Duma, durante los bombardeos del 7 de abril. GETTY

Riesgo de escalada militar en Siria

Sam Heller
 |  11 de abril de 2018

Después del supuesto ataque con armas químicas en Duma, un suburbio de Damasco en poder de los rebeldes, Estados Unidos y sus aliados están considerando responder en represalia con ataques contra el gobierno de Siria. En esta entrevista, el investigador principal de Crisis Group, Sam Heller, habla sobre el impacto del ataque en Duma y las consecuencias de una posible intervención liderada por EEUU.

 

¿Qué sabemos acerca del ataque con armas químicas del 7 de abril?

En la tarde del 7 de abril, el suburbio rebelde de Duma en Damasco fue objeto de un ataque con armas químicas. Según los primeros equipos de rescate que se acercaron a la zona [este es el comunicado de los Cascos Blancos], el ataque mató más de 42 vecinos refugiados en sus casas y afectó a más de 500. El ataque llegó cuando fuerzas gubernamentales bombardeaban la zona y las negociaciones para rendir la plaza se habían estancado.

Hasta el momento, ningún actor internacional ha dicho de manera definitiva o presentando evidencias concluyentes de que el régimen de Bachar el Asad sea responsable del ataque. No se puede acceder a Duma, rodeada por fuerzas gubernamentales, y muchos trabajadores sanitarios han abandonado el suburbio en desplazamientos organizados por el gobierno hacia otras zonas rebeldes en el norte de Siria. Activistas dentro de Duma han ofrecido vídeos y fotos del ataque, según alegan. La estadounidense American Medical Society, con base en Siria en apoyo de una red de médicos en Duma y otras partes del país, ha aportado más información, así como la Syrian Civil Defence, una organización de respuesta rápida con presencia en Duma y que recibe apoyo de gobiernos occidentales. El agente químico usado en el ataque no ha sido identificado de manera definitiva, pero el departamento de Estado de EEUU afirma que los síntomas de las víctimas apuntan a algún tipo de agente asfixiante y otro nervioso.

Aunque la falta de acceso dificulta la verificación inmediata, el uso de armas químicas casa con el historial del régimen sirio. El gobierno ha empleado contra bastiones rebeldes gas de cloro, con frecuencia, y gas sarín, menos frecuentemente, según documentan actores internacionales independientes como la misión conjunta de la ONU y la Comisión Independiente Internacional de Investigación en Siria, también de la ONU. Los ataques químicos casan con la estrategia más amplia del régimen de El Asad de atacar a combatientes y civiles por igual en zonas rebeldes. Mediante esta estrategia despiadada, estas zonas se vuelven muy peligrosas y en última instancia resulta imposible vivir en ellas, sin otra alternativa que el control gubernamental.

 

¿Cuáles son las consecuencias inmediatas sobre el terreno?

Este supuesto ataque viene después de que las negociaciones entre Rusia, aliada del gobierno sirio, y la facción rebelde local de Jaish al Islam llegasen a un callejón sin salida. Después del ataque, Jaish al Islam aceptó un trato por el que abandonaría Duma y sería transportada en autobuses a zonas del norte de Siria controladas por la oposición cuya integridad está garantizada por Turquía. Rusia afirma que hasta 8.000 combatientes y 40.000 civiles serán evacuados. El grupo rebelde también aceptó la liberación de cientos de cautivos civiles, muchos de ellos de la minoría alauita, prisioneros durante años. Su puesta en libertad sin riesgos ha sido clave para el gobierno sirio, que ha afirmado ante sus leales que “el Estado lo prometió y el Estado ha cumplido su promesa”.

Duma es todo lo que quedaba del enclave opositor en Guta Oriental, un viejo bastión rebelde a las puertas de la capital siria. Después de un sitio de años, en febrero el régimen y sus aliados lanzaron un asalto decisivo en Guta Oriental. Las fuerzas gubernamentales conquistaron buena parte de la zona, pero quedaron sin conquistar tres bolsas aisladas. El régimen y Rusia rápidamente se las arreglaron para vaciar de rebeldes y civiles con lazos opositores dos de esas bolsas, expulsándolos al norte de Siria y retomando el control de las mismas. El caso de Duma resultó más difícil, por razones que comprenden desde el desafío de identificar un área rebelde donde alojar a los combatientes de Jaish al Islam, hasta la intransigencia y divisiones dentro del propio grupo rebelde durante las negociaciones.

 

¿Cuál ha sido la reacción internacional hasta el momento?

