Esta conmemoración no es la de una expulsión, como sucede con la comunidad judía (1492) o musulmana (1613), y nos da la oportunidad de mostrar un modelo exitoso que debería ser difundido por el Servicio Exterior de nuestro país, regulado por la Ley 2/2014, de 25 de marzo, de la Acción y del Servicio Exterior del Estado, que en su fundamentación propone “promover los valores e intereses de España con el objetivo de fortalecer su presencia internacional y reforzar su imagen en el mundo”.
De hecho, los gitanos constituyen el grupo étnico más antiguo, numeroso y discriminado de Europa. Los más de 15 millones de personas que lo conforman se distribuyen por todos los Estados del continente desde que llegaran en 1322, procedentes de India a través de Persia y Bizancio. La invasión musulmana del país, en el siglo X, les empujó a emprender una de las migraciones que han dejado mayor trazo en la historia. El resto de los gitanos hay que encontrarlos en la diáspora de América, conformada por las persecuciones españolas de los siglos XV-XIX y las dos guerras mundiales del siglo XX. La mayoría de ellos viven en Sudamérica.
El Eurobarómetro de 2024 sobre discriminación continúa situando el antigitanismo como la discriminación más extendida, aún más que los emigrantes magrebíes y subsaharianos. Se da además la paradoja de que la discriminación que sufren muchos de ellos es acumulativa, porque, al rechazo por su condición gitana, suman la de su condición social, religiosa, sexual o física. Por tanto, nadie hay más discriminado en Europa que una mujer gitana pobre, mayor, homosexual, musulmana y con discapacidad (no olvidemos que, conforme al Banco Mundial, los gitanos viven entre 10 y 15 años menos que el resto de la población. Un hat trick perverso).
En el caso de España, su llegada está perfectamente trazada. El 12 de enero de 1425 el rey Alfonso V de Aragón concedió un salvoconducto al conde Juan de Egipto Menor y su séquito para cruzar su reino hacia Santiago de Compostela, donde afirmaban ir como peregrinos. A ellos les seguirían hasta 1484 otros cinco nobles titulados (se dieron cuenta del estatus que eso comportaba entonces en Europa) y su séquito. En 1462 completaron su recorrido por la Península con su llegada a Jaén, antes incluso de la caída de Granada, asentándose por el camino en distintas ciudades.
Fascinación y asimilación
Tras una primera etapa de fascinación, por su indumentaria, su lengua y sus costumbres, con la clausura de la Reconquista sufrieron el mismo proceso asimilador que musulmanes y judíos. Fueron acusados de herejía y brujería por, respectivamente, tener sus creencias índicas y practicar la medicina natural. Conforme a ello, el 4 de marzo de 1499, llega la Primera Ley o Pragmática contra los gitanos promulgada por los Reyes Católicos, que acaban de recibir ese título del papa Alejandro VI. A partir de ahí, hasta 1812, se sucedieron hasta 459 disposiciones legales contra los gitanos en España, que les hicieron asentarse en 41 municipios, cambiando sus apellidos, vistiendo como el resto de la población y renunciando a su lengua. El caló es lo poco que nos ha llegado.
«Nadie hay más discriminado en Europa que una mujer gitana pobre, mayor, homosexual, musulmana y con discapacidad»
Hay que destacar el proyecto de exterminio emprendido por el marqués de la Ensenada el 31 de julio de 1749, conocido como La Gran Redada, en la que 9.000 gitanos en edad fértil fueron separados de sus mujeres para llevarlas a galeras y evitar con ello su reproducción. En la mentalidad ilustrada, de matriz europeísta, no cabía una comunidad de origen india, con mecanismos lógicos y categorías propias, en pleno contexto europeo. Esta situación concluyó el 4 de mayo de 1978, cuando se suprimieron tres artículos del reglamento de la Guardia Civil. Para ello fue clave la intervención de Juan de Dios Ramírez Heredia, diputado constituyente en la España democrática y posterior miembro del Parlamento Europeo.
Esa fue la base sobre la que se ha construido el modelo español de intervención con la comunidad gitana. En 1985 el gobierno central creó el Programa de Desarrollo Gitano, que estableció una línea estable y específica de subvenciones. Fue el detonante del crecimiento asociativo que a principios de la década de 1990 dio paso a una decena de federaciones autonómicas y, posteriormente, a entidades temáticamente especializadas en jóvenes o mujeres. Desde 2005, con el Pla Integral del Poble Gitano a Catalunya, se trasladó a nivel autonómico. Afortunadamente son muchos los municipios españoles que cada 8 de abril celebran el Día Mundial del Pueblo Gitano echando flores y velas a los ríos, en recuerdo de las víctimas de las persecuciones.
Nada de todo ello sucedió en el resto de Europa. Desde que en 1322 un monje ortodoxo diera cuenta de su llegada a Methoni, en la actual Grecia, se dispersaron por toda Europa a lo largo del siglo XV gracias al salvoconducto que en 1417 les concedió el rey Segismundo II de Bohemia. A partir de aquel momento se dispersarán, llegando por el norte a Lituania (1501) y Noruega (1544), por el centro a Inglaterra (1492) y por el sur a España, como ya hemos visto. Aquel grupo de 3.000 gitanos “de séquito” son ahora casi 700.000 en nuestro país, con una tasa de reposición que dobla la del resto de la población española.
