La muerte del orden internacional liberal es una idea ampliamente aceptada. Académicos y analistas certifican la desaparición del orden abierto y basado en reglas que ha regido, en buena medida y bajo liderazgo occidental, el funcionamiento de las relaciones internacionales desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Las reglas, como base del orden, han generado certidumbre, tal y como no se han cansado de repetir los institucionalistas liberales. Robert O. Keohane, profesor en Princeton y padre de esta corriente teórica, ha escrito abundantemente sobre cómo las reglas conforman los comportamientos y, de este modo, sabemos lo que podemos esperar de los otros Estados. Hay expectativas claras de cómo van a actuar. Hay certidumbre y orden.
Situados en el verano de 2025, Ursula von der Leyen comparte ese esquema mental. Tras su encuentro con Donald Trump en el club de golf de este último en Escocia, y tras firmar lo que para muchos es un acuerdo comercial “desigual” que rememora los tratados impuestos por las potencias occidentales a estados asiáticos en el siglo XIX, la presidenta de la Comisión Europea lo definió como un “acuerdo que crea certeza en tiempos inciertos y da estabilidad y predictibilidad para ciudadanos y empresas a ambos lados del Atlántico”. Las palabras de Trump, poco después, vinculando nuevos aranceles con normas digitales de la Unión Europea (UE) nos devuelven a la incertidumbre en las relaciones internacionales propia del siglo XXI. La interacción de tres factores, instituciones, ideas y poder, determina la estructura del orden internacional en cada momento histórico. En ese camino se pueden identificar tres procesos que nos ayudan a entender cómo hemos llegado hasta aquí: la deslegitimación de las instituciones, la contestación de las normas y la transformación del ejercicio del poder.
Perder la paz
En 2010, poco antes de…

#ISPE 947. 20 julio 2015
¿Qué hacer con la nueva Rusia?
Salud digital para el mundo globalizado
La muerte anunciada del orden internacional liberal