INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 942

#ISPE 942. 15 junio 2015

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Siendo un país del Sur, muchos esperaban que las políticas de austeridad aplicadas en Portugal generarían efectos políticos similares a los de Grecia o España, con el surgimiento de partidos como Syriza o Podemos. Y, sin embargo, pese a que el país tuvo que recibir un rescate de la UE por valor de 78.000 millones de euros, lo que obligó a Lisboa a aplicar uno de los ajustes fiscales más duros de la zona euro, el mapa político luso apenas se ha visto alterado. Los portugueses han aceptado las recetas de la troika con resignación. E incluso con un cierto sentimiento de culpa.

“Vivíamos por encima de nuestras posibilidades”, admiten muchos portugueses, que han soportado reducciones de sueldos en el sector público, subidas de impuestos y recortes en las pensiones y el subsidio de desempleo. Durante los años más duros, sectores enteros de la economía se desplomaron, lo que disparó las cifras de desempleo y la emigración.

Sin embargo, los electores portugueses, que tendrán que votar el próximo otoño, no parecen dispuestos a apoyar a grupos políticos radicales. Los dos grandes partidos siguen manteniendo el grueso de la intención de voto. Según los últimos sondeos, tanto la coalición de centroderecha en el gobierno, formada por el PSD y el CDS-PP, como el Partido Socialista (PS), mantienen, cada uno, el 37% de las expectativas de voto. Las dos formaciones tradicionales de la izquierda tampoco han mostrado grandes avances. La CDU, formada por comunistas y verdes, aparece en las encuestas con un 10%, mientras que el Bloque de Izquierdas se quedaría en el 3,5%. Y Livre, un partido similar a Podemos y Syriza fundado en 2014, obtendría apenas un 2,5%, lo que descarta una fragmentación a la española.

Más sorprendente es que el PS no haya logrado avanzar sus…

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