AFKAR-IDEAS  >   NÚMERO 69

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Hacia un espacio euromediterráneo de educación superior

La plena integración en la comunidad académica global requiere la colaboración entre las instituciones universitarias de ambas orillas del Mediterráneo, así como con el resto de países africanos.
Raúl Ramos
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En su artículo “Del Proceso de Barcelona a la Unión por el Mediterráneo. Un proyecto de futuro compartido” publicado en la revista Idées a principios de 2021, Senén Florensa hacía un balance de los primeros 25 años de lo que se ha conocido como “Proceso de Barcelona”. Dicho proceso, de acuerdo con la declaración final de 1995, tenía como principal objetivo ayudar a la modernización económica, social e institucional de los países del sur del Mediterráneo y, pese a que la complejidad creciente del contexto internacional no ha permitido alcanzar los fines que se perseguían, se han conseguido avances significativos: la aplicación de la política de vecindad a partir de 2004 o la creación de la Unión por el Mediterráneo en 2008.

 

El papel clave de las instituciones de educación superior en el Mediterráneo

Desde un primer momento, las universidades y, en general, las instituciones de educación superior fueron identificadas como actores relevantes en este proceso tanto en su dimensión educativa como en la de investigación e innovación. La premisa de partida es que la internacionalización de la docencia y de la investigación puede contribuir de manera decisiva a aumentar su calidad, facilitando la transición de los jóvenes desde la educación superior al mercado de trabajo (uno de los grandes retos en la mayoría de los países del sur del Mediterráneo), pero también contribuir a la transición hacia sistemas más democráticos y a la reducción de las desigualdades actuales (especialmente la de género). Sin embargo, la internacionalización de las instituciones de educación superior en el sur del Mediterráneo se enfrenta a una serie de desafíos y obstáculos que dificultan su plena integración en la comunidad académica global.

 

Internacionalización, docencia y movilidad 

Por lo que se refiere a la dimensión educativa, el informe The Internationalisation of Higher Education in the Mediterranean. Current and Prospective Trends elaborado en 2021 por UNIMED a petición de la Unión por el Mediterráneo, ofrece una visión completa y actual sobre cuáles son los retos y dificultades a los que se enfrentan las universidades de ambas orillas del Mediterráneo en este ámbito. El estudio se centra básicamente en identificar las tendencias actuales sobre la movilidad y los intercambios académicos de estudiantes, profesorado y personal administrativo entre las universidades de la región, pero también pretende identificar los obstáculos y los desafíos existentes, así como las buenas prácticas que han permitido superarlas. Para ello analiza en profundidad la situación de 10 países (Argelia, Egipto, Israel, Jordania, Líbano, Libia, Mauritania, Marruecos, Palestina y Túnez) a partir de encuestas a los distintos colectivos, entrevistas con agentes relevantes y grupos focales que permiten identificar retos compartidos por todos los países de la región y otros de carácter más específico. De manera muy resumida, algunos de los principales factores que se identificaron de forma transversal como barreras a la internacionalización y sobre los que deseo incidir en este artículo son: en primer lugar, las dificultades en el reconocimiento académico y la acreditación institucional; en segundo lugar, las relacionadas con la gestión de la movilidad; y, en tercer lugar, la necesidad de superar distintas dificultades estructurales tanto internas como externas.

 

 

Las instituciones del sur del Mediterráneo a menudo tienen dificultades para obtener la acreditación de organismos internacionales reconocidos, lo que afecta a la percepción de su calidad y su posición en el escenario global. La falta de reconocimiento también puede obstaculizar la transferencia de créditos y la movilidad de los estudiantes, limitando las oportunidades de intercambio y colaboración. En concreto, han pasado dos décadas desde el comienzo del proceso de Bolonia y solo algunos de los países analizados en el estudio de UNIMED han adoptado plenamente el sistema europeo de LMD (Licenciatura-Master-Doctorado) y ECTS (Sistema Europeo de Transferencia de Créditos). En particular, las instituciones de educación superior de Argelia y Túnez no parecen experimentar dificultades significativas gracias a los esfuerzos realizados por armonizar el sistema de reconocimiento de créditos y la implementación de sistemas internos y externos que aseguran la calidad. En cambio, la mayoría de las instituciones de educación superior de Egipto y Jordania han implementado el sistema educativo estadounidense, que es muy diverso. Esto significa que no tienen un marco nacional para el reconocimiento de créditos y diplomas internacionales, sino que se realiza por cada institución. En Marruecos, se está produciendo un cambio hacia un sistema híbrido que incluye elementos del proceso de Bolonia y del sistema anglosajón, lo que potencialmente aumenta las oportunidades de internacionalización, pero también complica los procedimientos. Sin embargo, en el resto de los países de la región, esto sigue siendo una asignatura pendiente. Una de las recomendaciones que realiza el informe para avanzar en este ámbito consistiría en promover la creación de un área euromediterránea que facilitase la movilidad de grado a largo plazo, aumentando así la capacidad de atracción de las universidades de la ribera sur y generando un mayor número de flujos bidireccionales, lo que revertiría también en un mayor número de acciones de “internacionalización en casa”.

