La UE no tiene solo un problema de deuda y de credibilidad del euro. El verdadero problema es político, cultural y estructural, y amenaza a la totalidad del proyecto europeo. Ha llegado la hora de impulsar una integración de nivel superior, incluso a dos velocidades.
La Unión Europea es una de las grandes ideas del siglo XX. Encarna un proyecto extraordinariamente ambicioso, cuyo propósito esencial era que cristalizara una zona privilegiada de democracia y de prosperidad en esta parte del mundo. Sus fundadores desearon que quedara reflejada, en sus normas, la fraternidad necesaria para superar las enormes dificultades que entrañaba el periodo posterior a la Segunda Guerra mundial. A partir de estos planteamientos la UE ha proporcionado a quienes la construyeron –y a otras naciones que más tarde se incorporaron a ella– normalización política, estabilidad democrática y solidaridad…

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