POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 17

Necesidades energéticas de un mundo en progreso

Alfonso Álvarez Miranda
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Ya nadie discute que la energía es un elemento fundamental e imprescindible para la vida de los pueblos. Disponer en todo momento de la cantidad suficiente de energía para alcanzar y conservar ese grado de desarrollo, bienestar y paz social que da estabilidad y confianza en el porvenir a un colectivo humano, constituye un objetivo obligado para los responsables de los países, cualquiera que sea su ideología política. Una sociedad no puede sentirse libre si su ración de energía –tan preciosa como el alimento– no está asegurada y más de una guerra se ha desencadenado o quizá aún pueda desencadenarse para conquistar una fuente energética. Libertad e independencia energética son dos términos difícilmente separables. En lenguaje llano, la energía es el camino que conduce a vivir más y vivir mejor.

Así se comprende que ella ocupe un lugar preferente en las preocupaciones de los gobernantes. Cuando en 1975 los rectores máximos de los siete países más desarrollados del mundo libre (Estados Unidos, Canadá, Japón, RFA, UK, Francia e Italia) acordaron reunirse sistemáticamente –y así lo han hecho– una vez al año para examinar los grandes problemas y tratar de coordinar sus respectivas actuaciones frente a ellos, la energía ocupó durante años un lugar preferente en los comunicados finales de aquellas sesiones.

En el correspondiente a la reunión de 1979, celebrada en Tokio, se lee: “Nuevas tecnologías en el campo energético constituyen la clave que permitirá al mundo, a largo plazo, librarse de la crisis de combustible.” Hay en este comunicado también una referencia expresa a la energía nuclear, señalando que “sin la expansión de la energía nuclear en los próximos decenios, el crecimiento económico y el aumento del empleo serán difíciles de alcanzar”, palabras que adquieren su verdadero valor cuando se considera que fueron suscritas por los más altos líderes…

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