La elección de François Hollande como presidente de Francia tendrá efectos positivos en el cambio de rumbo de la política económica que la UE necesita para superar la situación actual.
La victoria del socialista François Hollande en las presidenciales de mayo se ha convertido en el primer éxito importante de la socialdemocracia europea, después de cuatro años en los que ha sufrido estrepitosos fracasos electorales en todos los grandes países de la Unión Europea. Las elecciones parciales en Alemania e Italia muestran también una recuperación de los partidos progresistas en estos países que, de confirmarse en las generales de 2013, podría extenderse a otros Estados miembros, y dar comienzo así a un cambio de ciclo político, con consecuencias importantes para el futuro de la UE.
El nuevo presidente necesita mucha fuerza política en su propio país para negociar en el seno de la UE, sobre todo con la canciller alemana Angela Merkel, un cambio sustancial de la política económica comunitaria. La única duda que debe resolver la segunda vuelta es si el Partido Socialista tendrá mayoría absoluta, solo o con los ecologistas, o necesitará el apoyo del Partido de Izquierda de Jean-Luc Melénchon, lo que tendría sin duda un efecto de radicalización en las políticas, previsiblemente moderadas, de Hollande, tanto en política interior, como en su política europea…

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