Sin embargo, la discriminación no se detuvo con la caída del muro de Berlín, en 1989, ni con los ingresos en el Consejo de Europa o en la Unión Europea. Pese a los informes del Oficina de Asistencia Técnica e Intercambio de Información (TAIEX) a la hora de ingresar, los ya citados del Eurobarómetro o los de Eurobarómetro o los de la Agencia de los Derechos Fundamentales (FRA) siguen estando descompensados: las medidas legales que se asumieron para ingresar no se trasladaron a las sociedades de los nuevos países miembros. Basta con ver los datos de la FRA en 2024: el 18% de europeos gitanos dicen haber sufrido alguna acción discriminatoria, cifra que llega al 60% en Chequia, Grecia, Italia y Polonia.
Si bien la esclavitud de los gitanos fue legal en Rumanía hasta 1856, en torno a 650.000 gitanos fueron exterminados por el nazismo durante la porraimos (en romaní, literalmente “devoración”), sufriendo muchos de ellos macabros experimentos científicos además de las torturas. Unos 250.000 fueron trabajadores forzosos, cifra que sólo fue reparada en 2000 por la Swiss Bankers Association gracias al trabajo del abogado y activista estadounidense judío Burt Neuborne. Durante el comunismo los niños y jóvenes gitanos fueron llevados a escuelas para niños con discapacidad, situación que se perpetuó hasta 1990. Sólo Reino Unido, con su Caravan Sites Act (1968-1994), fue capaz de obligar a los municipios a tener zonas de acampada para gitanos nómadas.
La Constitución del 78
Tras las revoluciones posteriores a 1989, la transición a una economía de mercado provocó una gran incertidumbre social que hizo emerger persecuciones discriminatorias en 1991 en Bulgaria, Rumanía, Hungría y Eslovaquia. En esta última, llegaron a construirse muros para separar a los gitanos del resto de la población, como en Košice. También hay que recordar la guerra de la antigua Yugoslavia, aquel mismo 1991. Aquello comportó un importante proceso migratorio que ha llevado a unos 280.000 gitanos del este al oeste de Europa, especialmente a Alemania, Francia, Italia y España, donde son popularmente conocidos como “rumanos”. Italia les expulsó en 2008, como en 2010 lo hizo Francia.
«En las elecciones generales de 2019 había gitanos en todas las candidaturas, en puestos de salida»
No así España, donde son españoles gitanos y comunitarios. ¿Cómo es posible que, conforme al Eurobarómetro de 2024, un 86% se españoles “se sentiría cómodo” con un vecino gitano mientras que un 54% de europeos “no se sentiría cómodo”? Es el resultado de las políticas inclusivas y deconstruccionistas llevadas a cabo en España desde 1985, gracias al marco jurídico de la Constitución de 1978.
La Constitución no sólo eliminó las barreras legales que todavía institucionalizaban la discriminación contra los gitanos, sino que emprendió los cambios estructurales que permitieron la creación de un movimiento asociativo gitano. Gracias a la libertad de asociación se creó el Secretariado General Gitano (1978), entidad impulsada por la Iglesia católica; también aparecieron asociaciones civiles lideradas por no gitanos, como Presencia Gitana (1972) y Enseñantes con Gitanos (1980). Lo más importante fue la creación de entidades impulsadas y lideradas por los propios gitanos, como la Asociación Gitana de Valencia (1979), Integración Gitana, Opinión Gitana o Unión Romaní (1986), que les permitieron liderar su promoción y su reconocimiento.
Consejo Estatal del Pueblo Gitano
No olvidemos que el 22 de julio de 2005 se creó el Consejo Estatal del Pueblo Gitano como organismo de participación. Paralelamente el Congreqso de los Diputados aprobó el 27 de septiembre de 2005 por unanimidad una proposición no de ley por la que instaba al gobierno a promover la cultura, la historia, la identidad y la lengua del pueblo gitano, fruto de la cual se creó el 31 de mayo de 2006 la Fundación Pública Instituto de Cultura Gitana. La adscripción al Ministerio de Cultura no fue casual, así se evitó el sesgo meramente social a la cuestión gitana en España. Mención aparte es el trabajo realizado con los medios de comunicación gracias a los estudios anuales de “Periodistas contra el Racismo” y las guías “El Pueblo Gitano. Manual para Periodistas”, ambos de la Unión Romaní. En 1994 la reina Sofía inauguró en Sevilla el primer Congreso Gitano de la Unión Europea y en 1997 el entonces príncipe Felipe, hoy rey Felipe VI, dijo en el Primer Congreso Europeo de la Juventud Gitana, que inauguró en Barcelona: “Todos tenemos que aprender la riqueza de la diversidad y del diálogo intercultural. Por eso os pedimos que os empeñéis en dar a conocer la romipén, la gitanidad, esa actitud vital estructurada en torno a valores profundamente humanos: como el amor a la vida, el respeto a los ancianos, la solidaridad con los que sufren y el espíritu de no violencia. Os animo a esforzaros especialmente por mantener y desarrollar vuestra lengua, y a reclamar para ella el apoyo de las instituciones y de las personalidades que van a participar en esta reunión y que a buen seguro sabrán escucharos. Formulad con valentía vuestro compromiso, que incluye una conciencia despierta del deber de buscar lo que nos une y abrir caminos de encuentro e intercambio con la sociedad en que vivís y que sólo desde dentro es posible reformar. No estáis solos”.
