El presidente francés, Emmanuel Macron, durante una conferencia de prensa en la Cancillería en Berlín, el 9 de mayo de 2022. (EMMANUELE CONTINI/ GETTY)

Europa necesita que Macron supere sus fetichismos

La guerra en Ucrania ha potenciado las ideas de ampliación y profundización de la UE de Scholz. Para Macron, sin embargo, ha supuesto sacar a relucir sus contradicciones entre el europeísmo y el gaullismo.
Joseph de Weck
 |  27 de septiembre de 2022

Dos horas enteras es lo que duró la intervención de Emmanuel Macron en la reunión de embajadores franceses en el Elíseo el 1 de septiembre. Como bromeó uno de los asistentes, solo puedes permitirte hablar durante tanto tiempo si el público trabaja para ti. En efecto, una vez que el presidente francés terminó, el público se puso en pie para ovacionarle. Y eso a pesar de que el discurso fue, como mínimo, confuso.

Por ejemplo, Macron primero dice a sus diplomáticos que es primordial mantener la unidad de la Unión Europea en relación con Ucrania. 15 segundos después acusa a otros miembros de la UE no identificados de ser “belicistas”. El resultado: las naciones de Europa Central y del Este se sienten señaladas por la declaración de Macron y condenan a París por sembrar la discordia.

Otro ejemplo es el del presidente diciendo que quiere invertir mucho en las capacidades de las redes sociales de Francia para hacer frente, entre otras cosas, a la presentación que hace Moscú de la guerra en Ucrania. Pero, ¿qué puede hacer un ejército de asesores franceses si Macron advierte de la “humillación” de Rusia y dice que Francia no quiere ser el “vasallo” de Washington? De este modo, el propio Macron pronuncia las citas que permiten a los canales de propaganda rusos argumentar que Ucrania es en realidad una guerra contra Occidente.

Que la comunicación de la política exterior de Macron es peor que su política real no es nuevo. Pero como observa Michel Duclos, del Institut Montaigne, lo que sorprendió es que el discurso de Macron careciera de ideas e iniciativas nuevas, especialmente en lo que respecta a Europa.

 

«El propio Macron pronuncia las citas que permiten a los canales de propaganda rusos argumentar que Ucrania es en realidad una guerra contra Occidente»

 

De hecho, en su discurso, Macron explica detalladamente por qué la agresión de Rusia a Ucrania es un “punto de ruptura histórico” para el mundo. Pero luego pasa a presentar la misma visión de Francia en el mundo y la misma agenda europea que en años anteriores. La razón es clara: Ucrania está exponiendo las contradicciones de larga data en la política de la UE de Macron.

 

La palabra E

El poeta Walt Whitman escribió una vez “¿Me contradigo a mí mismo? Muy bien entonces… Soy grande, contengo multitudes”. Macron ­–como su país– contiene efectivamente multitudes. En lo que respecta a Europa, hay, al menos, dos “Macrones”.

Uno es el europeísta voluntarista que quiere que el continente se integre, para que los europeos recuperen el impulso para regular el capitalismo global y defender sus intereses geopolíticos. El otro es el gaullista Macron, que piensa que Francia no puede limitarse a subsumirse al coro europeo, sino que tiene un papel especial como “potencia equilibradora” global que necesita actuar unilateralmente en ocasiones. Es ese Macron el que dice a sus embajadores: “el objetivo principal de nuestra diplomacia tiene que ser defender la fuerza, la influencia y la independencia de Francia.”

En su primer mandato, Macron fue bastante eficaz tapando grietas. Impulsar la defensa comercial frente a China y su diplomacia del lobo guerrero, invertir en proyectos de defensa europeos comunes como el avión de combate franco-alemán FCAS, y avanzar en la integración fiscal en la pandemia eran compatibles con el Macron europeo y gaullista.

 

«El tema de la ampliación vuelve a estar en primer plano. Y ese es el único tema de la política de la UE en el que el europeo y el gaullista Macron no pueden reconciliarse»

 

Pero el ataque de Rusia a Ucrania cambia la agenda de la UE, y el tema de la ampliación vuelve a estar en primer plano. Y ese es el único tema de la política de la UE en el que el europeo y el gaullista Macron no pueden reconciliarse. Y con su discurso de Praga del 29 de agosto, el canciller alemán Olaf Scholz golpea a Macron exactamente en su punto débil y pone así a París a la defensiva.

 

Más grande, más profundo, más alemán

Scholz considera que conseguir que los seis Estados de los Balcanes Occidentales y, posteriormente, Ucrania y Moldavia, se adhieran a la UE es un imperativo estratégico. Es lo que quieren estos países y es el medio más eficaz de la UE para estabilizar el continente, o eso piensa el canciller. Ucrania subraya la urgencia y ofrece la oportunidad de superar por fin la fatiga de la ampliación.

Y para garantizar que esa UE, que engloba a 32 o 36 Estados miembros, pueda tomar decisiones, Scholz quiere rediseñar las instituciones de la UE. Lo más importante es que el canciller quiere que los Estados miembros de la UE abandonen su derecho de veto en materia de política de sanciones y asuntos fiscales.

La profundización es el precio de la ampliación. Scholz está dispuesto a pagarlo, porque al igual que su predecesora Angela Merkel, no quiere una UE de “clubes y directorios” que inevitablemente cultive nuevas divisiones. Por el contrario, quiere mantener a todos a bordo.

