El plan recibió el respaldo de Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Catar, Turquía, Pakistán e Indonesia, que emitieron una declaración conjunta. También manifestaron cierto apoyo Rusia y China. En Europa, tanto líderes nacionales como representantes de las instituciones europeas lo acogieron con satisfacción, destacando su potencial para poner fin al conflicto y avanzar hacia una solución de dos Estados.
En sus 20 puntos se hace referencia a potenciales resultados positivos si todos los actores implicados actúan con voluntad de entendimiento y cumplen con lo que se pueda acordar. Se menciona que no se forzará la expulsión de la población local, se permitirá la entrada de ayuda humanitaria y se contempla una retirada de la Franja de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), junto a planes de desarrollo económico e inversión aún sin definir. No obstante, no han faltado las voces críticas que señalan que la iniciativa podía considerarse más un ultimátum que un plan de paz a largo plazo, y que algunos elementos quedan formulados con ambigüedad.
A pesar de exigir su rendición incondicional, Hamás ha aceptado –con algunas reservas– el plan de paz propuesto por Donald Trump, abriendo así una ventana de oportunidad que coincide con el segundo aniversario del fatídico 7 de octubre. También Israel ha manifestado su disposición a avanzar en las negociaciones. Los mediadores estadounidenses, egipcios y cataríes se reúnen esta semana en Egipto para cerrar un acuerdo de alto el fuego basado en dicho plan. Se espera que la primera ronda de negociaciones se centre en el intercambio de los rehenes que quedan en Gaza por prisioneros palestinos.
Aunque la aceptación por ambas partes es preliminar y sujeta a condiciones, supone el punto más cercano a una posible resolución desde el inicio de un conflicto que acumula seis guerras, dos Intifadas…

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