Acción exterior española en un mundo en cambio: Cecilia Carballo, Equo

 |  17 de noviembre de 2011

 

Cecilia Carballo de la Riva es patrona de la Fundación Equo y miembro de su comisión gestora. Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración, ha realizado consultorías para el PNUD, el MAEC, la AECID, algunas ONGD y la universidad.

¿Cómo percibe el momento que está atravesando la Unión Europea, atacada por una crisis que no termina de gobernarse?

Existe una tensión, clásica en la integración europea, entre los intereses de los Estados miembros y las competencias que puede tener la UE. Ante la gravedad de la crisis económica, parece necesario reforzar los poderes de la Unión y mejorar la capacidad para reforzar su gobernanza económica y un mayor control político sobre las decisiones económicas. Más y mejor Europa es la solución ante problemas que o bien los Gobiernos no pueden solucionar o la solución sólo quedaría en manos de los más poderosos.

 

“Primavera árabe” y Mediterráneo

Bachar el Asad no va a abandonar el poder de manera voluntaria y, según lo visto, seguirá reprimiendo las protestas a sangre y fuego. La Unión Europea ha ampliado las sanciones en varias ocasiones, sin resultados visibles a corto plazo. ¿Cómo debe reaccionar España, en el marco de la UE, ante una crisis de este calibre? ¿Abogando por una mayor intervención, quizá?

La UE debe desplegar todo su potencial político, aprendiendo la lección de los errores cometidos en los países del norte de África. Debe presionar no solo a las autoridades sirias para que cesen en la represión, facilitar el acceso a la democracia y colaborar con las entidades que luchan contra el régimen represor; es indispensable convencer a quienes muestran resistencia para aumentar esa presión –especialmente Rusia y China– y canalizar las actuaciones en el marco de la ONU .

Mohamed VI ha iniciado la senda de la reforma presionado por la primavera árabe. Esta reforma no conllevará cambios estructurales a corto plazo, pero sí que puede abrir las puertas a una transición tutelada y gradual donde la emergente sociedad civil y los partidos puedan alcanzar mayores cotas de libertad. ¿Cómo percibe los últimos movimientos reformistas en Marruecos? ¿Cómo puede España desempeñar un papel activo y acompañar una posible transición marroquí?

Desde la especial relación de vecindad que existe con Marruecos, se debe mantener una posición de diálogo para hacer irreversible el tránsito hacia las reformas democráticas, que no va a ser fácil ni corto en el tiempo. Se deben intensificar las relaciones entre entidades de la sociedad civil; el Gobierno español debería mantener una posición firme, con todo el consenso posible, para que ese proceso de regeneración democrática sea irreversible; y debe coordinar esa posición con las autoridades francesas y con la UE, para que la influencia sea mayor. Además de mantener el diálogo sobre Ceuta y Melilla y el apoyo al proceso de autodeterminación del Sáhara occidental.

El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, ha solicitado ante la ONU el reconocimiento de Palestina como Estado de pleno derecho según las fronteras de 1967, eso sí, sujetas a modificaciones. España ha apoyado dicha reivindicación. ¿Cree que son necesarios pasos como este para desatascar un proceso de paz enquistado desde hace décadas?

Sin duda el reconocimiento del Estado palestino es un paso muy importante para su consolidación externa, pero también para favorecer el diálogo con Israel. Un Estado palestino garantizaría una relación estable con Israel y podría fijar las condiciones de una paz firme y duradera. El gobierno español debe aprovechar sus especiales relaciones con actores importantes de la región para favorecer ese proceso que conduzca a la paz entre los dos Estados.

 

América Latina

América Latina es hoy una región transformada política y económicamente. Esta nueva realidad ofrece para España nuevas oportunidades de relación, pero también supone dificultades a la hora de defender nuestros intereses. Ante esta transformación, y ante la evidente pérdida de relevancia del sistema de Cumbres Iberoamericanas, ¿cómo deberíamos reorientar la política hacia la región para seguir defendiendo los intereses y nuestra posición? ¿Quiénes serían los interlocutores clave?

Hay que aprovechar la situación actual de cambios en América Latina para redimensionar la política iberoamericana, bastante descuidada en los últimos años, como se observa por el descrédito de las Cumbres Iberoamericanas y la pérdida de intensidad en la relación intergubernamental. Hay que establecer una nueva relación con América Latina, potenciando las relaciones económicas y comerciales (desatascando el Acuerdo UE-Mercosur, por ejemplo), combinando las relaciones bilaterales (especialmente con los países más importantes) con la interlocución con entidades regionales (Unasur) y remodelando las Cumbres Iberoamericanas, aprovechando la siguiente cita en Cádiz en 2012.

