AFKAR-IDEAS  >   NÚMERO 66

El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Lavrov, recibe al “Grupo de Contacto Árabe”, formado por representantes de Egipto, Jordania, Argelia, Irak, Sudán y Emiratos Árabes Unidos, encargado de supervisar la guerra de Ucrania. Moscú, 4 de abril de 2022. MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES DE EGIPTO/HANDOUT/ANADOLU AGENCY VIA GETTY IMAGES

La invasión rusa de Ucrania vista por los Estados árabes y mediterráneos

Los países árabes y mediterráneos han reaccionado ante la invasión rusa de forma dispersa y se han negado, en su mayoría, a alinearse, apelando a la neutralidad, el pragmatismo y la equidistancia. 
Bichara Khader
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Calificada alternativamente de “tsunami silencioso”, “giro histórico” o “convulsión del orden internacional”, la invasión rusa de Ucrania, que se inició el 24 de febrero de 2022, ha despertado en Occidente desconcierto, conmoción y gran preocupación. El coste humano, material y psicológico para Ucrania será incalculable. Rusia, golpeada por sanciones sin precedentes, saldrá geopolíticamente debilitada y económicamente anémica. La Unión Europea tampoco saldrá indemne. Es cierto que se ha mantenido solidaria y unida, reforzando su cohesión, y validando su utilidad frente a sus detractores, pero ¿permanecerá así cuando los cañones callen? La OTAN, a la que la implosión de la Unión Soviética en 1990 privó de un enemigo, se ha visto revitalizada con un mayor poder de atracción, pero al querer acorralar demasiado a Rusia, ¿no corre el riesgo de que se le vaya de las manos? Estados Unidos ha tomado la iniciativa de oponerse a Rusia, imponiendo sanciones inéditas y proporcionando a Ucrania ayuda, armas y municiones. Sin embargo, ¿no está ya mermada su supuesta “superpotencia”, dado que hasta algunos de sus aliados en todo el mundo se han negado a respaldarlos para “condenar” la agresión rusa?

Todavía no hemos calculado el coste económico de esta guerra sin sentido. Puede resultar exorbitante. Los países del Sur, sobre todo los países árabes y mediterráneos, aunque están alejados del campo de batalla, no se librarán de las repercusiones negativas que tendrá esta guerra en su economía (aumento del precio del petróleo y el gas, caída del comercio, bajada del turismo ruso y ucraniano) y en su seguridad alimentaria (interrupción del suministro de trigo y fertilizantes, aumento vertiginoso de los precios y aumento de las primas de seguros).

La reacción de los países árabes y mediterráneos ante la invasión rusa refleja su preocupación y confusión. Mientras Estados Unidos y la UE los instaban a “posicionarse”, condenando la invasión “ilegal” de Rusia, los países árabes y mediterráneos (Israel y Turquía) se negaron, en su mayoría, a alinearse, apelando a la neutralidad, el pragmatismo y la equidistancia. De todos los países árabes, solo Siria se ha alineado con Rusia. Algunos han lamentado la invasión rusa sin condenarla abiertamente. Otros la han condenado, pero se han negado a aplicar las sanciones. Israel y Turquía incluso han intentado mediar, pero sin éxito.

 

La reacción de los países árabes y mediterráneos

Mientras que los países occidentales han hecho frente común ante la invasión rusa, los países del Sur del Mediterráneo han reaccionado de forma desorganizada. Este posicionamiento diferenciado se explica por la historia de cada país, la geopolítica regional, las alianzas internacionales y el impacto de la guerra de Ucrania en su economía. De hecho, los países árabes y mediterráneos no sufren las consecuencias de la guerra con la misma intensidad. Por tanto, su posicionamiento político frente a la agresión rusa ha variado: tibio en la mayoría de los casos, favorable a Rusia en el caso de Siria, u hostil en el caso de Líbano, Kuwait y el gobierno de Trípoli. Esta distinción quedó patente en las votaciones del Consejo de Seguridad (Emiratos Árabes Unidos se abstuvo en la votación del 27 de febrero) y en la sesión extraordinaria de la Asamblea General de Naciones Unidas (Argelia, Irak, Jordania se abstuvieron, mientras que Marruecos no participó en la votación).

El malestar de los países árabes explica la extrema cautela del Consejo de la Liga de Estados Árabes. Reunido el 28 de febrero, se limitó a “expresar su preocupación por el desarrollo de los acontecimientos y subrayar la importancia de respetar los principios del Derecho Internacional y de la Carta de Naciones Unidas”. La declaración evita calificar la invasión rusa, o incluso condenarla. Sin embargo, la Liga envió un “Grupo de contacto”, presidido por el ministro de Asuntos Exteriores de Argelia, Ramtane Lamamra, a reunirse con el ministro ruso, Sergéi Lavrov, y con el ministro ucraniano, Dmitro Kuleba, y recordar la necesidad de cesar las hostilidades.

