paz
Autor: Severine Autesserre
Editorial: Oxford University Press
Fecha: 2021
Páginas: 240

Los frentes de la paz

Trabajadora humanitaria sobre el terreno y luego académica, Severine Autesserre defiende en ‘The frontlines of Peace’ que sin contar con los de ‘abajo’ no se logrará alcanzar una paz duradera en las zonas en conflicto.
María Avello
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Este es un libro sobre la paz y dónde ir a buscarla, o mejor, cómo conseguirla. La ilustración de su portada, un lapicero sobre un fusil colocado sobre el arma de tal forma que parezca una X, ya nos da pistas sobre las cuestiones que su autora abordará en sus 240 páginas. Severine Autesserre, profesora de Ciencia Política en el Barnard College de la Universidad de Columbia (Nueva York), no es una académica a secas. Ha pasado una parte de su vida profesional sobre el terreno, sirviendo como trabajadora humanitaria en algunos de los lugares que describe en The Frontlines of Peace, que a ratos se asemeja a un diario personal. Sin duda, vida y obra se entremezclan a lo largo de las tres partes que lo componen, mientras el tránsito por los conflictos del planeta le señala a Autessserre el camino para llegar a su propia definición de paz en los territorios castigados por la violencia y la guerra, plasmada de manera contundente en la última parte del libro, titulada “The New Peace Manifesto” (“el nuevo manifiesto de la paz”).

Autesserre sostiene que para conseguir la paz es preciso no olvidarse de las personas y comunidades que viven en los lugares en guerra, asociados habitualmente a imágenes de pobreza y desolación. Pero no solo eso: es necesario situarlos en el centro de los esfuerzos por lograr la pacificación. El planteamiento parece simple, pura lógica, si no fuera porque hasta hace muy poco el enfoque del mantenimiento de la paz haya sido casi el contrario. Las 14 misiones de paz actuales lideradas por las Naciones Unidas disponen de más de 100.000 miembros de fuerzas de seguridad de distintos países, situados en lugares en conflicto, con presupuestos de millones de dólares. Pero eso no basta.

Autesserre realiza su propio examen de conciencia cuando se reconoce en esos trabajadores humanitarios que acumulan destinos en su haber como quien se cuelga medallas olímpicas, sin tener tiempo ni ganas para acercarse realmente a las poblaciones locales, cuyos conflictos se supone que contribuyen a solucionar. Son élites profesionales que se relacionan con las élites políticas de los respectivos Estados en crisis, sin entender las dinámicas internas de los territorios donde estalla la violencia. A pesar de que en algunos párrafos admite la necesidad de que también existan estos engranajes desde arriba, afirma con contundencia que sin contar con los de abajo, con los lugares concretos y sus habitantes, no se logrará alcanzar una paz duradera.

 

«Autesserre se reconoce en esos trabajadores humanitarios que acumulan destinos en su haber como quien se cuelga medallas olímpicas, sin tener tiempo ni ganas para acercarse realmente a las poblaciones locales»

 

El libro se construye sobre los ejemplos de zonas de paz en Estados inmersos en conflictos armados duraderos, como los casos de la isla de Idjwi en República Democrática del Congo; San José de Apartadó en Colombia; Somalilandia en Somalia, y Wahat al Salam-Neve Shalon en Israel. En todos ellos las comunidades locales organizadas de manera autónoma y sin apenas intervención exterior son las que construyen la convivencia pacífica. La autora no trata de convencernos de que la paz impuesta desde las negociaciones entre las élites internacionales y las élites globales, los llamados esfuerzos dentro del Peaceland, hayan de suprimirse o carezcan de utilidad. Pero Autesserre nos quiere asegurar, por medio de su línea de investigación, que no son suficientes para consolidar la paz en territorios donde existe violencia armada. Estos estudios de caso la llevan a una conclusión: no hay una receta única para lograr la paz, pero sí una metodología que la facilita.

Escrito en un lenguaje accesible y comprometido, el libro es una herramienta que enriquece el debate y pensamiento sobre el mantenimiento de la paz, a menudo constreñido y representado desde el ángulo unidireccional de la seguridad y las fuerzas armadas. Autesserre nos ilustra sobre el desarrollo de las metodologías participativas de investigación y sobre la necesidad de entender en profundidad los conflictos en los que se interviene.

El mantenimiento de la paz acumula desde hace décadas victorias y derrotas. Aquí se deja constancia de esto último, en un esfuerzo por convencernos de que sin “deslocalizar la paz” no lograremos solucionar los conflictos armados pendientes. Es más, la paz hay que empezar a construirla con tiempo, desde el momento en que surge la violencia, no solo cuando se firma en acuerdos y de forma apresurada. Este enfoque se puede encontrar en parte en las operaciones de mantenimiento de la paz de las dos últimas décadas, situadas en Estados donde aún no ha finalizado el enfrentamiento armado, como el Congo o República Centroafricana. Para ello cuentan con la capacidad de “proteger a los civiles” incluso mediante el uso de la fuerza si es preciso. Pero esto no es lo que Autesserre visualiza. Es con diálogo y no con armas como será posible llegar a una paz que luego hay que construir y preservar cada día.

Las últimas iniciativas que el secretario general de la ONU, António Guterres, ha formulado, como la llamada Acción por el Mantenimiento de la Paz, parecen ir en esa dirección. Es preciso reavivar el diálogo político y entre las facciones en lucha antes de rearmar las operaciones, para lo que es preciso contar con las comunidades locales. Aunque en la práctica, por ahora, esta iniciativa no parezca traducirse claramente en resultados pacíficos en las líneas del frente.

Autesserre dibuja una hoja de ruta para encaminar los conflictos armados actuales hacia soluciones pacíficas, basada en una combinación del enfoque desde arriba y desde abajo, tan sencilla de comprender como difícil de poner en práctica, al desafiar la ortodoxia de la diplomacia y de la concepción del Estado como el sujeto principal del Derecho Internacional que rige las relaciones internacionales en la actualidad. Sin embargo, tras la lectura de este libro, resulta muy difícil volver a creer que los enfoques convencionales, las negociaciones entre élites y grupos armados sin contar con las comunidades enfrentadas, podrán desembocar en una paz duradera y real.