Finalmente, el 2 de marzo de 2012 se aprobó la Estrategia Nacional para la Inclusión Social de la Población Gitana en España 2012-2020, que fue sucedida por el Plan Operativo 2023-2026 y ahora por la Estrategia Nacional para la Igualdad, la Inclusión y la Participación del Pueblo Gitano (2021-2030). En las elecciones generales de 2019 había gitanos en todas las candidaturas, en puestos de salida. Y el 7 de enero pasado el Consejo de ministros declaró 2025 como el Año del Pueblo Gitano para conmemorar 600 años de su llegada a la Península Ibérica.
La experiencia española
La experiencia española ha sido replicada por la propia Comisión Europea, que en 2011 creó el Marco para las Estrategias Nacionales de Integración 2020 y en 2013 impulsó la Alianza Europea de Ciudades y Regiones para la Inclusión de los Gitanos. Sin embargo, la gran labor de difusión debería correr a cargo del Servicio Exterior del Estado, con sus múltiples organismos de enlace estable. La diplomacia puntual, de cumbres, está bien para definir políticas marco, mientras que las reuniones regulares de enlace entre organismos especializados de las administraciones sirven para coordinar, pero no para intercambiar iniciativas. Su recorrido ha sido, hasta ahora, muy limitado. Lo mismo sucede con las comisiones ad hoc de expertos independientes de alto nivel.
«La experiencia española ha sido replicada por la propia Comisión Europea en cuestiones de integración y de inclusión»
Sin embargo, no todo ha sido negativo a nivel internacional. En 1971 tuvo lugar en Londres el primer Congreso Gitano Internacional. Al margen de establecer el himno gitano (el Djelem, djelem, de Jarco Jovanović) y la bandera gitana (verde y azul, con una rueda roja en el medio), se creó la Unión Romaní Internacional (URI), que tuvo como primer presidente al actor gitano Yul Brynner. En 1976, durante el primer Festival Gitano Internacional, celebrado en Chandigarh (India), la primera ministra Indira Gandhi se refirió a ellos como “nuestros hermanos perdidos”. La URI fue admitida, en 1979, como miembro del Consejo Consultivo de Naciones Unidas; ese año, en París, se creaba el Centro de Investigaciones Gitanas en el seno de la Universidad René Descartes.
En 1990, durante el IV Congreso Gitano Internacional, se aprobó la variante dialectal estándar de la lengua gitana, impulsada por Marcel Courthiade, profesor de esta materia en el Institut National des Langues et Civilisations Orientales de París. En 1992 el romanō fue incluido por el Consejo de Europa en la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias. Y el 8 de diciembre de 2009 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos reconoció la validez del matrimonio por el rito gitano al fallar favorablemente en la solicitud de viudedad que la española gitana María Luisa Muñoz había solicitado al Instituto Nacional de la Seguridad Social.
Nuestro país ha logrado, sin asimilar identidades, crear espacios de convivencia gracias a políticas activas de visibilidad y participación. La tasa de absentismo, fracaso o abandono escolar es nula en Primaria y del 1% en Secundaria (en la Unión Europea la tasa en Primaria es del 66% y del 29% en Secundaria). Las experiencias de triangulación educativa, como las de la Fundación Pere Closa o la Fundación Tagore, han demostrado que la puesta en valor en el aula de la cultura gitana mejora la autoestima del alumnado, vence la desconfianza de las familias y supera el miedo del profesorado.
El autoempleo y el mercado de trabajo
El autoempleo ha dado paso a la incorporación gitana al mercado normalizado de trabajo, siendo residual la venta ambulante o el reciclaje de materiales. El desempleo gitano en España es del 24%, cifra que contrasta con el 47% de la Unión Europea. Eso es gracias a la labor de entidades como la Fundación Secretariado Gitano, que en 2024 recibió 28 millones de euros para inserción sociolaboral. No olvidemos que el 50% de la población gitana en Europa tiene menos de 30 años, con lo que su plena incorporación laboral puede tener un impacto muy positivo en la sostenibilidad del sistema de pensiones.
Todo eso merece ser evidenciado a través de una línea de cultura estable en el Instituto Cervantes, en los itinerarios de promoción territorial que realiza Turespaña, en las consejerías de Interior o de Trabajo de las Embajadas o en la red de Centros Culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Sólo así compartiremos un modelo de éxito que pone en práctica lo que hace también ahora cien años, en su Romancero Gitano, dijo Federico García Lorca: “Lo gitano es lo más elevado, lo más profundo, lo más aristocrático de mi país, lo más representativo de su modo y el que guarda la ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza y universal”.