La base siria T4 fue bombardeada, supuestamente por los israelíes, en la mañana del 9 de abril, aunque no está claro si el bombardeo está relacionado con el ataque químico de Duma. El ministerio de Defensa ruso afirmó, cosa poco habitual, que el bombardeo fue llevado a cabo por F-15 de la fuerza aérea israelí, que lanzaron ocho misiles desde el espacio aéreo libanés, y que la defensa aérea siria interceptó cinco de los ocho misiles. Los medios estatales sirios hablan de “muertos y heridos” en el ataque, pero no han dado más detalles. La agencia de noticias iraní Tasnim afirma que siete iraníes murieron en el ataque. Entre los muertos habría un miembro de una división que opera drones. Autoridades de EEUU explicaron a la NBC que Israel, antes de lanzar el ataque, se lo notificó a Washington. Israel no dice nada. En febrero, Israel también atacó esa base, después de que un drone iraní que supuestamente despegó de ella violase el espacio aéreo israelí.

El presidente de EEUU, Donald Trump, dijo el 9 de abril que su administración decidiría su respuesta en 24 o 48 horas. “Es una cuestión de humanidad, no puede volver a pasar”, dijo ante los periodistas. Trump y el presidente francés, Emmanuel Macron, acordaron durante una llamada telefónica el día anterior intercambiar información sobre el ataque y “coordinar una respuesta conjunta y dura”. Según la Casa Blanca, ambos países “condenan enérgicamente el horrible ataque con armas químicas en Siria y están de acuerdo en que el régimen de El Asad debe ser responsabilizado por sus continuos abusos en derechos humanos”.

La respuesta inicial de Trump a través de Twitter tuvo un tono más belicoso aún que sus declaraciones posteriores, mientras echaba la culpa a Rusia e Irán –mencionando específicamente al “presidente Putin”– por respaldar al “animal de El Asad”, añadiendo que habría un “precio alto que pagar”. El gobierno sirio ha tildado de las acusaciones de “aburridas, que solo convencen a unos pocos Estados que comercian con la sangre de civiles y apoyan el terrorismo en Siria”.

En una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad, al embajadora ante de la ONU de EEUU, Nikki Haley, conminó al Consejo a adoptar u borrador de resolución que condenase el uso continuado de armas químicas en Siria y que estableciese un nuevo organismo que asignase las culpas en los ataques. El enviado ruso, Vassily Nebenzia, reclamó por el contrario que inspectores de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) visitaran el lugar de los hechos. Nebenzia se quejó asimismo del tono de confrontación de EEUU, después de que Haley afirmase que las manos del “régimen ruso” están “manchadas con la sangre de niños sirios”. El enviado ruso reiteró la advertencia sobre las “nefastas consecuencias” de una intervención militar bajo pretextos falsos. El enviado sirio, Bachar al Jaafari, dijo que las escenas sobre el supuesto ataque químico eran puro teatro para justificar una agresión militar contra Siria. El Consejo de Seguridad votó sobre dos borradores de resolución, uno apoyado por EEUU, otro por Rusia. Ninguno salió adelante. La OPAQ ya ha enviado a un grupo de inspectores a Duma, aunque la organización no tiene el poder para atribuir responsabilidades por los ataques.

 

¿Hay más acciones internacionales en camino?

Pese al paso dado por la OPAQ, más ataques por parte de EEUU y sus aliados occidentales son sin embargo probables. Mucho depende del acuerdo al que pueda llegarse en el Consejo de Seguridad, aunque no cabe esperar mucho por esta parte, dado el precedente de la sesión del 9 de abril. Si como es de esperar, Rusia por un lado y EEUU, Reino Unido y Francia por el otro no pueden llegar a un acuerdo sobre un mecanismo que los tres últimos consideren creíble, podrían llevar a cabo un acción militar fuera del ámbito de actuación del Consejo de Seguridad.

La polarización y la parálisis dentro del Consejo de Seguridad de la ONU es una parte importante del problema. Rusia ha utilizado una y otra vez su poder de veto para bloquear cualquier intento de castigar al régimen sirio por sus ataques químicos, incluidas ocasiones en las que el Mecanismo Conjunto de Investigación (el único organismo de la ONU autorizado a identificar culpables en este tipo de ataques) ha identificado al gobierno sirio como el responsable. De hecho, después de que la misión de la ONU hiciese responsable al régimen de El Asad del ataque con gas sarín de abril de 2017 sobre Jan Sheijun, Rusia incapacitó al organismo vetando la renovación de su mandato en noviembre del año pasado. La posición de Rusia ha dejado a EEUU y otros países sin medios respaldados por la ONU para abordar con garantías la respuesta ante el uso de armas químicas.

Fue otro ataque con armas químicas en Guta Oriental, en 2013, el que casi provoca una intervención estadounidense en Siria. El ataque mató a más de 1.000 personas. La administración presidida por Barack Obama amenazó con la intervención, pero al final optó por un desarme químico y un régimen de inspecciones.

