Retos de 2014

 |  27 de diciembre de 2013

¿Qué asignaturas pendientes nos deja 2013? La segunda parte de esta colección presenta retos políticos, económicos, y sociales que han quedado pendientes de resolución –y que, de no encauzarse, tendrán consecuencias graves.
7) La transición egipcia. El golpe de Estado del general Al-Sisi el pasado junio inauguró otro periodo de violencia e inestabilidad en Egipto. Resulta cada vez más evidente que las fuerzas armadas egipcias carecen de la voluntad política y la autoridad moral para llevar la transición a buen puerto. Se impone la realidad: los Hermanos Musulmanes constituyen el mayor partido político del país, por lo que su ilegalización condena a Egipto a la dictadura. El país no deja de ser un peso pesado en el mundo árabe, por lo que encauzar la transición es urgente –aunque, por desgracia, improbable a estas alturas.

6) El conflicto entre chiítas y sunitas en Oriente Medio. La guerra civil Siria desbordó hace tiempo las fronteras del país, desestabilizando a Líbano e implicando a las potencias vecinas. El apoyo de terceros países –o de grupos armados como Hezbolá– viene determinado por un estricto criterio religioso. Irán, principal potencia chiíta, desea mantener en el poder a la familia Assad, perteneciente a una secta de esta rama del Islam. Turquía, Qatar, y Arabia Saudí, mayoritariamente sunís, apoyan a rebeldes con las mismas afinidades religiosas. El tercero pretende impedir a toda costa la creación de un frente chiíta que se extienda de Irán a Líbano, pasando por Irak y Siria. La razón es que Arabia Saudí es una teocracia sunita, pero los chiítas son mayoría en las áreas del país con yacimientos petrolíferos. La guerra civil siria no es, como ha declarado de forma alarmista António Guterres, Alto Comisario de las Naciones Unidas para los Refugiados, el conflicto más peligroso desde la Segunda Guerra Mundial. Pero cada vez resulta más urgente evitar una Guerra de los Treinta Años musulmana, con Siria convertida en el campo de batalla que fue Alemania.

5) Las políticas expansivas de la Reserva Federal de Estados Unidos. No está claro cuánto debe durar la política de estímulos monetarios de la Fed, en vigor desde el inicio de la crisis financiera de 2008 y sello de su anterior presidente, Ben Bernanke. Janet Yellen, actualmente al frente de la institución, ha anunciado su voluntad de prolongarlas, si bien hay senadores que las definen ya como una “sobredosis de morfina”. No obstante, detener los estímulos pondría a prueba los cimientos de la frágil recuperación económica en Estados Unidos. ¿Está el sector privado preparado?  De momento, parecer ser que no.

4) Disputas territoriales entre China y sus vecinos. En el 100 aniversario de la Primera Guerra Mundial, no faltan analogías entre el poderío pujante del Imperio Alemán y el de China. Otras comparaciones son igual de dramáticas, encuadrando a China como la Atenas de las guerras del Peloponeso (y a EE UU como Esparta). Comparaciones más humildes de la disputa entre China y Japón por el archipiélago de las Senkakus (Diaoyu en China) incluyen el caso de las Falklands y la isla de Perejil. El caso es que un conflicto entre la segunda y la tercera potencia económica del mundo tendría consecuencias devastadoras a nivel global. Más aún en un entorno que de por sí es inestable: una guerra entre China y Japón podría detonar hostilidades entre las dos Coreas, y arrastraría a otros vecinos acosados por las presiones territoriales chinas, como Taiwán, Vietnam, y las Filipinas. Por encima de todo, podría involucrar a EE UU, cuyo Acuerdo de Defensa Mutua con Japón incluye las Senkakus. De nuevo, conviene que los líderes mundiales mantengan presente las lecciones de 1914.

3) Solidaridad en la Zona euro. 2013 ha sido un mal año para los defensores de los recortes: al pinchazo del estudio de Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart, principal justificante de los recortes presupuestarios, hay que añadir una ofensiva contra la austeridad por parte de autores como Martin Wolf, Mark Blyth, David Stuckler, y Sanjay Basu. Estas críticas han hecho mella, como atestigua la decisión de la Comisión Europea de rebajar los objetivos de déficit público en 2013. Son medidas como ésta –y no el supuesto efecto de los recortes presupuestarios– las que dan un respiro a la maltrecha economía española. A pesar de lo cual continua sin existir un consenso para solucionar, a largo plazo, los problemas de la Zona euro. La crisis ha demostrado que su resolución requiere más Europa, pero también otra Europa: una que no esté dominada por intereses nacionales cortoplacistas. ¿Debe el Banco Central Europeo limitarse a contener la inflación, o también estimular el crecimiento? ¿Peca de tímida la futura unión bancaria? Y, por encima de todo, ¿Existe solidaridad entre países europeos como para apoyar más reformas, o incluso una futura federación europea? Solucionar la crisis en la Zona euro pasa por dar respuesta a estas preguntas.

2) El calentamiento global. Tema eterno e irresoluble, pero tal vez la vara de medir con que generaciones venideras juzguen a las actuales. De ser así, lo harán con dureza: el avance del cambio climático (y la incapacidad de coordinar una respuesta internacional para frenarlo) es aceptado con resignación. Nadie duda que la cuestión es difícil de resolver, pero sin duda merece mayor atención. La acogida de refugiados climáticos debiera recaer sobre aquellos países que ignoran de manera consistente el antiguo Protocolo de Kioto –entre ellos, España.

1) La desigualdad. La gran transformación es lectura obligada en 2014. En sus páginas, Karl Polanyi describe el “doble movimiento” que generó la revolución industrial durante la segunda mitad del Siglo XIX: de un lado, el auge de mercados desregulados que dominaron, y acto seguido destrozaron, todos los vínculos y lazos sociales que regían la época. De otro, la acción de Estados que, atendiendo a la presión popular en contra de un capitalismo desbocado, limitaron el radio de acción de los mercados a través del intervencionismo y el gasto social. El momento actual presenta un panorama similar, al darse transformaciones revolucionarias en las formas de organización social que generan tanto un progreso difícil de asimilar, como alienación y un enorme aumento de la desigualdad económica. Tarde o temprano tendrá lugar una reacción que complete el doble movimiento de Polanyi. Exhaustos los movimientos de protesta de 2011 (Occupy Wall Street, 15-M, y sucedáneos), la iniciativa, al menos en Europa, parece estar recayendo sobre la extrema derecha. De consolidarse esta tendencia continuaremos viviendo, como reza la maldición china, en tiempos interesantes.

 

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