POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 156

La tercera transición de Mozambique

Gonzalo Fanjul
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Gobierno y donantes han sido incapaces de trasladar los beneficios del ‘boom’ económico a los mozambiqueños. Desigualdad y corrupción lastran el desarrollo de un país donde los programas de vacunación pueden servir de base para el despegue de la economía.

Mozambique, el tercer país más pobre del planeta, ha recorrido en 20 años un camino que a otros les llevó siglos: reducir en dos terceras partes el número de niños que mueren antes de cumplir los cinco años. Una estimación que considere la evolución de la población nacional sugiere que, de haberse mantenido los niveles de mortalidad de 1990, 155.000 niños más habrían perdido la vida en 2012. El factor individual más relevante tras esta trayectoria histórica es la extensión de los programas de inmunización, cuya cobertura ha superado el 75 por cien en algunas enfermedades infecciosas como el sarampión.

La capacidad para proteger a la población vulnerable de enfermedades evitables constituye la base sobre la que se fundamenta el sistema de salud de muchos países pobres, como Mozambique. Pero no existe ningún modo de que las autoridades nacionales asuman una responsabilidad de este calibre sin el apoyo generoso, previsible y continuado de los donantes internacionales, como demuestra el caso de España. La inversión de la cooperación española en salud y en la investigación de las enfermedades olvidadas ha generado a lo largo de los últimos años beneficios económicos, prestigio internacional e influencia política. Son meros adornos a la monumental contribución a la supervivencia y el bienestar de millones de niños y adultos, pero ilustran los beneficios éticos y prácticos de una cooperación de calidad. España haría mal en tirarla completamente por la borda.

 

Mozambique vive ‘tiempos simultáneos’

Cuando describen el modo en que la historia ha cambiado las tornas, algunos mozambiqueños no pueden evitar un deje de ironía….

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