 

Las instituciones de educación superior del Sur carecen de una estructura de personal y financiación que les permita abordar su proceso de internacionalización

 

En relación con la movilidad, las principales barreras identificadas por los estudiantes en lo que se refiere a su gestión, previa y posterior, han sido las siguientes: en primer lugar, las dificultades para concretar el acuerdo de aprendizaje entre las universidades de origen y destino, pero también para su reconocimiento posterior, un aspecto claramente relacionado con el punto anterior; en segundo lugar, la carga que suponen los trámites administrativos que hay que realizar así como la falta de información y orientación durante el proceso, especialmente en relación con la obtención de visados; y, por último, la falta de recursos económicos y el problema del alojamiento. Por lo que se refiere a los visados, tal y como se recomienda en el informe, sería necesario que las instituciones europeas creasen un canal específico para la gestión de las movilidades de académicos, estudiantes y personal administrativo dentro del programa Erasmus+ con el objetivo de simplificar los procesos y encontrar soluciones compartidas con los Estados miembros.

En cuanto a las dificultades encontradas durante la movilidad, las barreras lingüísticas suponen el principal obstáculo para la vida académica y social en las universidades de destino. La falta de un dominio suficiente del inglés limita la comunicación efectiva con estudiantes y profesores en las universidades de destino y dificulta el aprovechamiento académico, pero la falta de conocimiento del idioma local es también un freno importante para disfrutar de la experiencia que supone la movilidad internacional. Superar esta barrera requiere una mayor inversión en la enseñanza de idiomas y la promoción del multilingüismo en las instituciones de educación superior de la región. En este ámbito, una de las recomendaciones que emerge del estudio consistiría en ampliar la iniciativa de Erasmus+ prácticas (actualmente presente solo en la Unión Europea) a los países del sur del Mediterráneo, lo que no solo permitiría mejorar las habilidades de comunicación y las competencias lingüísticas e interculturales de los estudiantes, sino también sus habilidades transversales y espíritu emprendedor.

Por último, uno de los principales retos de las instituciones de educación superior en el sur del Mediterráneo es la falta de una estructura de personal y de financiación que les permita abordar de manera adecuada su proceso de internacionalización. Muchas instituciones de educación superior en la región carecen de fondos suficientes para implementar programas y actividades de internacionalización y, en muchos casos, se confunde internacionalización únicamente con movilidad. Es necesario que exista un fuerte compromiso por parte del liderazgo universitario para garantizar la formación y reconocimiento del personal administrativo que debe apoyar y desarrollar la estrategia de internacionalización institucional. Es importante también definir los procesos de recopilación de datos, pero sobre todo introducir cambios organizativos que mejoren la percepción de su importancia para tomar decisiones estratégicas y dar visibilidad a las acciones realizadas tanto a nivel interno como externo. De hecho, para mejorar la capacidad de atracción internacional de las universidades del sur del Mediterráneo también hay que mejorar la información que se ofrece en las webs institucionales, tanto en lo que se refiere al organigrama actualizado y visible con información sobre los roles y las responsabilidades asignados, como las oportunidades existentes (becas, etc.). En este contexto, la falta de cooperación regional también es un desafío significativo. A menudo, las instituciones de educación superior en el sur del Mediterráneo trabajan de manera aislada, sin aprovechar el potencial de la cooperación y el intercambio de conocimientos dentro de la región. La falta de mecanismos de colaboración y de programas conjuntos dificulta la creación de redes sólidas y la promoción de la movilidad estudiantil y docente.

 

Un impulso renovado a la colaboración en la investigación y la innovación

En el ámbito de la investigación y la innovación, la Declaración de Valeta de 2017 ha supuesto una profundización de la cooperación euromediterránea a través de dos instrumentos que han recibido un nuevo impulso: por un lado, el Partenariado para la Investigación y la Innovación en el Mediterráneo (PRIMA) y, por otro, la iniciativa BLUEMED.

PRIMA tiene como principal objetivo alinear los programas nacionales de I+D bajo una estrategia común de investigación e innovación que permita abordar los diversos desafíos existentes en el ámbito de la gestión del agua, la agricultura y la seguridad alimentaria a partir de una masa crítica de recursos y actores relevantes del sector público y privado que fortalezca las capacidades en I+D+i. Entre 2018 y 2021, PRIMA ha conseguido movilizar más de 285 millones de euros para la investigación en estos ámbitos a través de más de 200 proyectos con más de 1.900 participantes de ambos lados del Mediterráneo. El éxito del programa se debe en buena medida a la constatación de que los retos a los que se enfrenta la humanidad en los próximos años son globales, tal y como ha demostrado la pandemia de COVID-19 en la que la cooperación científica internacional y la colaboración entre Estados ha sido clave tanto en la fase de contención del virus como en la búsqueda de una vacuna eficaz. De hecho, la emergencia que supone el cambio climático requiere de una mayor concertación de las políticas europeas con las de sus socios mediterráneos.

