Siria, callejón sin aparente salida

 |  18 de abril de 2012

 

Por Lurdes Vidal, responsable de Mundo Árabe y Mediterráneo del IEMed.

Nadie parece tener muy claro si la violencia se ha detenido verdaderamente en Siria después de que la semana pasada se agotara el plazo previsto para el alto el fuego del plan de Kofi Annan, el enviado especial al país por parte de la ONU y la Liga Árabe. De hecho, no sabemos si el régimen se ha limitado de nuevo a comprar tiempo y cumple a medias los compromisos, o si verdaderamente asistimos al principio del fin de la violencia.

En cambio, sí parece que las manifestaciones populares podrían haberse reavivado gracias a una calma relativa. Y esto nos lleva a una cuestión trascendental: sin el uso de la fuerza, el régimen deberá afrontar probablemente una ola masiva de manifestantes en la calle a favor de la libertad, la democracia y el cambio. Un movimiento como los que en 2011 derrocaron a varios autócratas de la región y al que ni siquiera el régimen sirio, sólido, cohesionado y con unos pocos pero fieles aliados internacionales, podría resistir.

Para evitarlo, el régimen mantendrá probablemente sus tradicionales métodos represores, esgrimiendo cualquier argumento, como apuntaba la semana pasada al avisar que se reservaba el derecho de atacar en respuesta a agresiones. Con una estrategia de represión intermitente, menos militar pero igualmente eficaz, el régimen podría pretender frenar la acción de la comunidad internacional y aspirar a su supervivencia con la ilusión de sacar adelante una reforma cosmética y someter de nuevo a su población a un régimen del terror. Sin embargo, es un escenario que llevaría a la radicalización, a más derramamiento de sangre, más fractura social y a una potencial guerra civil con riesgos de desbordamiento regional.

El incumplimiento del plan de Annan abre un tercer supuesto. Ante la continuación de la represión y de la estrategia militar para sofocar la revuelta, la falta de voluntad política del régimen sería tan evidente que Annan podría entonces acudir a los valedores de Bashar el Assad, Moscú especialmente, y negociar la caída del presidente y el inicio de una transición avalada por los principales actores regionales e internacionales.

Los tres posibles escenarios conviven con realidades difíciles de asumir. En primer lugar, la comunidad internacional está más preocupada ahora por tratar los síntomas de la crisis y evitar las imágenes de violencia extrema que por responder a las causas de la sublevación popular y pedir el cambio de régimen.

En segundo lugar, una solución que no implique la caída del clan Assad y el desmantelamiento total del régimen nunca podrá satisfacer a la oposición siria. Pero ante las peligrosas alternativas de intervención internacional o armar a los rebeldes, una transición pactada por los sectores pragmáticos de ambos bandos, que mantenga las instituciones del Estado y reforme mínimamente los servicios de seguridad, podría acabar siendo la única opción viable.

Aquí podríamos concluir que el plan de Annan, aunque fuera concebido en medio del escepticismo, es hoy lo mejor que hay. Pese a ser un plan de mínimos, ambiguo e imperfecto, es el único elemento constructivo al alcance, el único clavo ardiendo al que aferrarse en pleno desencanto internacional.

 

Para más información:

Bassam Haddad, «Hablar con seriedad de Siria». Afkar/Ideas 33, primavera 2012.

Editorial, «Siria, el tiempo juega a la contra». Afkar/Ideas 33, primavera 2012.

Michel Kilo, «Entrevista: Siria, una perspectiva interna». Afkar/Ideas 32, invierno 2011-12.

Radwan Ziadeh, «Entrevista: La oposición al régimen de Bashar al Assad en el extranjero». Afkar/Ideas 32, invierno 2011-12.

 

1 comentario en “Siria, callejón sin aparente salida

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