¿Por qué los Estados árabes y mediterráneos han reaccionado de forma desorganizada ante la invasión rusa de Ucrania? Se aducen varias razones, de las cuales señalaré las más comunes:

– Rusia es un aliado fiable: esta es la posición del régimen sirio, salvado de milagro del hundimiento gracias a la intervención militar rusa en 2015, lo que explica su apoyo a la invasión rusa de Ucrania.

– La ocupación rusa de territorios ucranianos es ilegal e inaceptable: esta es la posición de Kuwait y Líbano (pero no de Hezbolá). El primero fue ocupado en 1990 por el ejército de Saddam Hussein y conserva un gusto amargo de este triste episodio, mientras que el segundo, Líbano, sufrió durante décadas la doble ocupación de Siria e Israel. Podemos incluir al gobierno de Trípoli, Libia, en la categoría de los que condenan la invasión de Rusia a la que Trípoli acusa de injerirse en sus asuntos apoyando al Grupo Wagner en el Este del país. Los Hermanos Musulmanes están en la misma línea en todas partes (en Siria, Egipto y otros lugares), y acusan a Rusia de haber asesinado a los suyos en Siria y de haber apoyado al régimen militar de Abdelfatah al Sisi que derrocó al presidente Mohamed Morsi en julio de 2013 y castigó después a los Hermanos Musulmanes.

– En mayor o menor medida, los otros países árabes no han querido involucrarse y han preferido permanecer “no alineados” y “pragmáticos”, ya sea porque dependen de Rusia y Ucrania para la importación de alimentos, el suministro de armas o la construcción de centrales nucleares, o porque están decepcionados con el apoyo estadounidense y la incoherencia europea en la gestión de las crisis de Oriente Próximo y el Norte de África.

En este sentido, los casos de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Argelia son representativos.

En desacuerdo con Estados Unidos, al que acusan de haber abandonado a sus aliados (en particular al régimen de Hosni Mubarak en 2011), de descuidar la seguridad del Golfo, de negociar con Irán, de “centrarse” en el caso del asesinato del periodista Yamal Jashoggi en el consulado saudí de Estambul y, sobre todo, de enarbolar la bandera de los derechos humanos cuando les conviene, los saudíes resistieron a las insinuaciones para que condenaran la agresión rusa y hasta ahora se han negado a desempeñar su papel tradicional de “productores de equilibrio” aumentando la producción de petróleo para compensar la pérdida del petróleo ruso afectado por el embargo. Los periódicos saudíes (como OKAZ o Arab News) no escatiman comentarios sobre la transformación del orden internacional hacia un “sistema multipolar” y evitan endosar únicamente a Rusia la responsabilidad de un conflicto que describen como “un enfrentamiento entre las potencias por la hegemonía mundial” (ver artículo de Alain Gresh en Le Monde Diplomatique, mayo de 2022) que nada tiene que ver con el respeto a la legalidad internacional.

 

Entre los que prefieren permanecer no alineados y pragmáticos, son emblemáticos los casos de Arabia Saudí, EAU, Egipto o Argelia

 

Hay que reconocer que el distanciamiento de Arabia Saudí respecto a Estados Unidos, que ha sido un aliado estratégico desde 1945, es anterior a la invasión rusa de Ucrania. De hecho, desde hace algunos años, y especialmente desde la elección de Joe Biden, Arabia Saudí se ha aproximado más a la Rusia de Vladímir Putin en un intento de diversificar sus alianzas estratégicas, evitar la competencia petrolera (Acuerdo OPEP+ 2016 con Rusia), y asegurarse el acceso a la tecnología rusa en el campo militar y de la energía nuclear civil (Acuerdo de Cooperación Militar de 2021).

Emiratos Árabes Unidos no alimenta el mismo resentimiento hacia Estados Unidos, pero no desea tomar posición en un conflicto en el que no son parte interesada. De modo que se abstuvo durante la votación del Consejo de Seguridad, pero cambió de opinión después de múltiples presiones estadounidenses y europeas, y se sumó a las resoluciones de la Asamblea General de Naciones Unidas. Esta vacilación refleja el tira y afloja de un Emirato entre sus tradicionales aliados occidentales y su nuevo socio ruso con quien firmó una “colaboración estratégica” en 2018 con un componente económico, militar y tecnológico.

Hay que reconocer que Emiratos y Rusia están en la misma longitud de onda en muchos temas: la rehabilitación del régimen de Bashar al Assad, su rechazo a los Hermanos Musulmanes, su defensa de un “mundo multipolar” y su preferencia por la “estabilidad autoritaria”. Este último punto es primordial y explica, en gran parte, el avance de China y Rusia en Oriente Medio y África del Norte.

