POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 226

Retrato de Jacques Delors, que como presidente de la Comisión Europea fue capaz de impulsar reformas exitosas como el Acta Única Europea, el Tratado de Maastricht y la Unión Económica y Monetaria.. (Bonn, 6 de julio de 1994). GETTY

El final de la inocencia para la defensa europea

Era cómodo ser pacifista en Europa porque EEUU y la OTAN nos protegían con la disuasión nuclear y la presencia de tropas. La paz americana representaba una especie de abdicación europea. Pero ahora llega el final de la inocencia.
Julio Baquero Cruz
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Finalmente lo vemos con claridad: el antimilitarismo europeo de las últimas décadas se basaba en una percepción deformada de la realidad. Atractivo en teoría, inadecuado en la práctica. Los sistemas de poder no comparten valores ni puntos de vista. Existen múltiples amenazas, voluntad de dominio, lucha por recursos escasos, ideologías, identidades… En esa tesitura, el pacifista con anteojeras se expone a lo peor. Hay pocas cosas peores que la guerra, pero las hay. Vivir subyugado puede ser peor que luchar por lo que uno quiere. En las relaciones entre grandes potencias, muchas comunidades políticas se han enfrentado a ese dilema: luchar o abdicar. Unas han optado por lo primero, venciendo o fracasando. Otras han abdicado.

Era cómodo ser pacifista en Europa porque Estados Unidos y la OTAN nos protegían con la disuasión nuclear y la presencia de tropas. La paz americana de la que nos hemos beneficiado, confiando una parte esencial de la soberanía a un tercero, representaba una especie de abdicación europea. Los ciudadanos se sintieron seguros y pensaron que las guerras eran algo ajeno y lejano. La defensa casi dejó de formar parte del debate público. En la segunda presidencia de Donald Trump, ese paraguas podría reducirse, cerrarse o romperse. Es el final de la inocencia. Los europeos descubren las condiciones precarias de su seguridad con una guerra a las puertas de la Unión Europea.

Ese cambio en curso, de dimensiones todavía inciertas, llega como una ducha fría, pues las ilusiones tardan en disiparse. Una ilusión era que la integración europea nos protegía contra la guerra. Puede ser cierto en la esfera interna: por los lazos que existen entre los Estados miembros, resulta inconcebible un conflicto bélico entre ellos, como auguró la declaración Schuman en 1950. Ahora bien, esa paz tenía lugar en el invernadero de la…

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