#PolExt160: Después de Ruanda

 |  15 de julio de 2014

“Ningún vencido tiene justicia, si lo ha de juzgar su vencedor”, afirmaba Francisco de Quevedo en pleno siglo de Hierro. Hoy, ningún país ejemplifica mejor que Ruanda los problemas de la justicia transicional, la que trata de conciliar la obligación de rendir cuentas con la necesidad de reconciliación. Nada hay más traumático para una sociedad que una parte de ella trate de exterminar a otra por motivos de raza, etnia, religión… Los genocidios son difíciles de digerir. #PolExt160 analiza los dilemas asociados a las grandes catástrofes humanas: de la justicia de los vencedores a la Responsabilidad de Proteger, pasando por la Justicia Universal, ahora que se cumplen 20 años del genocidio ruandés.

Tras el Holocausto perpetrado por los nazis, los juicios de Núremberg establecieron un modelo de justicia posconflicto centrado en la acusación ejemplar de unos cuantos escogidos. En Ruanda, sin embargo, el gobierno de Paul Kagame, en vez de centrase en unos cuantos sospechosos relevantes, detuvo a más de 100.000 personas, en la mayoría de los casos con pocas pruebas o ninguna. Posteriormente, decidió someter a juicio a buena parte de la población hutu mediante un sistema de tribunales comunitarios. Operativos entre 2005 y 2012, por ellos pasaron 1,8 millones de casos en los que estaban implicados más de un millón de sospechosos. Dos tercios de esos casos estaban relacionados con delitos contra la propiedad.

El gobierno de Kagame sostenía que la participación masiva en el genocidio exigía una justicia masiva. También argumentaba que la máxima rendición de cuentas reconciliaría a los ruandeses. Como explica Lars Waldorf, de la Universidad de York, en este artículo en abierto en #PolExt160, este planteamiento da la vuelta al discurso típico de la reconciliación: “Mientras que esta se había empleado con frecuencia para justificar amnistías y comisiones de la verdad (como en Suráfrica), Ruanda la utilizaba ahora para justificar procesos legales en masa”, apunta Waldorf.

Esta justicia masiva (de los vencedores), ha dificultado la reconciliación en el país, señala Waldorf. En el plano internacional, surgen preguntas inquietantes: ¿hemos aprendido las lecciones de esta tragedia? ¿Podría repetirse Ruanda? ¿Por qué se interviene en Libia y no en Siria? Las llamadas intervenciones humanitarias para frenar graves violaciones de los derechos humanos continúan, 20 años después de Ruanda, siendo muy polémicas. La doctrina de la Responsabilidad de Proteger (R2P) no genera consenso internacional, además de estar rodeada de una gran confusión conceptual. “Me temo que ante un nuevo genocidio en Ruanda como el de 1994, la R2P no abriría la puerta a una respuesta distinta a la que (no) ofreció la comunidad internacional ese año”, confiesa Felipe Gómez Isa, de la Universidad de Deusto, en Política Exterior.

El concepto de justicia universal se enfrenta desafíos similares. En España, por ejemplo, la última modificación legislativa en esta materia “pretende certificar la defunción de la aplicación de este principio en España, aunque no parece que esté consiguiendo sus ansiados propósitos”, afirma Manuel Ollé Sesé, de la Universidad Complutense.

 

Escenarios clave: de Turquía a Brasil

Por primera vez, los turcos elegirán a su presidente  por sufragio popular. Recep Tayyip Erdogan abre un nuevo periodo político en medio de protestas por la corrupción y el autoritarismo. Galip Dalay, investigador de la SETA, se pregunta si Turquía busca nuevo presidente o nuevo sistema. Alev Scott, colaborador en The Guardian, por su parte, analiza la escena política turca, propensa a los cambios repentinos y dramáticos, a raíz del movimiento de protesta que surgió en 2013 alrededor del parque Gezi y que hoy denuncia la corrupción, las limitaciones a la libertad de expresión y el creciente autoritarismo del gobierno.

En Brasil, aún con la resaca del Mundial de Fútbol, los ciudadanos vuelven a una realidad con menos purpurina. Como explica Marcel Fortuna Biato, diplomático brasileño, la euforia por el ciclo de prosperidad de los últimos años se ha disipado dando paso a una sociedad más madura y exigente con sus dirigentes. Las masivas protestas ciudadanas marcarán la campaña de las elecciones presidenciales del próximo octubre.

Y además, #PolExt160 se ocupa del regreso de un general al poder en Egipto, del debate español sobre la crisis de Ucrania –que revela profundas divisiones sobre el mejor modo de tratar a Moscú–, de los grandes museos y la diplomacia cultural. Reseñamos asimismo uno de los fenómenos del año, Le Capital au XXIe siècle, de Thomas Piketty. El reparto de la riqueza y la desigualdad han ocupado el centro del debate económico y político, y Piketty es en gran medida el causante de esta sacudida intelectual al capitalismo del siglo XXI.

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