El caso de Egipto es similar al de los países del Golfo, pero con algunas diferencias notables. Con sus 110 millones de habitantes, Egipto es el mayor importador de trigo del mundo. Sobre un consumo anual de 21 millones de toneladas, importa 10 millones del exterior. Sin embargo, el 85% de estas importaciones proceden de dos países: Rusia (61%) y Ucrania (24%). De modo que el país se ve obligado a actuar con cautela y neutralidad. Aunque eso suponga hacer la vista gorda ante una violación flagrante del Derecho Internacional, Egipto no puede arriesgarse a poner en peligro su relación privilegiada con Rusia. Desde luego, esta posición ambigua sorprende a sus aliados occidentales, especialmente a Estados Unidos, pero Egipto replica que “el pan es un asunto de ‘seguridad nacional’“. Llamado en dialecto egipcio aish (vida), constituye la base de la dieta diaria: un egipcio consume 185 kg al año frente a una media mundial de 80 kg. No proporcionar pan es exponerse a problemas políticos y sociales.

Desde el punto de vista nacional, la invasión rusa es una calamidad para la economía de Egipto, porque no solo se interrumpen las importaciones de Ucrania, sino que el precio de una tonelada de trigo cuesta más del doble desde principios de año, llegando a 450 dólares por tonelada, y la prima del seguro de transporte marítimo ha subido un 30%, con lo que los subsidios gubernamentales egipcios a los productos alimenticios han pasado de 3.300 millones de dólares a más de 5.000. Esto supone una gran sangría para la economía egipcia, agravada por la pérdida de ingresos turísticos, porque los turistas rusos y ucranianos representan en Egipto al menos una cuarta parte del total.

A todos estos elementos se suma una cooperación reforzada entre Egipto y Rusia en el ámbito militar y nuclear civil, con la construcción de una central nuclear de más de 20.000 millones de dólares.

Los países del Magreb han mostrado la misma reticencia a tomar partido en la guerra contra Ucrania. Argelia se abstuvo en la votación del 2 de marzo de 2022, exigiendo la retirada de las tropas rusas y el cese inmediato del uso de la fuerza. El país, gran aliado de Rusia, alega que se trata de “una guerra entre europeos” y que no pretende involucrarse, de modo que optó por una neutralidad pragmática. El ministro argelino de Asuntos Exteriores, Lamamra, designado como jefe del Grupo de Contacto Árabe delegado por la Liga de Estados Árabes, que incluye a los ministros de Asuntos Exteriores de Jordania, Irak, Sudán, Egipto, y al secretario general de la Liga, se reunió el 4 de abril en Moscú con el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Lavrov, y con el ucraniano Dmitro Kuleba en Varsovia, el 5 de abril de 2022. Hablando en nombre del Grupo de Contacto, abogó por “negociaciones directas” entre rusos y ucranianos y expresó su “inquietud por las repercusiones de esta crisis y la peligrosidad de su continuación”.

Esto no impidió que, el 8 de abril de 2022, Argelia votara en contra de una resolución de la Asamblea General de la ONU que pedía la exclusión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos, ni que recibiera a bombo y platillo al ministro Lavrov en mayo de 2022. Oficialmente, este había acudido a reforzar la cooperación económica y militar (en 2021, el 81% de las entregas de armas y equipos de defensa procedían de Rusia), pero en realidad Lavrov quería, sobre todo, disuadir a Argelia de ceder ante la presión occidental para que aumentara sus entregas de gas licuado a Europa.

 

Los medios árabes destacan el impacto negativo de la guerra para los árabes, su instrumentalización, la incoherencia de Occidente y el fracaso de la diplomacia

 

Marruecos ha practicado la política de la “silla vacía” durante las votaciones de la Asamblea General sobre la cuestión de Ucrania. Esto provocó el sarcasmo de muchos observadores, pero sobre todo irritó a la administración estadounidense. Wendy Shermann, subsecretaria de Estado de Estados Unidos, y Anthony Blinken, secretario de Estado, viajaron a Rabat para instar a Marruecos a “elegir bando”. Marruecos se resistió porque debe ser considerado con Rusia, a la que tanto necesita no solo por las importaciones de trigo, sino también de muchos otros metales y productos petroquímicos.

Turquía e Israel se enfrentan al mismo tira y afloja. Aunque son aliados de Occidente, ninguno de los dos países puede oponerse abiertamente a Rusia, de modo que intentaron mediar, pero sin éxito. Turquía, bajo presión occidental, cerró el estrecho del Bósforo a los barcos de guerra rusos y suministró drones a Ucrania, pero se niega a implementar las sanciones impuestas a Rusia.

