>   NÚMERO 73

El país que quería ser como China

Fernando Barciela
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Al margen de la mejoría de algunos indicadores económicos, el principal mérito de Narendra Modi ha sido sacudir a la sociedad india y convencerla de que tiene que cambiar y ponerse al día si quiere alcanzar a su rival del Este. Otra cosa es que al final lo consiga.

India sigue bastante enfervorizada con su singular primer ministro, Narendra Modi. A poco más de un año de que llegara al poder y acabara con la larga trayectoria del Partido del Congreso (CNI), el país sigue viviendo bajo los efectos de la “revolución” liberal, reformadora y nacionalista (Hinduness) puesta en marcha por el líder del Bharatiya Janata Party (BJP). El estado de euforia y autoconfianza sigue tan fuerte que buena parte de la sociedad india empieza a ver posible, por primera vez, repetir en su país la historia de éxito escrita por China.

La publicación por el FMI de las previsiones de crecimiento del PIB de India para 2015, el 7,5 por cien (superiores a las de China), ha provocado verdadera conmoción entre las élites indias. El primer trimestre de este año el país ya creció más que su rival; un 7,5 por cien frente al siete. No es el único indicador que ha alentado el optimismo en el país. La inflación baja, igual que los tipos de interés y el déficit fiscal, y la inversión extranjera directa va disparada. El hecho de que algunos economistas hayan atribuido el mayor crecimiento de India a los cambios en la forma de computarlo, no ha reducido ni un ápice el triunfalismo imperante en el país.

De momento, parece evidente que el llamado “efecto Modi” ha sido bueno. La fama de reformador, que le acompañaba como gobernador de Gujarat (calificado como el gran motor de India), sus planes de modernización y la presteza con…

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