Cuba está inmersa en un tímido proceso de reformas económicas y políticas, cuyos resultados aún no son visibles. En las últimas dos legislaturas, España ha abogado sin descanso por eliminar la posición común sobre Cuba de la Unión Europea. ¿Cree que se cumplen las condiciones para dar ese paso? ¿De qué manera podría favorecer España un transición democrática en la isla?

La posición común de la UE sobre Cuba es un mecanismo que sirve más para contentar a algunos gobiernos europeos que para lograr algún tipo de cambio en el régimen cubano. El diálogo con las autoridades cubanas para que perseveren en la transformación política y económica da más resultados a medio plazo. La apertura cubana y su proceso de transición debe ser acompañado por el gobierno español –en consonancia con los socios europeos- y también por la interlocución con entidades de la sociedad civil, para lograr que tengan un papel importante en los cambios en Cuba.

 

Misiones internacionales

En 2014, España completará la retirada de tropas de Afganistán, un país al que todavía le queda un largo camino por recorrer no ya para ser considerado un país próspero y estable, sino para escapar de la etiqueta de Estado fallido. En Irak, las cosas evolucionan más favorablemente, aunque la violencia y los problemas económicos siguen muy presentes. ¿Qué balance hace de una década de intervenciones españolas en dos de los escenarios más calientes del planeta?

Suele decirse que es más fácil intervenir en un país que retirarse de él. Aunque con situaciones diferenciadas, las intervenciones en Irak y Afganistán no parecen haber cumplido con los objetivos que se plantearon para justificar la intervención. La retirada de las tropas debe ir acompañada, en la medida de lo posible, por seguir manteniendo la colaboración para la consolidación de Estados democráticos y, sobre todo, para mejorar las condiciones de vida de una buena parte de la población de esos países.

Kosovo ha sido reconocido como Estado independiente por una gran mayoría de países de la comunidad internacional y goza de un estatus de Estado observador en la ONU. ¿Debe España reconocer ya a Kosovo?

Aunque se mantuvieran ciertos temores por el hecho de que se pudiera aprovechar por algunos grupos el caso de Kosovo y poderlo tomar como referencia para el acceso a la independencia, hoy ya no parecen tener sentido, por lo que España debería reconocer a ese Estado. Al mismo tiempo, se debe garantizar que dicho reconocimiento no pone en cuestión las relaciones con otros Estados, como Serbia.

 

Cooperación al desarrollo

España se situó en 2008 a la cabeza de los países donantes, escalando hasta el sexto puesto al año siguiente. Los Presupuestos Generales para 2011 han reducido la ayuda al desarrollo en más de 918 millones, lo que sitúa a la cooperación española en cifras inferiores a las de 2007. ¿Habrá que seguir reduciendo las partidas para la cooperación? ¿Cómo seguir haciendo más con menos?

La cooperación para el desarrollo ha sido uno de los activos más importantes de España en el exterior. El recorte supone un ajuste cuantitativo muy importante –algo más de mil millones- y la renuncia a alcanzar el 0,7% en 2012. La consigna es mejorar la calidad aunque disminuya la cantidad. El crecimiento de la ayuda española no ha venido acompañada de un buen funcionamiento, por lo que se debe aprovechar esta circunstancia de crisis para incorporar mejoras en la política y la gestión de la ayuda española.

Mientras España se ha mostrado muy activa en la defensa de los derechos humanos y la democracia en los foros y escenarios multilaterales, estos principios y valores han tendido a quedar ausentes en las relaciones bilaterales. Los casos de China y Rusia son ilustrativos. ¿Debería mostrarse España más firme en la defensa de los derechos humanos, aún a riesgo de enturbiar sus relaciones con estos gigantes mundiales?

La coherencia en la defensa de los principios básicos de una forma de comprender la vida internacional debe ser aplicada en todos los casos. No sólo China y Rusia, también casos como los de Marruecos o Guinea Ecuatorial marcan la tensión entre los principios que se proclaman y los intereses que deben defenderse. El argumento es que la defensa de los derechos humanos no es en absoluto contraria a la intensidad de las relaciones bilaterales; si bien por pragmatismo se debe ser firme en el fondo y diplomático en las formas.

 

Servicio exterior

La creciente complejidad de la política exterior y, sobre todo, la ampliación de los intereses exteriores de España reclama desde hace años una reforma del servicio exterior. Es preciso dotar al ministerio de Exteriores de mayores recursos humanos y materiales, así como redefinir sus objetivos. ¿Cuáles son sus propuestas al respecto?

La modernización del servicio exterior español se ha convertido en una cuestión que se aplaza indefinidamente. Hay que realizar reformas profundas en la forma de gestionar los asuntos diplomáticos que no se ha adaptado a los tiempos, innovando y aplicando formas de gestión más eficaces y eficientes. Un asunto crucial es la adaptación de la representación exterior española al nuevo escenario del Servicio Europeo de Acción Exterior.

Entrevista realizada por Pablo Colomer y Áurea Moltó.

 

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