Pocas veces la televisión de nuestro país ha presentado un trabajo documental tan preciso y oportuno como la miniserie titulada Perejil. La guerra que no fue. La plataforma que ha lanzado el proyecto, Movistar+, ha acertado con el tema y con el guion, pero lo mejor de esta producción son las conclusiones político-históricas que se desprenden de sus tres episodios.
El conflicto por la isla de Perejil, parte del territorio español, se desarrolló entre el 11 y el 20 de julio de 2002, cuando Marruecos puso en marcha la simbólica ocupación de este desértico y rocoso peñón situado en el Estrecho de Gibraltar, a escasos cien metros de la costa marroquí, a muy pocos kilómetros de Ceuta y con las coordenadas geográficas 35°54′50″N 5°25′08″O. La ocupación provocó una crisis entre Rabat y Madrid y terminó con una intervención militar española.
La principal conclusión de la serie es que el presidente del gobierno José María Aznar actuó sin demora, teniendo en cuenta varios factores: el respaldo de la OTAN con excepción de Francia, el atlantismo español, las buenas relaciones con Estados Unidos y, primordialmente, porque se tenía la certeza de que si no protegía el peñasco de Perejil se pondría en peligro las ciudades de Ceuta y Melilla. En palabras del propio Aznar, más valía prevenir que curar.
Aznar aparece como el gran protagonista de la serie. Sus intervenciones detallan paso a paso sus decisiones en aquel delicado momento y dejan claro cuál era su objetivo final: recuperar el islote e izar la bandera española para evitar futuras acciones de Marruecos y una escalada militar. Aznar explica que, pese a que el rey Juan Carlos I, tenía una gran relación con la monarquía alauí encabezada por Mohamed VI, el gobierno le mantuvo al margen del conflicto.
La denominada “Operación Romeo Sierra” estaba pensada para recuperar Perejil sin que se produjera ni un solo disparo y regresar al statu quo previo a la intervención marroquí. Ambos objetivos se alcanzaron plenamente. En la serie se destaca que el partido de la oposición, encabezado entonces por el socialista José Luís Rodríguez Zapatero, apoyó al gobierno del Partido Popular.
Perejil es un documental altamente recomendable que cuenta con más de 40 testimonios, entre los que destacan, además del presidente Aznar, los de Federico Trillo (ministro de Defensa), Ana Palacio (ministra de Exteriores), Miguel Ángel Moratinos (ministro de Exteriores de Zapatero) y Richard Armitage (subsecretario de Estado). A lo largo de la miniserie aparecen miembros del gobierno francés y numerosos diplomáticos, militares, periodistas y especialistas en temas de Inteligencia y Defensa.
La serie tiene sus momentos divertidos. Trillo, por ejemplo, cuenta que la maqueta de la isla de Perejil para preparar la operación se construyó en una tienda de juguetes junto a su casa. Pese a lo inverosímil de la anécdota, las explicaciones técnicas de la operación evidencian el músculo militar español y la perfecta ejecución del asalto con helicópteros.
«Pocas veces la televisión de nuestro país ha presentado un trabajo documental tan preciso y oportuno como la miniserie titulada ‘Perejil’»
El hecho de que no se registrara ni un solo disparo, que los prisioneros marroquíes capturados en la isla fueran entregados sin un solo rasguño a la Guardia Civil e, inmediatamente, a las autoridades marroquíes en la frontera ceutí, otorgan al relato una imagen poco conocida de las Fuerzas Armadas españolas y su coordinación con el poder civil.
Las declaraciones de la ministra Palacio son asimismo interesantes sobre todo porque explican su esfuerzo para que el general Colin Powell, secretario de Estado, intercediera para poner un punto final al conflicto a favor de España, pese a ser Marruecos un gran aliado de Washington.
Perejil: La guerra que no fue es un buen trabajo documental, porque además de su perfecta realización, aporta datos, opiniones e informaciones no conocidas hasta ahora y porque en perspectiva otorga una nueva visión sobre aquel conflicto que colocó a España y a Marruecos al borde del abismo.

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