El recién elegido primer ministro de Grecia, Kyriakos Mitsotakis (ND), saluda a sus partidarios tras conocer los resultados de las elecciones del 7 de julio de 2019/GETTY

Agenda Exterior: Grecia y la UE

Agenda Pública y Política Exterior
 |  11 de julio de 2019

¿Cuáles son las consecuencias de las elecciones griegas en la UE? ¿Anuncian cambios en las relaciones entre el norte y el sur de Europa? 

Tres rescates y 280.000 millones de euros después, Grecia vuelve a la senda del conservadurismo. Diez años después de que se desatase la tormenta económica perfecta, un partido logra la mayoría absoluta en el Parlamento: la Nueva Democracia de Kyriakos Mitsotakis, desalojando del poder a Alexis Tsipras y Syriza después de un solo mandato. ¿Señal de que los griegos ven la luz al final del túnel? ¿O de una frustración creciente? Preguntamos a los expertos por las consecuencias del giro conservador en Grecia para la Unión Europea, y si este anuncia cambios en las relaciones entre el sur y el norte del continente.

 

Hibai Arbide Aza | Corresponsal de Telesur en Grecia. @Hibai_

Juncker tardó minutos en felicitar a Mitsotakis por su victoria, demostrando que la troika quería golpear a Tsipras y no permitir un gobierno a la izquierda de la socialdemocracia para disciplinar al resto de países europeos y otras izquierdas en la Unión. A diferencia de Syriza, que con contradicciones, errores y aciertos intentó repartir el peso de la austeridad en las clases medias y altas, los recortes ahora los sufrirán los más pobres: en servicios públicos, sanidad, etcétera.

Habrá una mayor predisposición de colaboración entre los acreedores y Grecia, porque la segunda tendrá una mayor predisposición a obedecer a los dictados de los primeros. En un principio no se traducirá tanto en hechos concretos –los acreedores, hasta el momento, han llevado a cabo casi todos sus propósitos–, pero se presentará una mejor relación con la UE del norte, así como una peor relación con vecinos como Macedonia del norte y Turquía. Habrá algún tipo de escenificación de que Grecia vuelve al redil: es decir, algún tipo de premio o zanahoria para poder seguir dando palos.

En relación a las políticas migratorias, cuestión sensible por la posición de Grecia, no creo que Mitsotakis juegue la carta Salvini, poniendo el peso comunicativo de su gobierno en la cuestión de las fronteras, pero querrá reforzarlas y recortar gastos en los campos de refugiados, lo que supondrá un empeoramiento de condiciones de vida en situaciones que ya son de por sí son duras. Mitsotakis intentará que el acuerdo bilateral con Turquía para deportar refugiados vuelva a entrar en vigor, pero aquí contará especialmente la posición de Erdogan, que rompió el acuerdo Grecia-Turquía de 2002, por el que más expulsiones se han realizado (más que con el acuerdo Turquía-UE de 2016). Erdogan podría tensar a cuerda en este frente, o colaborar y confrontar en Chipre y las aguas territoriales –cuestiones simbólicas que refuerzan tanto al nacionalismo griego como al turco.

 

Begoña Castiella | Corresponsal de ABC en Grecia @bcastiella

La derrota sufrida por la Coalición Radical de la Izquierda (Syriza) el 7 de julio ha demostrado que algo ha cambiado en Grecia: la victoria del partido de centroderecha Nueva Democracia con mayoría absoluta muestra que los partidos populistas, incluyendo la extrema derecha nacionalista, crecieron durante la crisis económica, pero finalmente perdieron el apoyo popular. Hay que destacar sin embargo que Syriza perdió solo por un 8,3% y se ha convertido en el nuevo partido a la izquierda de la socialdemocracia, sustituyendo de hecho al Pasok, que pasa a ser un partido de menos del 10% y ahora se llama Movimiento por el Cambio.

El caso griego es un ejemplo para el resto de Europa de como el empobrecimiento de la clase media lleva al populismo, a la extrema derecha y al nacionalismo. De cómo una izquierda alternativa tiene no solo que hacer promesas, sino cumplirlas. Y de cómo, en el caso de los griegos en estas elecciones, al no cumplirse estas promesas, el electorado se inclina hacia la esperanza de un cambio y una mejora de su nivel de vida. Esto hace votar a la derecha hasta a gente de izquierdas, dejando atrás ideologías. Quizás porque el voto de castigo es una característica muy griega que no comparten otros países europeos.

Esta derrota de los radicales anuncia una vuelta a una cierta normalidad con un nuevo bipartidismo, parecido al que hubo durante más de treinta años, a partir de 1974, en Grecia. Y viendo los resultados europeos, hay menos progresismo: el grupo de la Izquierda Europea al que pertenece Syriza ha perdido escaños y ha pasado de ser la quinta a la octava formación. Deberán analizar por qué perdieron la confianza de los votantes y reformar su programa.

