Autor: Pedro A. Martínez Lillo y Joaquín Estefanía (coords.)
Editorial: Marcial Pons
Fecha: 2016
Páginas: 346
Lugar: Madrid

América Latina: un nuevo contrato social

Sonia Ruiz Pérez
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América Latina se encontró con condiciones internacionales excepcionales a principios de este siglo, y la región supo aprovecharlas para dar un salta de prosperidad. Tras la crisis de 2008 resistió los embates de la Gran Recesión casi mejor que ninguna otra región del planeta. Sin embargo, hoy la región se enfrenta una serie de desafíos capaces de comprometer la sostenibilidad de su crecimiento y de los logros sociales alcanzados. En América Latina: un nuevo contrato social, Pedro A. Martínez Lillo y Joaquín Estefanía recogen las aportaciones de expertos en la materia para poder dar una explicación exhaustiva y representativa de los cambios económicos y culturales que han tenido lugar en la región, y de lo que podemos esperar en el futuro.

Como se recoge en una cita de Jamele Rigolini, economista del Banco Mundial, en el propio libro: “Si en los próximos años los países de la región no logran diversificar sus economías y que las empresas innoven más, aparte de crecer por debajo de sus posibilidades, dependerán de la volatilidad de los mercados externos”. América Latina parece estar constituida por potencias de segundo orden, dependientes de las hegemónicas. Y sin embargo, el continente ha sido capaz de crear grandes empresas –las llamadas multilatinas o translatinas– con tamaño para competir con las firmas más vanguardistas en mercados tan competitivos como el estadounidense. Las brasileñas Embraer o Alpargatas, las argentinas Techint o Arcor, las mexicanas Alfa o Elektra, las chilenas Falabella o Sonda, el grupo Gloria o Belcorp de Perú y las colombianas Bavaria o Nutresa, por mencionar algunas, son compañías fuertes en sus sectores en toda la región y tienen sedes u operaciones en decenas de mercados del mundo. Asimismo, en la actualidad, la proporción de personas en situación de pobreza es la más baja en la historia de la región desde que se tiene registro, aunque la mayoría de los pobres que protagonizaron el ascenso social no se integraron directamente en la clase media, sino que pasaron a formar parte de un grupo situado entre medias, lo que el Banco Mundial denomina “los vulnerables”.

Sin embargo, en los años posteriores a la crisis, el ritmo de reducción de la pobreza y la desigualdad se desaceleró. La región afronta desde entonces el riesgo de estancamiento o incluso reversión en los logros sociales alcanzados. Evitar esa reversión es una de las responsabilidades ineludibles de los gobiernos actuales.

Las páginas del libro ahondan en el análisis y la problemática del reto que afronta América Latina, en un tiempo histórico definido por su inserción en la era global. El retroceso político y social puede limitar el importante progreso alcanzado en estos años. Para ver el desarrollo, los autores estudian la situación desde dos coyunturas: por un lado la última década del pasado siglo, con las nociones de democracia, mercado y Estado en la cultura política latinoamericana teniendo como referente el Consenso de Washington, y por otro lado la primera década de este siglo, en el que destaca un giro en la cultura política latinoamericana. Desde el peronismo de los Kirchner en Argentina, pasando por el Partido de los Trabajadores en Brasil, el chavismo, el Movimiento al Socialismo de Evo Morales en Bolivia o el Frente Amplio uruguayo, hasta el retorno democrático al poder del sandinismo en Nicaragua y del FMLN en El Salvador, tanto en América del Sur como en Centroamérica han predominado unas fuerzas que hegemonizan el panorama regional. El Triunfo de Macri en las presidenciales de Argentina, junto a la derrota de Maduro en las parlamentarias de Venezuela, ambos sucesos de 2015, parecen significar el cuestionamiento de este ciclo.

Como expresa la directora del Latinobarómetro, Marta Lagos, “América Latina no evoluciona por un camino ya diseñado, sino que más bien inventa su propio camino; tiene democracias en espera del desmantelamiento de las desigualdades, poblaciones que solo se creen su propia experiencia, sociedades separadas por el color de la piel”. Para que América Latina alcance entonces un progreso real y duradero, parece necesario que haga honor al título del libro. Será necesario que lleve a cabo un nuevo contrato social.