Precisamente este es uno de los objetivos de la iniciativa BLUEMED, que establece un marco de colaboración para la investigación y la innovación entre los países mediterráneos con el objetivo de abordar los principales desafíos medioambientales, económicos y sociales relacionados con el mar y la costa. Se centra en seis áreas temáticas principales: el cambio climático y la resiliencia del ecosistema marino, la acuicultura sostenible, la contaminación marina, el turismo costero y marítimo sostenible, la energía renovable marina y la observación de infraestructuras marinas. A través de la colaboración entre investigadores, instituciones científicas, industria, responsables políticos y comunidades locales, busca desarrollar una agenda común de investigación y promover la transferencia de conocimientos y tecnologías para lograr un desarrollo sostenible en la región mediterránea.

Habrá que ver cuál es el recorrido futuro de ambas iniciativas y hasta qué punto las universidades y los centros de investigación de los países del Sur son capaces de aprovechar la oportunidad que representan. En este sentido, la falta de una cultura de investigación en muchas de ellas, así como la escasa colaboración entre las instituciones de la región dificultan la creación de redes de investigación sólidas que permitan abordar proyectos conjuntos. De hecho, la participación en los programas marco de investigación de la Unión Europea (H2020, Horizon Europe) ha sido escasa. Los principales problemas que apunta el informe sobre UNIMED son la elevada competencia en las convocatorias, el conocimiento limitado de los programas y sus mecanismos y, sin duda, el hecho de que la mayoría de las convocatorias no están diseñadas específicamente para los países del sur del Mediterráneo. Las convocatorias nacionales son muy distintas entre países, pero en la mayoría de los casos (con la excepción de Israel) se traducen en un acceso limitado a fondos de investigación por parte de muchas instituciones del sur del Mediterráneo.

Existe un gran número de instituciones que no tienen suficientes recursos para llevar a cabo investigaciones de alta calidad o para adquirir equipos y tecnología de vanguardia. Esto limita su capacidad para contribuir al avance científico y tecnológico tanto a nivel local como regional pero, además, la falta de mecanismos para la transferencia de conocimiento y la comercialización de resultados de investigación reduce el impacto y la contribución de estas instituciones al desarrollo económico y social y dificulta la transición de estos países hacia el modelo de industria 4.0, tal y como señala Moneef R. Zou’bi en su artículo “La investigación científica en el mundo árabe: un puente demasiado largo” publicado en afkar/ideas 68 (primavera de 2023).

 

Las universidades del Sur deben conseguir que su personal investigador sea capaz de integrarse en las redes internacionales, aunque exista el riesgo de ‘fuga de cerebros’

 

Pese a ello, las universidades deben esforzarse por conseguir que su personal investigador sea capaz de integrarse en las redes de investigación internacionales aunque exista el riesgo de “fuga de cerebros” que siempre aparece como un efecto colateral. Es necesario fomentar la realización de tesis doctorales en cotutela como primer paso para aumentar la calidad y la proyección internacional de la investigación. Los investigadores del sur del Mediterráneo también deben estar más presentes en las revistas internacionales, participando no solo como autores sino también en los procesos de revisión por pares y en otras tareas editoriales, lo que permitirá dar mayor visibilidad a sus instituciones. Es necesario superar tanto las barreras del idioma como los estereotipos existentes, así como mejorar la capacitación del personal investigador a través de la participación en cursos, seminarios y jornadas internacionales. En este sentido, es necesario favorecer de manera mucho más activa de lo que se está haciendo hasta el momento, una mayor interacción entre la investigación y la docencia, buscando complementariedades entre ambas y adaptando la oferta educativa a aquellos ámbitos en que también se destaca en investigación. Por último, las autoridades educativas deben impulsar las inversiones en tecnología, laboratorios y equipamiento para elevar la calidad de la investigación y aumentar las oportunidades para que las universidades del sur del Mediterráneo puedan participar de manera más activa en proyectos y convocatorias internacionales.

 

El futuro pasa por compartir buenas prácticas y trabajar en RED

Para finalizar, tanto en el ámbito de la docencia como de la investigación, es importante fomentar la colaboración y el intercambio de buenas prácticas entre las instituciones del sur del Mediterráneo y sus contrapartes internacionales. Se necesita una mayor conciencia y conocimiento de las oportunidades y desafíos asociados con la internacionalización integral de la educación superior. Por ejemplo, no hay que olvidar que la experiencia vivida durante la pandemia ha permitido apreciar las ventajas de la movilidad virtual, como complemento a la física, lo que abre un nuevo espacio de colaboración (mucho más inclusivo y sostenible) entre las universidades de la región, tanto en el ámbito docente como en el de la investigación. En este sentido, es necesario aprovechar estas oportunidades para dar un nuevo impulso a la colaboración entre las distintas universidades de la región, pero con la mirada no solo puesta en Europa sino también en el resto de los países africanos. De hecho, la declaración de Marsella sobre la cooperación internacional en el ámbito de la investigación y la innovación, firmada el 8 de marzo de 2022 durante la presidencia francesa de la UE, establece claramente la necesidad de crear un diálogo multilateral que permita avanzar de manera decidida y conjunta en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, poniendo un especial énfasis en el papel clave que debe desempeñar la diplomacia científica./