Una tropa del ejército nepalí se prepara para formar una guardia de honor mientras el primer ministro nepalí, KP Sharma Oli, se dispone a partir hacia China para asistir a la cumbre de la OCS en medio de la disputa fronteriza en curso de Lipulekh. Katmandú, Nepal, el 30 de agosto de 2025. GETTY

China recalibra en Nepal

La dimisión del ex primer ministro nepalí K. P. Sharma Oli tras las protestas supuso un revés para China, dado su papel clave en los proyectos de la Franja y la Ruta. Pekín ha reaccionado con cautela, reafirmando sus lazos con el gobierno interino de Nepal.
Amit Ranjan y Bian Sai
 |  23 de octubre de 2025

La dimisión del ex primer ministro nepalí Khadga Prasad Sharma Oli tras las protestas lideradas por jóvenes en septiembre de 2025 supuso un revés para Pekín, dada la estrecha alineación de Oli con las prioridades chinas. Durante su mandato, impulsó los proyectos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta y posicionó a Nepal como un socio estratégico cercano para China. Pekín ha respondido con cautela a su dimisión, reafirmando los lazos con los líderes interinos de Katmandú y señalando la continuidad de su compromiso regional.

Las protestas masivas de septiembre de 2025, encabezadas por la Generación Z contra la censura en las redes sociales, la corrupción y el estancamiento económico, obligaron a Oli a dimitir. Para Pekín, su caída representa un revés político, pero no un punto de inflexión: China busca preservar su influencia en Nepal mientras se adapta a una dinámica interna más volátil.

La salida de Oli fue significativa porque era ampliamente reconocido como una figura próxima a China. Durante sus tres mandatos —2015-2016, 2018-2021 y 2024-2025—, Pekín y Katmandú desarrollaron una relación política estrecha. Ambos gobiernos firmaron numerosos acuerdos y memorandos de entendimiento que abrieron vías de cooperación en conectividad, energía y transporte. En 2017, Nepal se adhirió formalmente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y entre 2018 y 2021 Oli impulsó la planificación de proyectos emblemáticos como el ferrocarril transhimalayo y las líneas eléctricas transfronterizas. La visita del presidente chino Xi Jinping a Katmandú en 2019 culminó con la firma de veinte acuerdos y la declaración de una “asociación estratégica”. Nepal también respaldó las iniciativas globales de desarrollo, seguridad y civilización promovidas por Xi.

Tras su regreso al poder en julio de 2024, Oli mantuvo el rumbo. En su visita oficial a China en diciembre de ese año manifestó su intención de acelerar la puesta en marcha de la Red de Conectividad Multidimensional Transhimalaya y de profundizar en la cooperación con la BRI. Pocos días antes de su dimisión, asistió en China a la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái. Su repentina salida inquietó a Pekín, que observó con preocupación la posibilidad de un freno a los proyectos conjuntos y una pérdida de influencia en Nepal.

Oficialmente, la respuesta china fue prudente. En una rueda de prensa rutinaria, el Ministerio de Asuntos Exteriores describió a Nepal como un “vecino amigo” e instó a todas las partes a restablecer la estabilidad política y el orden social. Sin embargo, los medios de comunicación chinos ofrecieron lecturas más diversas. Algunos analistas enfatizaron que la crisis no se debía solo a la censura de las redes sociales, sino a problemas estructurales más profundos: la dependencia de las remesas, la corrupción generalizada y la debilidad institucional. Como señaló Xinhua Daily, “sin una capacidad de gobernanza eficaz, incluso las instituciones mejor diseñadas difícilmente pueden funcionar”.

Otros comentaristas destacaron la brecha generacional detrás de las protestas. La generación Z, frustrada por el desempleo, la corrupción y la falta de perspectivas, encontró en las redes sociales su principal canal de expresión. La prohibición de estas plataformas afectó también a millones de nepalíes en el extranjero que dependen de ellas para comunicarse, lo que amplificó la indignación popular.

Ciertas interpretaciones, en cambio, atribuyeron parte de la agitación a la influencia de actores externos, incluidas organizaciones no gubernamentales internacionales, situando la crisis dentro de la competencia geopolítica en Asia del Sur. Esta narrativa permitió reforzar la imagen de China como fuerza estabilizadora frente a las “interferencias” foráneas.

En conjunto, estos discursos mediáticos consolidaron dos ideas clave: que la inestabilidad de Nepal obedece a debilidades estructurales internas y que las presiones externas han contribuido a exacerbarlas. Detrás de esta lectura subyacen los intereses estratégicos más amplios de China en el país: mantener su papel como socio económico y contrapeso político frente a la India y a las potencias occidentales. Pekín busca proyectar una imagen de respeto a la soberanía y la no injerencia, aunque sus contactos frecuentes con líderes de distintos partidos en Katmandú han alimentado la percepción de una influencia política más activa.

En el plano económico, China sostiene que su objetivo es fortalecer la cooperación para generar beneficios compartidos y estabilidad a largo plazo. Este discurso pretende mostrar a los Estados más pequeños, como Nepal, que Pekín es un socio fiable. Las críticas sobre las supuestas “trampas de deuda” de la BRI han sido rechazadas por las autoridades nepalíes; el embajador de Nepal en China, Krishna Prasad Oli, calificó tales acusaciones de “totalmente erróneas”.

Tras la formación del gobierno provisional encabezado por la ex presidenta del Tribunal Supremo Sushila Karki, Pekín reaccionó rápidamente. El Ministerio de Asuntos Exteriores chino felicitó a Karki y subrayó la “antigua amistad” entre ambos países, reafirmando el respeto de China por la elección soberana de Nepal en su camino de desarrollo. Poco después, el embajador chino en Katmandú, Chen Song, se reunió con la nueva primera ministra para transmitir las felicitaciones de Pekín y explorar vías de cooperación “mutuamente beneficiosa”.

La salida de Oli, aunque supone un contratiempo para China, no altera de forma sustancial el curso de las relaciones bilaterales. Dada la interdependencia económica y geoestratégica entre ambos países, el futuro gobierno que surja tras las elecciones de marzo de 2026 probablemente mantendrá el compromiso con Pekín, aunque el tono, la intensidad y el estilo de esa relación puedan variar.

Artículo traducido del inglés, publicado originalmente en East Asia Forum, el 21 de octubre de 2025.

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