POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 187

George H.W. Bush y Mijaíl Gorbachov durante una cumbre EEUU-Rusia dedicada a desarme (Moscú, 31 de julio de 1991). MIKE FISHER/AFP/GETTY

Del orden de los WASP al caos de Trump

La muerte de George H.W. Bush ha recordado en todo el mundo la desaparición de un modo de hacer y de entender la política.
Jaime de Ojeda
 | 

En el clima político, cada vez más enrarecido, que se vive en Estados Unidos, el funeral del presidente 41, George Herbert Walker Bush, ha sido como una bocanada de aire fresco que nos ha recordado lo que era la “normalidad”. Raro es decir esto cuando las pompas fúnebres que la televisión regaló al país durante varios días fueron de un boato espléndido; pero es que la figura del 41 presidente hizo ver por un instante hasta qué punto el mundo político ha degenerado en los últimos años. El contraste no pasó desapercibido a Donald Trump: sus gestos y sus expresiones faciales, las de una fiera acorralada, denotaban la incomodidad que le producía medirse con una memoria que tanto destacaba el sórdido esperpento que a diario depara con sus aliados republicanos.

George H.W. Bush era ante todo un caballero, si es que alguien se acuerda aún de lo que esto significaba. Fue el último representante del predominio político del noreste de EEUU, la Nueva Inglaterra de Boston, educado en colegios y universidades de estilo inglés, con un énfasis en la educación del “carácter”. Fueron unas generaciones que han sido llamadas los WASP: blancos, anglosajones, protestantes, en su acrónimo inglés. Engendraron el espíritu de esta nación y la han conducido durante los pasados 100 años con todas sus virtudes y defectos. Entre sus virtudes destacaba el sentido del deber, la lealtad, el juego limpio en toda ocasión, aun cuando favoreciera al contrincante, la responsabilidad que acompaña a su privilegiada posición, en especial el servicio a la nación, tanto en las fuerzas armadas como en la política y administración del Estado. Entre sus defectos, destacaba la ingenua arrogancia de su sentimiento de superioridad y la convicción del excepcionalismo de EEUU que les condujo también a cometer grandes errores. Pese a todo, fueron quienes…

PARA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO