POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 217

Ilustración de Ximena Maier.

Seis claves sobre el camino a la Casa Blanca

Existe un viejo debate sobre si la política es un arte o una ciencia. A partir de las primarias, no hay duda de que la inquietante política en Estados Unidos se transforma en una cuestión de matemáticas.
Pedro Rodríguez
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  1. – Iowa y New Hampshire. Los dos grandes partidos que monopolizan la política de Estados Unidos eligen a sus candidatos para ocupar la Casa Blanca a través de una primera vuelta electoral en forma de primarias completamente abiertas. Cada aspirante a la nominación presidencial compite para reunir la mayoría de los delegados en las convenciones nacionales de sus respectivos partidos. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, este proceso de selección comienza a partir de los muy, muy peculiares votantes de Iowa y New Hampshire.
  1. – ¿Qué es un caucus? Iowa tiene la peculiaridad de utilizar asambleas de simpatizantes para sus primarias. En los caucuses puede participar cualquier residente mayor de edad y registrado como votante republicano o demócrata. En el caso de Iowa, la mayoría de los votantes están registrados como independientes, pero pueden realizar un cambio instantáneo de su estatus a la puerta de estas reuniones organizadas en gimnasios, colegios, iglesias, cuarteles de bomberos o incluso residencias particulares. Unos 1.700 puntos de votación (no siempre secreta) que cubren los 99 condados de Iowa.
  2. – Un calendario comprimido. La envidia que generan Iowa y New Hampshire, y el interés de los partidos por no prolongar este costoso proceso, se ha traducido en un calendario de primarias cada vez más comprimido. Desde los años ochenta, una serie de Estados –sobre todo sureños– han intentado adquirir mayor influencia en este proceso concentrando sus primarias en un Super Tuesday. En esta “muerte súbita”, convocada este año para el 5 de marzo, se repartirán más de un tercio de los delegados de la Convención Nacional Republicana con votaciones en 16 Estados y Territorios, incluidos California, Texas, y Carolina del Norte.
  3. – Escaparates para la democracia. La designación de los candidatos presidenciales tiene lugar durante las convenciones nacionales de cada partido. Estos cónclaves políticos en el pasado producían toda clase de sorpresas amañadas pero desde el pulso de 1960 entre Richard Nixon contra John F. Kennedy, han terminado por convertirse en previsibles espectáculos televisivos. En 2024, los republicanos van primero y se congregarán a partir del 15 de julio en Milwaukee, mientras que los demócratas se reunirán en Chicago a partir del 18 de agosto. Desde el momento en que las convenciones terminan con toda una apoteosis de globos y confeti, la campaña presidencial se convierte en una batalla constante hasta el mismo día de las elecciones, sin jornada de reflexión.
  4. – La matemática del Colegio Electoral. Los presidentes de EEUU no son producto ni de elecciones directas ni necesariamente ganan la Casa Blanca por una mayoría de voto popular. Lo que se celebrará el martes 5 de noviembre 2024 no es una sola elección. Se trata más bien de 51 consultas simultáneas en cada Estado de la Unión y el Distrito de Columbia (capital federal), para elegir a los miembros del llamado Colegio Electoral. Se trata de una institución compuesta por 538 electores repartidos entre los Estados y la capital federal con una fórmula ponderada que ofrece cierta ventaja a jurisdicciones con reducida población. Por ejemplo, California tiene 54 votos electorales con un 12% del censo nacional mientras que Wyoming, con 0,17% de población, dispone de tres votos electorales.
  1. – ¿Quién y cuánto? Desde George Washington, la Constitución establece tres requisitos para ocupar la Presidencia: ser ciudadano “natural” y no naturalizado, 14 años de residencia en territorio americano y una edad mínima de 35 años. Aunque a la vista de unos previsibles candidatos, Trump y Biden, con 77 y 81 años respectivamente, no faltan las consideraciones sobre un tope máximo en cuanto a edad. Otro principio inalterable en la política de EEUU es que cada elección viene acompañada de una plusmarca de gasto, en su gran mayoría procedente de donaciones privadas. Las estimaciones para el ciclo 2023-24 apuntan a un desembolso de más 10.000 millones de dólares. •