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EcoExt70: América Latina afronta el reto fiscal

Carta a los lectores
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El peso de los tributos en América Latina es muy liviano. La imposición recae sobre todo en el consumo y el tráfico de mercancías, en tanto que las rentas personales y los beneficios de las sociedades reciben un trato generoso. En el Caribe, debido a la influencia anglosajona, la distribución de la carga tributaria es la inversa, los impuestos directos prevalecen sobre los indirectos. La baja presión fiscal de América Latina tiene su origen en unos derechos arancelarios, las primeras formas de tributación, que procuraron un nivel suficiente de recursos financieros para el funcionamiento de los gobiernos de turno. Los aranceles no consiguieron, sin embargo, proteger y estimular las industrias nacientes, pero sí sirvieron de coartada para impedir el desarrollo de la imposición sobre la renta, siguiendo las exigencias de las oligarquías agrarias y comerciales. La totalidad de los ingresos del puerto de Buenos Aires bastaba para financiar el gasto público de la nueva República. Estados Unidos, defensor del liberalismo, practicó por el contrario una rigurosa política proteccionista, cuando sus vecinos del sur, presos de un ingenuo liberalismo, fueron acusados de proteccionismo.

El sistema fiscal de América Latina aceptaba así, de partida, una modesta base tributaria que todavía sigue y la exclusión casi total de los impuestos directos. Los ingresos impositivos representan el 23 por cien del PIB frente a una media del 42 por cien en los países de la OCDE. Aunque la cifra de recaudación no sea homogénea en Latino­américa –en Brasil asciende al 32 por cien y en Colombia al 14–, es evidente que el bajo nivel de ingresos reclama una extensión de las bases fiscales y una mejora de los mecanismos de recaudación.

La distribución de la carga tributaria registra una gran anomalía: los impuestos indirectos suman dos tercios del total frente a un tercio en…

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