos dos años (ha estado preso desde 2017). En cualquier caso, esta situación no se tradujo en votos para su suplente. Sergio Gálvez solo obtuvo el 30% de los apoyos para la alcaldía capital, dejando el paso libre al candidato del PRD, José Luis Fábrega.

Todo parece indicar que los próximos cinco años Panamá estará gobernada por el PRD. Aunque Cortizo no ganó con una gran mayoría, cuenta con una asamblea con mayoría de diputados, así como con alcalde capitalino de su partido. Va a tener que demostrar que el eslogan “cuando el PRD gobierna, a la gente le va mejor” es cierto y estando el país como está, la tarea va a ser titánica. Deberá hacer infinidad de ajustes y sopesar muy bien la prioridad que le va a dar a los sectores abandonados por los dos anteriores gobernantes, como salud, educación y agricultura. Ordenar la casa en cuanto a las contrataciones con empresas señaladas como corruptas (Panamá es uno de los países donde más contratos ha tenido la empresa brasileña Odebrecht y tres gestiones de gobierno están señaladas de recibir coimas por la adjudicación de obras), hacer una reingeniería en el nombramiento de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, los miembros de la junta directiva del Canal de Panamá y muchos otros asuntos que han sido maltratados por los dos últimos gobiernos. Y, sobre todo, trazar estrategias para bajar la enorme desigualdad que existe en una de las economías que más crece en América Latina.

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