 

«La profundización es el precio de la ampliación. Scholz está dispuesto a pagarlo, porque al igual que su predecesora Angela Merkel, no quiere una UE de ‘clubes y directorios’»

 

Porque el objetivo principal de la integración europea es mantener la paz entre los europeos, como dice Scholz. Pero también cuando se trata de “proyectar la paz”, una UE más grande y profunda será algún día más eficaz en la escena geopolítica. De hecho, es válido preguntarse si la sorprendente unidad de los 27 Estados miembros de la UE sobre Ucrania habría sido posible en una UE más fragmentada.

Por último, Berlín también se siente cómodo con la ampliación y profundización de la UE, ya que está acostumbrado a operar en un sistema con múltiples centros de poder y piensa en la política principalmente como un medio para alcanzar un fin. Además, Alemania seguiría siendo el miembro clave en esa UE. “El centro de Europa se está desplazando hacia el este”, dice Scholz. “Alemania, como país en el centro del continente, hará todo lo posible para unir el este, el oeste, el norte y el sur de Europa”.

 

Más pequeño, más flexible, más francés

El discurso de Macron a sus diplomáticos, pronunciado tres días después del discurso de Scholz en Praga, revela lo grande que es la brecha entre París y Berlín en esta cuestión. Al igual que sus predecesores, Macron quiere una UE pequeña y sigue siendo reacio a las cesiones de soberanía nacional.

Es cierto que Macron ha aceptado dar a Ucrania el estatus de candidato a la UE y ha pasado parte de la presidencia francesa de la UE en el primer semestre de este año negociando una solución con Bulgaria que permita la apertura de las conversaciones de adhesión de Albania y Macedonia del Norte. Dice que su proyecto de una Comunidad Política Europea (CPE) no sustituye a la adhesión a la UE.

 

«¿Cuál es la posición de Macron respecto a la ampliación y de qué trata realmente la CPE? Ni sus diplomáticos ni sus socios de la UE lo saben»

 

Pero sigue diciendo que la adhesión a la UE está muy lejos para Ucrania. Y en su discurso a los embajadores, no desarrolla una narrativa positiva de la ampliación de la UE. Ni siquiera menciona a Albania y a Macedonia del Norte. Por el contrario, Macron dice a sus embajadores que la CPE podría ayudar a “detener esa lógica de la expansión sin fin de la UE… que más bien tiene que ser más fuerte, más soberana y autónoma”.

Entonces, ¿cuál es la posición de Macron respecto a la ampliación y de qué trata realmente la CPE? Ni sus diplomáticos ni sus socios de la UE lo saben.

 

¿Ambigüedad estratégica o incomodidad estratégica?

¿Y qué pasa con el voto por mayoría cualificada en política exterior, la segunda propuesta que Scholz desarrolló ampliamente en Praga? Macron tampoco menciona la cuestión en su discurso.

Sí, París suscribió el voto mayoritario en política exterior en la declaración franco-alemana de Meseberg de 2018. Pero, ¿todavía pretende Francia de forma creíble ser una “potencia equilibradora mundial” si no puede decidir sobre las sanciones por sí misma? A la hora de la verdad, pocos creen en París que Macron esté dispuesto a renunciar al veto de Francia. Especialmente en una UE ampliada, donde el peso de Francia se diluiría aún más.

Parece que Macron no quiere pensar más en la reforma institucional de la UE. Por eso ni siquiera mencionó la Conferencia sobre el Futuro de Europa que él mismo lanzó en su discurso presidencial.

Además, en materia de defensa europea, el discurso de Scholz pone a Macron a la defensiva. El canciller propone la creación de un sistema común europeo de defensa aérea. Esto daría un verdadero sentido a la idea de un pilar europeo dentro de la OTAN. También sería un buen primer paso para europeizar algún día la disuasión nuclear de Francia, una idea que hoy no es políticamente aceptable, ni para Berlín ni para París.

De nuevo, Macron no ha reaccionado a la propuesta de Scholz. Francia es partidaria de la integración de la defensa, defendiendo una fuerza de intervención de la UE o proyectos conjuntos de armamento. Pero parece que no llega a abrazar realmente esa europeización de una infraestructura de defensa.

 

Fetichismos

Pero si quiere una “Europa soberana”, Francia debe reconocer en algún momento que tiene que estar dispuesta a renunciar a parte de su independencia en política exterior y de defensa. También debe aceptar que la tendencia a la ampliación no puede invertirse. Junto con la OTAN, la UE es víctima de su propio éxito. Es simplemente una comunidad demasiado atractiva.

 

«Ucrania ofrece una oportunidad para que Macron se enfrente a los propios ‘fetichismos’ y tabúes de su país, a saber, la oposición a la ampliación de la UE y la exaltación desmedida de la soberanía nacional»

 

Alemania estaba dispuesta a romper o al menos suavizar los “fetichismos” de la reducción de la deuda y el tabú de la unión fiscal. En la pandemia, los responsables políticos y los analistas alemanes se dieron cuenta de que Berlín no tenía muchas opciones y que era un imperativo si se quería evitar que se repitiera el debilitamiento geopolítico de Europa provocado por la crisis de la eurozona.

Ucrania ofrece una oportunidad para que Macron se enfrente a los propios “fetichismos” y tabúes de su país, a saber, la oposición a la ampliación de la UE y la exaltación desmedida de la soberanía nacional. La guerra sería el momento de cambiar la narrativa sobre estos temas en casa. Hasta ahora, Macron no ha estado a la altura del desafío. Scholz debería seguir presionando.

 

Artículo publicado originalmente en inglés en la web de Internationale Politik Quarterly.

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