POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 15

El fin de Yalta

Otto de Habsburgo
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Los acontecimientos que marcaron el año 1989 y gran parte de 1988 demostraron con claridad que el equilibrio entre potencias, establecido en Yalta en 1945, había llegado a su fin. Hemos vivido, por tanto, momentos históricos que han propiciado el que, de hecho, esté surgiendo un nuevo orden en Europa.

La evolución se debe, ante todo, a tres destacados acontecimientos que se desarrollaron durante los cuarenta años que separan 1945 de 1985.

El primero de ellos tuvo lugar en 1965, con el lanzamiento del misil intercontinental. En esta fecha, Louis Armand declaró que se trataba de un acontecimiento histórico significativo, porque, en lo sucesivo, cualquier persona podría ser observada y controlada en todo lugar y momento. Con ello pretendía poner de manifiesto un hecho de capital importancia: el espacio que había dominado la vida humana durante miles de años, perdía de este modo su valor estratégico y, por tanto, político. Todo esto tenía que conducir, necesariamente, a cambios fundamentales.

Del mismo modo, el concepto de alianza ya no posee el significado que tuvo en el pasado. Tras acabar la II Guerra Mundial, cuando una gran potencia establecía un acuerdo de alianza con un Estado pequeño y acudía en ayuda de éste en caso de conflicto, el riesgo que implicaba el cumplimiento de las obligaciones contraídas estaba estrictamente limitado. Incluso en el caso de poder salir derrotado, se arriesgaba una provincia, una dinastía o un ejército, pero la esencia misma de la nación no resultaba amenazada. De ahora en adelante, por el contrario, el tipo de apoyo que una potencia nuclear podría prestar a sus aliados más débiles en caso de conflicto, hace que el riesgo se convierta en ilimitado, además de poner en cuestión, efectivamente, la existencia misma de la nación. De ahí que, sin duda alguna, un Gobierno responsable…

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