En cuanto a Israel, sus lazos con Rusia son una cuestión de política interior, ya que hay al menos un millón de judíos rusos en Israel y tienen mucho peso en las elecciones. Además, Israel cuenta con la neutralidad de Rusia en Siria y quiere tener carta blanca para llevar a cabo sus incursiones regulares en Siria, sin la injerencia rusa. Por eso Israel se muestra reacio a aplicar sanciones contra Rusia. De hecho, mientras los oligarcas rusos son perseguidos en Occidente y sus bienes confiscados, Israel recibe a los oligarcas judíos con los brazos abiertos y les permite beneficiarse de la “Ley de Retorno”, otorgándoles la nacionalidad israelí.

 

La reacción de los medios de comunicación y las sociedades civiles

Menos comedida, más vehemente y más tajante es la reacción de los medios de comunicación y de las sociedades civiles árabes ante la invasión rusa. Por supuesto, los árabes compadecen el sufrimiento de los ucranianos y denuncian la política de “tierra quemada” que practica Rusia. Pero los medios de comunicación destacan sobre todo las repercusiones negativas de la guerra para los árabes, su instrumentalización, la incoherencia de los países occidentales y el fracaso de la diplomacia. He aquí algunos de los mensajes que a menudo aparecen en los editoriales y los comentarios de los internautas:

–  es una guerra intraeuropea, los árabes no deben involucrarse;

– debemos reactivar la diplomacia, porque la continuación de esta guerra podría resultar catastrófica para todos, incluidos los países del Sur;

– al querer humillar a Rusia ampliando la OTAN hacia el Este, Occidente es tan responsable como la propia Rusia;

– los estadounidenses son los menos indicados para dar lecciones de respeto al Derecho Internacional y los Derechos Humanos. ¿Acaso no invadieron Irak en 2003, sin ningún mandato de Naciones Unidas y con falsos pretextos, provocando más de un millón de muertos? ¿Hemos olvidado el vergonzoso comportamiento de los marines estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib en Irak y en Guantánamo?, protestan los internautas;

– Israel se aprovecha de esta arma de “distracción masiva” que es la guerra de Ucrania para multiplicar los hechos consumados en los territorios palestinos, hostigar a los palestinos y matar a sangre fría a sus mejores periodistas, como Shirin Abu Akleh.

Pero el reproche más recurrente que se hace a Occidente es el famoso “doble rasero”. Por un lado, Occidente, con una rara unanimidad, condena la invasión, impone a Rusia sanciones sin precedentes, apoya la “resistencia heroica” de los ucranianos y acoge a sus refugiados con los brazos abiertos. Pero, por otro lado, el mismo Occidente hace la vista gorda ante la ocupación de los territorios árabes y palestinos por parte de Israel desde 1967, e incluso le protege durante las votaciones en el Consejo de Seguridad (desde 1980 los estadounidenses han usado su derecho de veto 42 veces para proteger a Israel), lo apoya diplomática, militar y económicamente, criminaliza la campaña palestina de Boicot (BDS) y Estados Unidos se opone a emprender cualquier acción legal contra el Estado de Israel en la Corte Penal Internacional de La Haya. Son numerosos artículos de sitios como Middle East Eye, Raialyoum, Orient XXI o Arab Centre DC, que subrayan la incoherencia de los países occidentales.

El tema de la acogida de los refugiados es objeto de muchos comentarios mordaces. Los periodistas e internautas árabes (pero también africanos) se han sorprendido por las declaraciones de los corresponsales occidentales, incluso de los funcionarios, sobre los refugiados ucranianos, a los que califican de “europeos como ‘nosotros, blancos, civilizados y educados’”, al contrario que los refugiados iraquíes, sirios y africanos.

Por último, muchos intelectuales y periodistas árabes quedaron conmocionados por las declaraciones del presidente Volodímir Zelenski, durante su intervención en la Knesset [Parlamento] el 21 de marzo de 2022, rebelándose (con razón) contra la ocupación de su país por parte de Rusia, pero mostrando al mismo tiempo su total solidaridad con Israel, que sin embargo ocupa ilegalmente territorios árabes y palestinos. He aquí un extracto de su discurso: “En el pasado y ahora estamos en condiciones completamente diferentes, pero la amenaza es la misma para nosotros y para ustedes: la destrucción total del pueblo, del Estado, de la cultura y hasta de los nombres: Ucrania, Israel”. Tal distorsión de la verdad desacredita al presidente ucraniano, conmociona a los palestinos (pueblo ocupado y no ocupante) y perjudica a la causa “legítima” de Ucrania./