Matteo Salvini, durante la cumbre informal de los ministros de Justicia e Interior de la Unión Europea en Bruselas, el 12 de julio de 2018. UNIÓN EUROPEA

Agenda Exterior: Italia y el futuro del euro

Agenda Pública y Política Exterior
 |  31 de octubre de 2018

¿Presenta Italia un riesgo para la zona euro?

 

El pulso entre la Comisión Europea y el gobierno de Italia a raíz de los presupuestos presentados por este último, que incumplen las reglas del Pacto de Estabilidad, no ha hecho más que comenzar. La coalición al frente de la cuarta economía de la Unión Europea –la Liga de Matteo Salvini y el Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Luigi Di Maio– ha reculado ante las advertencias de Bruselas, pero no rebaja el tono de sus ataques a la UE. El país, con una deuda pública del 131,2% y una economía estancada, parecer navegar a la deriva en el plano económico. Preguntamos a los expertos si Italia presenta un riesgo para la zona euro.

 

Joaquín Almunia | Presidente de CEPS. Exvicepresidente de la Comisión Europea y exministro. @AlmuniaJoaquin

El plan fiscal presentado por el gobierno italiano ante la Comisión Europea, desafiando las reglas del Pacto de Estabilidad, supone ante todo un serio riesgo para la economía italiana. El dato del tercer trimestre confirma que su crecimiento interanual es del 0,8%, en contra del optimismo de las autoridades de Roma, lo que les debiera devolver a la realidad. La prima de riesgo de la deuda italiana ha aumentado por encima de los 300 puntos básicos, a pesar de las compras que sigue llevando a cabo el Banco Central Europeo hasta final de año. Esa tendencia reduce el margen de maniobra fiscal aun más, y la pérdida de valor de los activos de deuda pública italiana en manos de los bancos les obligará a estos a recapitalizarse. En consecuencia, como ha apuntado Olivier Blanchard, nada partidario de la austeridad, Italia tendrá un crecimiento aún menor salvo que se produzca un giro de ciento ochenta grados en la orientación de su política presupuestaria, recorriendo el camino inverso al que ha apuntado el actual ejecutivo.

Por el momento, las repercusiones sobre la zona euro están siendo muy limitadas. La credibilidad del BCE, la firmeza de la Comisión y la orientación responsable de las políticas fiscales de los demás países –España incluida– han conseguido hasta ahora evitar el contagio, a diferencia de lo que sucedió en los años de la crisis. Lo que vaya a suceder en el conjunto de la Unión Económica y Monetaria en los próximos meses dependerá de los comportamientos de Roma y de Bruselas. Si el gobierno italiano persiste en su propuesta, la Comisión debe aplicar con firmeza las reglas, abriendo un procedimiento de déficit excesivo, que puede acabar en sanciones. Caso de confirmarse esta hipótesis, los máximos perjudicados serán los ciudadanos italianos, con tasas de crecimiento aún menores e incluso negativas, aumento de los tipos de interés y caída del empleo. Y en lo que respecta a las demás economías del euro, en particular las de la periferia, deben presionar para vencer cuanto antes los obstáculos que se oponen a completar la Unión Bancaria, y poner en marcha mecanismos para compartir riesgos entre aquellos países que actúan de manera responsable.

 

Steven Forti | Profesor asociado en la Universitat Autònoma de Barcelona e investigador del Instituto de Historia Contemporánea de la Universidade Nova de Lisboa. Colaborador de la revista italiana de geopolítica Limes. @StevenForti

Aunque el choque entre el gobierno italiano y la Comisión es preocupante, no creo que a corto plazo amenace el futuro del euro. Desde que formaron el nuevo ejecutivo, tanto la Liga como el M5E han repetido hasta la saciedad que no quieren salir de la moneda única. Además, el techo de gasto aprobado –con un déficit del 2,4% en vez del 1,6% del PIB que se había pactado– no es especialmente alarmante en sí. El problema, si acaso, es que los presupuestos que está elaborando el ejecutivo incrementan el gasto corriente con fines electorales y en perjuicio de las inversiones. Italia, con una deuda pública del 131,2% y una economía estancada –en 2018 crecerá un 1% y en 2019 aún menos– necesita inversiones. Y estas brillan por su ausencia. Si a todo esto le añadimos el fin del quantitative easing, los riesgos para la economía transalpina son notables.

Veremos si, como parece, el gobierno italiano sigue en sus trece, si se aplica en noviembre una multa de la Comisión (entre 3.000 y 7.000 millones de euros) y si Roma la paga. Lo más probable es que se mantenga un nivel de tensión “controlado”, que beneficiará electoralmente a la Liga y al M5E. El objetivo de Salvini y Di Maio es descargar las responsabilidades de los fracasos políticos y económicos sobre Bruselas. El problema es que la intransigencia de la Comisión da fuelle a la propaganda populista y euroescéptica de los dos partidos del gobierno.

