La reina Isabel II avanza por la Galería Real antes de la Apertura de Estado del Parlamento en la Cámara de los Lores en el Palacio de Westminster el 27 de mayo de 2015 en Londres, Inglaterra / GETTY

Lecciones de Isabel II para una monarquía del siglo XXI

El primer mérito de Isabel II fue saber reinar en tiempos de cambio tan extraordinarios, sobreviviendo a la caída del hasta entonces mayor imperio del mundo. Una de las claves de su éxito ha sido su ejemplaridad y dedicación absoluta, erigiéndose como la última reina global.
Julio Crespo-MacLennan
 |  28 de septiembre de 2022

Reino Unido despidió a la reina Isabel II con el que puede calificarse como el funeral más grandioso de todos los tiempos y el que ha tenido mayor impacto global, no solo por la presencia de más de 500 mandatarios en la catedral de Westminster, sino por los millones de personas que lo siguieron por todo el mundo. Solo una potencia que conserva tradiciones milenarias es capaz de ofrecer un despliegue de pompa y ceremonia tan extraordinario.

Los más de 70 años del reinado de Isabel II constituyen todo un récord en la historia del poder, por ahora solo superado por el rey Luis XIV de Francia, aunque este tuvo la ventaja de ser coronado de niño. Y es significativo en una época como la nuestra, en la que quienes ostentan el poder son sometidos a un desgaste mayor que nunca, hasta el punto de que hemos sido testigos en las últimas dos décadas de la abdicación de varios reyes e incluso de la renuncia de un Papa.

Hay cuatro tipos de liderazgo, según los expertos en este tema: autocrático, democrático, transaccional y delegador. El de Isabel II no correspondía estrictamente a ninguno ellos: era el poder de reinar, pero no gobernar (y el de representar sin influir sobre un gobierno) el que le corresponde a una monarquía constitucional; una fórmula que surge en el siglo XIX como solución para combinar la tradición con la modernidad, preservar la unidad nacional y aportar estabilidad por encima del sistema de partido políticos. Es la que encarna con mucho acierto el rey Felipe VI en España y otros reyes de Europa.

 

«El rey Faruk de Egipto, al ser destronado en 1952, dijo que en unos años solo quedarían cinco reyes, los cuatro de la baraja y la reina de Inglaterra»

 

El primer mérito de Isabel II fue saber reinar en tiempos de cambio tan extraordinarios. Fue coronada durante la posguerra, una época de austeridad e incertidumbre donde la mitad de Europa estaba bajo el yugo soviético y en la que conceptos modernos de igualdad y meritocracia parecían cada vez más incompatibles con una monarquía que representaba tradiciones ancestrales y privilegios. Un mal rey como fue Faruk de Egipto, al ser destronado en 1952, dijo que en unos años solo quedarían cinco reyes, los cuatro de la baraja y la reina de Inglaterra; solo acertó con lo último. Pero Isabel II logró mucho más que mantenerse en el trono, al contribuir de manera notable a reforzar el modelo de monarquía constitucional; no es casual que durante su reinado no solo se han mantenido las principales monarquías europeas, sino que una de las más antiguas, como es España, consolidó su modelo de monarquía constitucional, gracias a Juan Carlos I.

Isabel II tuvo el desafío de reinar en tiempos de desmantelamiento del imperio británico. En los años cincuenta y sesenta, Reino Unido se retiró de prácticamente todos los territorios del que fue hasta 1945 el mayor imperio del mundo. Muy pocos reyes han sobrevivido a la caída de un imperio, pero Isabel II lo consiguió, principalmente gracias a la Commonwealth británica. Esta institución surgida en 1931 para mantener los vínculos de Reino Unido con las primeras naciones declaradas independientes adquirió especial relevancia a partir de los años cincuenta, cuando se incorporaron a ella prácticamente todas las naciones independientes surgidas del imperio británico; 15 de ellas iban a mantener a Isabel II como su soberana. Aunque el peso de la Commonwealth en el ámbito global es muy relativo, sus naciones representan más de un tercio de la población mundial y ha servido para mantener una relación más cordial entre Reino Unido y sus antiguas colonias y limar asperezas por todo lo relacionado con el legado colonial. La reina, que viajó a todos los países de la Commonwealth, desempeñó un papel muy especial al frente de la organización, contribuyendo a que Reino Unido mantuviese un papel relevante en el ámbito global, a pesar de haber perdido un imperio.

 

«Exponerse al escrutinio de los medios de comunicación puede tener un coste muy alto, como bien aprendió la familia real británica. Pero los medios han contribuido a que la imagen de la reina Isabel sea mundialmente conocida y la familia real sea una marca global»

 

La tercera clave del éxito de su reinado ha sido su ejemplaridad y dedicación absoluta. Reinar durante siete décadas cumpliendo cotidianamente con sus obligaciones y sin cometer un solo error que se recuerde es todo un logro. Se mantuvo fiel a la idea de Winston Churchill de que un rey no debería imponer su personalidad sobre la corona, sino simplemente cumplir sus funciones. De esta manera, logró encarnar de manera extraordinaria los valores de la monarquía. Su coronación en 1953 fue la primera en ser televisada: desde entonces todos los actos importantes protagonizados por ella, al igual que los de su marido, el duque de Edimburgo (otro activo esencial en su reinado), y sus hijos han sido televisados. Exponerse al escrutinio de los medios de comunicación puede tener un coste muy alto, como bien aprendió la familia real británica. Pero los medios han contribuido a que la imagen de la reina Isabel sea mundialmente conocida y la familia real sea una marca global.

La reina ha significado cosas muy diversas para los admiradores que se ha ganado por todo el mundo: sentido del deber, tradición, valores familiares, elegancia, buena educación, fe y cordialidad. A medida que estos valores se han ido perdiendo en muchos países y han proliferado lideres que representan todo lo contrario, Isabel II fue adquiriendo un brillo especial. La reina no solo ha sido reina de Inglaterra, ha conseguido ser la reina global, reina entre reyes, y revitalizar de forma muy especial a la monarquía constitucional.

Pocos reyes o emperadores se han ganado el calificativo de grande. Aquellos que lo hicieron, como por ejemplo Carlomagno, Pedro el grande o Catalina la grande, fue debido a que lograron expandir sus dominios y dejar un reino mucho más esplendoroso del que heredaron. En el caso británico, ni siquiera la reina Victoria pasó a la posteridad siendo conocida como la grande, a pesar de fue durante su reinado cuando el imperio británico alcanza el cénit de su poder. A juzgar por los logros de la reina Isabel II en la historia de la monarquía y la historia del poder, merece ser recordada como Isabel la grande.

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