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La igualdad de género como antídoto contra la pobreza

Elena Valenciano
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El acceso a empleos de alto nivel aún está lleno de obstáculos para las mujeres, aunque gracias a los sistemas de cuotas van ganando peso político. La proporción global de parlamentarias alcanzó su récord histórico en 2010: un 19% de los escaños del mundo están ocupados por ellas.

Los Objetivos del Milenio (ODM), primer conjunto de objetivos compartidos para combatir la pobreza, cuentan con un consenso sin precedentes a nivel internacional. Todos ellos están interrelacionados y se refuerzan entre sí.

Este artículo pretende analizar la situación en la que se encuentra el Objetivo del Milenio 3, que aboga por “promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer”, como una de las herramientas para luchar contra la pobreza. Si se ha elegido este objetivo es porque existen sólidas pruebas de que la igualdad entre sexos y la autonomía de la mujer constituyen vías para alcanzar otros ODM, entre ellos: la enseñanza primaria universal, reducción de la mortalidad de los niños menores de cinco años, mejora de la salud materna y reducción de la la probabilidad de contraer el VIH. Además, el aumento de la igualdad entre géneros lleva a la reducción de la pobreza y promueve el crecimiento directamente a través de la mayor participación de la mujer en la fuerza de trabajo, la productividad y las ganancias, así como también indirectamente a través de los efectos positivos en el bienestar de los niños.

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