USAID pone en peligro el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos

 |  9 de abril de 2014

Habanos explosivos, servilletas envenenadas, drogas alucinógenas en la comida, explosivos camuflados entre conchas en un lugar de buceo predilecto… la lista de despropósitos ideados para liquidar a Fidel Castro es más propia de Mortadelo y Filemón que de la CIA. A los intentos de acabar con el comunismo en Cuba se ha unido ahora la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). El 4 de abril, la Associated Press reveló la existencia de un programa destinado a desestabilizar el régimen cubano mediante la red social Zunzuneo.

La plataforma, creada en 2010 mediante empresas pantalla en España y cuentas opacas en las Islas Caimán, llegó a contar con 40.000 usuarios cubanos. Su propósito inicial era el de subir contenido blando: vídeos de deporte, canciones y demás. Una vez fidelizados los usuarios, comenzaría a filtrar mensajes políticos en la plataforma, con el fin de incitar protestas espontáneas. El objetivo final: una “primavera cubana”, con Zunzuneo desempeñando el papel de Twitter en Irán.

El proyecto fue diseñado por un departamento de USAID que promueve el cambio político “en países que pasan por transiciones del autoritarismo a la democracia, de la violencia a la paz, o tras una frágil paz”. Según Jay Carney, portavoz de la Casa Blanca, se trataba de una “forma discreta” de repartir “asistencia humanitaria”. En realidad no era tan discreta: el gobierno cubano bloqueó el acceso a Zunzuneo a mediados de 2012.

No es decoroso entrometerse en los asuntos de otro país de una forma tan burda, incluso cuando el país en cuestión diste de ser una democracia. Pero el caso tiene poco de particular en vista de los múltiples golpes de Estado promovidos por EE UU en América Latina. Zunzuneo estaba destinado a convertirse en la versión cubana de El Mercurio. Como señala John Lee Anderson, el historial de USAID es en numerosas ocasiones nefasto. La institución a veces parece más el brazo humanitario de la CIA que una verdadera agencia de cooperación.

No está claro por qué Washington ha recurrido a estrategias quizá más propias de la guerra fría, aunque adaptadas al siglo XXI. Desde 2008, Raúl Castro ha emprendido una serie de reformas aperturistas. Las medidas incluyen el indulto de presos por delitos menores, facilitar la inversión extranjera en la economía cubana (exceptuando los sectores de sanidad, educación y defensa), promover el acceso (controlado) a Internet y relajar la censura de la prensa. Se espera que este programa logre un deshielo en las relaciones cubano-americanas, congeladas desde el triunfo de la revolución en 1959. También la Unión Europea se prepara para un eventual acercamiento a la isla, a la que en 1996 se encargó de aislar José María Aznar.

A pesar de mantener relaciones crispadas con EE UU y Europa, Cuba no está condenada al ostracismo. La mayoría de los gobiernos latinoamericanos mantienen un diálogo fluido con los mandatarios cubanos. El caso más célebre el de la Venezuela chavista, que intercambia su petróleo por doctores cubanos. Pero el principal apoyo de los castro es Brasil. A principios de 2014, Dilma Rousseff inauguró las obras del puerto de Mariel, en el que su país ha invertido casi 800 millones de euros. El gobierno cubano, por su parte, enviará 11.430 médicos a regiones pobres de Brasil.

Aunque las revelaciones de AP han tensado las relaciones entre Washington y La Habana, es poco probable que Zunzuneo hunda el proceso de acercamiento. Más de la mitad de los americanos desean normalizar las relaciones con Cuba, retirando el embargo comercial a la isla. Es la comunidad cubana de Florida, que representa el 5% de la población de un estado clave en las elecciones presidenciales, la que con frecuencia ha logrado que Washington mantenga una línea dura contra el régimen de los Castro. Ahora que incluso este electorado influyente está volviéndose más progresista, la posibilidad de normalizar las relaciones entre Cuba y EE UU se vuelve más real.

 

 

 

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