La administración de Trump se ha ubicado a sí misma en oposición a su predecesora. El año pasado, ya mandó señales de que estaba dispuesta a responder a los ataques químicos sin el mandato del Consejo de Seguridad. Después de que el régimen sirio bombardease la ciudad rebelde de Jan Sheijun con gas sarín, EEUU lanzó un ataque de represalia sobre la base aérea siria de Shayrat. Acto seguido, la administración Trump advirtió de que el régimen sirio pagaría “un precio elevado” si volvía a llevar a cabo “un asesinato masivo con armas químicas”. La Francia de Macron también ha dibujado su propia línea roja, amenazando con atacar si armas químicas son utilizadas contra civiles. Sin embargo, en la práctica y hasta la fecha, estas líneas rojas no parecen aplicarse cuando se trata de ataques que usan gas de cloro. Este está también prohibido internacionalmente, pero es menos efectivo que el gas sarín, salvo en espacios cerrados. Hasta ahora, el supuesto uso continuado de este arma por parte del régimen sirio no ha desencadenado represalias.

El gas de cloro puede haber sido usado en Duma, solo o junto a un agente nervioso. Con independencia del gas usado, dada la escala del ataque y de las reacciones de EEUU y sus aliados, hay motivos poderosos para creer que esta vez sí responderán militarmente.

 

¿Qué puede lograr un ataque de EEUU y sus aliados? ¿Cuáles son los riesgos?

De manera inevitable, cualquier acción militar en Siria presentará riesgos no buscados de escalada, en especial debido a la implicación profunda de numerosos actores extranjeros. Estos riesgos podrían minimizarse mediante unos mensajes claros y una cuidada definición de unos objetivos limitados de disuasión.

Este equilibrio es difícil de lograr. Cuando EEUU bombardeó Shayrat en abril del año pasado, comunicó claramente la naturaleza proporcional y disuasoria del ataque, dejando claro que el objetivo no era derrocar al gobierno sirio, sino castigar y evitar el uso de armas químicas. También avisó a Moscú con antelación del ataque, permitiendo a Rusia asegurar la seguridad de su personal. Unos ataques tan limitados, junto con el aviso con antelación y unos objetivos claramente comunicados, ayudó tal vez a evitar una represalia rusa y una escalada militar mayor. Aunque el bombardeo de Shayrat haya evitado, casi con seguridad, el uso de gas sarín, al menos por un tiempo, sin duda no ha disuadido al régimen de usar gas de cloro.

No está claro qué tipo de ataque evitaría de manera efectiva el uso de cualquier arma química, incluido el gas de cloro. Desde luego tendría que ser más agresivo que el de 2017, acompañado de mensajes claros y demandas concretas que Damasco y sus aliados puedan entender e implementar razonablemente. Esto es todo un desafío. No solo será difícil organizar y comunicar una intervención multilateral en un espacio militar y político tan complejo, sino que no está claro cuán dañino tendría que ser el ataque para alcanzar su objetivo y disuadir al régimen de El Asad de volver a usar armas químicas, al tiempo que evita una peligrosa respuesta rusa u otra forma de escalada. En esencia, un ataque limitado tiene pocas posibilidades de convencer al gobierno sirio, mientras que un ataque de mayor escala podría tener consecuencias imprevisibles.

En particular, cualquier ataque tiene el riesgo de afectar a personal ruso e iraní, trabajando codo con codo con sus aliados sirios, provocando un conflicto mayor. Incluso un ataque que evite esto podría ser malinterpretado por Moscú o Teherán, que podrían temer objetivos mayores. En un contexto de tensiones crecientes entre Rusia y Occidente, así como ante la abierta hostilidad de la administración Trump hacia Irán y su deseo de reducir la influencia iraní en Siria, ambos actores podrían sentir la necesidad de responder de alguna manera. La incertidumbre que rodea los objetivos actuales de Washington en Siria, a la luz de los últimos cambios a la cabeza del departamento de Estado y del Consejo de Seguridad Nacional, junto a la insistencia por parte de Trump en una retirada de EEUU de Siria –contradiciendo la estrategia aprobada este enero por él mismo–, todo ello aumenta el riesgo de malinterpretar el ataque. El resultado puede ser una escalada difícil de controlar y que puede escapar de las fronteras sirias.

Además, es poco probable que EEUU y sus aliados sean los únicos, ni siquiera los principales, objetivos de la represalia por parte del régimen de El Asad y sus aliados. Una acción militar puede intensificar los bombardeos del régimen y Rusia sobre las zonas controladas por la oposición. También puede poner en riesgo los acuerdos locales de alto el fuego, incluida la tibia “desescalada” en el suroeste de Siria negociada por EEUU, Rusia y Jordania. El resultado final puede ser más sufrimiento para los civiles.

Por último, es improbable que una acción militar, sea la que sea, cambie la situación en Duma, donde la evacuación bajo coacción de rebeldes y civiles está ya en marcha. Para los vecinos de Duma, cualquier respuesta internacional llegará demasiado tarde.

Esta entrevista fue publicada originalmente, en inglés, en la web de Crisis Group.

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