 

José Fernández-Albertos | Investigador permanente en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos de CSIC. @jfalbertos

Estas elecciones marcan el fin de la situación de excepcionalidad griega desde el punto de vista electoral. Desde el punto de vista de las relaciones entre gobierno nacional e instituciones europeas, esta excepcionalidad desapareció hace años, con la actitud más pragmática del nuevo gobierno post-Varufakis y la gestión económica de Tsakalotos. También con un simultáneo y lento –pero no irrelevante– cambio de actitud en el Eurogrupo hacia el gobierno griego. La economía griega finalmente remontó vuelo, con un superávit primario por encima del 4% en 2018.

Contra muchas lecturas fáciles, desde el punto de vista electoral, estos comicios suponen pocos cambios respecto de las tumultuosas elecciones de 2015. Syriza, tras su giro pragmático y con divisiones o escisiones a su izquierda, sigue por encima del 30% (solo baja cuatro puntos). Las “revueltas” hacia su pragmatismo no logran capturar muchos electores; la extrema derecha se divide y pierde peso electoral; la derecha convencional reagrupa su voto en torno a Nueva Democracia, reuniendo al centro moderado y a la derecha nacionalista. En clave europea, la tesis de un profundo realineamiento en torno al eje europeístas vs. euroescépticos, como muchos interpretaron lo que ocurrió en 2015 –y la alianza de Syriza con Griegos Independienes (ANEL)–, hay que ponerla en cuarentena, al menos en el sur de Europa. La supuesta penalización al pragmatismo de Syriza no es nada visible, lo que facilita la formación de una nueva mayoría en el centroderecha. Es un discurso claramente ideológico tradicional: bajos impuestos y la cuestión nacional, activada por el reconocimiento de Macedonia del Norte.

No me atrevería a hacer predicciones fuertes sobre las implicaciones a escala europea, pero esta “normalización” podrían contribuir a una lectura diferente del conflicto norte/sur, desvinculándose de la cuestión izquierda y derecha. En el sur hay una izquierda “alternativa”, exitosa electoralmente pero que no puede construirse “contra” Europa. Vamos a ver también, previsiblemente, una derecha europeísta que exige reformas en la gobernanza de la eurozona para corregir los desequilibrios que siguen existiendo.

 

Irene Martín | Profesora de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid.

Probablemente, el cambio de gobierno en Grecia no tenga muchas consecuencias para la UE. Tanto Syriza como Nueva Democracia son partidos fundamentalmente europeístas, pero que también han sido críticos con las condiciones de los distintos rescates. En 2012 Samarás dijo que “haría trocitos el acuerdo del rescate”, pero cambió de actitud cuando llegó al gobierno. Algo no tan distinto de lo que le ocurrió a Syriza antes y después del referéndum de 2015. Con la victoria de Nueva Democracia en las elecciones del 7 de julio de alguna forma se repite la historia. Entre los puntos centrales de la campaña de Mitsotakis está la bajada de impuestos y la renegociación del superávit primario que exigen los acreedores. No parece, pues, que vaya a abandonar la lucha por la flexibilización de las medidas de austeridad que aún afectan a los países del sur de Europa.

Lo que no se conoce todavía es qué argumentos encontrará para convencer a los acreedores. De hecho, la respuesta del jefe del Eurogrupo no se ha hecho esperar: “Los compromisos son los compromisos”.

También surgen dudas sobre cómo gestionará el nuevo gobierno el Acuerdo de Prespes sobre el nombre de Macedonia del Norte. El líder de ND se mostró claramente contrario al acuerdo durante su negociación, postura que reflejaba el rechazo al acuerdo de una amplia mayoría de los griegos. No obstante, ha sido ambivalente, ya que también ha declarado que, en caso de llegar al gobierno, respetaría el acuerdo. Como le han recordado sus rivales electorales, en un pasado no tan lejano, líderes de su partido como su padre, su hermana, o Kostas Karamanlis, mostraron una postura más transigente, cuando no claramente favorable al reconocimiento del nombre.

Uno de los aspectos en los que ND muestra un perfil más conservador es en la política migratoria. Estas competencias han sido asumidas, junto con la política penitenciaria, por el nuevo superministerio de Protección al Ciudadano. Mitsotakis ha prometido un mayor control de las fronteras para frenar la inmigración, para lo que requerirá de una mayor colaboración con la UE. Las exploraciones turcas en la  zona próxima a Chipre también pueden ser un terreno en el que la UE deba tomar partido.

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