De todos modos, hay muchas incógnitas y mucho dependerá de los mercados, que de momento se mantienen aún a la espera. Standard & Poors ha rebajado la perspectiva de la deuda italiana de estable a negativa, pero no la ha reducido al nivel basura. La prima de riesgo baila alrededor de los 300 puntos desde hace semanas, pero no ha despegado aún. Este viernes tendremos también los resultados del test de estrés de los bancos italianos.

Si efectivamente existe riesgo para el euro lo entenderemos solo tras las elecciones europeas, dependiendo de los resultados de las fuerzas nacional-populistas en toda la UE. A día de hoy, el riesgo real que supone la crisis entre Roma y Bruselas es el de una desarticulación de las instituciones de la UE. A largo plazo, y dependiendo de los resultados de las europeas, no es descabellado imaginar una UE mucho más débil y menos integrada que, sin embargo, mantiene el euro como moneda única.

 

 

Eleonora Poli | Investigadora en asuntos de la Unión Europea en el Istituto Affari Internazionali (IAI). @Poli_Eleonora

Con un crecimiento económico débil y una deuda pública en ascenso, alcanzando el 132% del PIB, Italia es sin duda un lastre para la estabilidad de la zona euro. En este contexto, la Comisión ha pedido al gobierno italiano que reduzca su deuda aplicando estrictos ajustes presupuestarios. Sin embargo, con más de cinco millones de personas –el 11% de la población– viviendo por debajo del umbral de pobreza, para la actual coalición gubernamental tiene sentido “político” promover políticas económicas y fiscales expansivas. En especial si tenemos en cuenta que uno de los partidos gobernantes, el M5S, incluye en su manifiesto político amplias políticas de bienestar como una renta básica. Por otro lado, una desviación del presupuesto italiano de la reglas de la UE podría poner en peligro la estabilidad de la zona euro y obligaría a la Comisión a hacer una excepción, cosa que no es sostenible, sobre todo si el resto de países de la moneda única acabasen sumándose al carro.

En estos momentos, la mayoría de los italianos aún votarían quedarse en la UE si se celebrase un referéndum sobre la permanencia. Sin embargo, cada vez un número mayor de ciudadanos (24%) preferirían abandonar la Unión, tendencia que sin duda representa una amenaza. De ella se vale el gobierno, legitimándose, para su retórica euroescéptica. Sin duda, un #Italexit no beneficiaría ni a Italia, cuya economía está estrechamente ligada a otros países de la Unión –el 61% de sus importaciones vienen de Estados miembros y el 56% de sus exportaciones se quedan en la UE–, ni a la Unión Europea, dado que dañaría la zona euro y su credibilidad. Italia es la cuarta economía de la UE y uno de sus miembros fundadores. Esto supone un dilema serio. Italia es demasiado grande para ser ninguneada por la zona euro, pero al mismo tiempo es demasiado grande para apoyarla de manera incondicional.

 

Federico Steinberg | Profesor de la Universidad Autónoma de Madrid e investigador del REAL INSTITUTO ELCANO. @Steinbergf

Si algún país representa una amenaza para el euro es Italia. Sin embargo, esa amenaza es pequeña. Según los sondeos, más del 70% de los italianos quiere mantenerse en el euro, por lo que ningún gobierno, por extremista o anti-sistema que sea, tomará esta decisión. Pero esto no quiere decir que no vayan a venir curvas. Tras el desafío que el presupuesto italiano supone para las reglas fiscales de la UE, el choque de trenes entre la Comisión y el gobierno italiano está servido. Los próximos meses serán difíciles porque el gobierno no dará marcha atrás ante la amenaza de sanciones de Bruselas, ya que el enfrentamiento con la UE le da réditos electorales (solo un 42% de los italianos está contento con la pertenencia de su país a la UE, según el último Eurobarómetro).

Lo único que hará modificar su posición a la coalición de gobierno Lega/M5S será la presión de los mercados. Esta ha sido la gran enseñanza de la crisis del euro. Pero esta presión podría tardar en llegar, aunque tarde o temprano lo hará, especialmente a partir del momento en el que el BCE termine con su programa de compras de deuda pública, probablemente durante 2019.

Pero más allá de este enfrentamiento, si Italia no consigue aumentar su potencial de crecimiento mediante reformas, mantenerse dentro del euro le será cada vez más difícil. Desde 1999, ha perdido 20 puntos de renta per cápita en relación a Alemania y el nivel de renta hoy es parecido al que tenía al crearse el euro. Esta trayectoria no es sostenible a largo plazo. Fuera de la Unión Monetaria hace demasiado frío, pero a día de hoy el euro sigue siendo, para muchos de sus miembros, un matrimonio infeliz con un coste de divorcio imposible de asumir. Hay que conseguir que funcione mejor.

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