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En el muy completo relato sobre secesión o permanencia, que nos ofrece el Profesor Ignacio Molina, referido básicamente a España y Cataluña aunque sin rehuir el análisis de otros casos, como Canadá-Quebec, Gran Bretaña-Escocia, Bélgica-Flandes, para mejor comprender el cómo se afronta tal disyuntiva.
Disyuntiva que en nuestro caso va empantanando la vida política y mediática de todo el país por la ocupación que el “procés” realiza.
Por un lado pareciera del todo cierto y encomiable saber, conocer si existe una gran mayoría de catalanes que pretenden la independencia; y la única manera de reconocerlo es mediante la convocación de un referéndum que explícitamente pregunte sobre ello.
Nos preguntaríamos inmediatamente, qué motivo se arguye para impedir tal referéndum.
Y aquí comienza nuestro embrollo, ya que preguntar a una parte, sobre algo que afecta a todos, no está contemplado en nuestro modelo de convivencia, ésto es, constitucional.
Uno agradece el análisis comparativo con Canadá y Reino Unido, cuyos Sistemas Legales, sí permiten tal consulta. Y no por ello son más democráticos que España.
Y se agradece la descripción que sí permitiría, con el tiempo, la secesión: cuando una inmensa mayoría de catalanes votase de manera continuada en el tiempo por la opción independentista y que además supusiera que la Cataluña castellanoparlante apoya también la ruptura, entonces España, nos dice, debería propiciar los cambios que constitucionalmente existen, que dieran cauce a la secesión.
Aquí cabe recordar, que aunque se dice rápido, los cambios constitucionales son de gran envergadura, complejos y no fáciles de conseguir, pero es verdad que sí existen.
A la luz de la comparativa legal internacional, se aboca al independentismo por tres vías:
1-la vía unilateral, ya ensayada, con la frustración subsiguiente.
2-la vía tranquila, sin atajos, buscando ensanchar su base social mucho más allá del 50’1% que logren convencer en el tiempo a España.
3-esta vía implica una mirada sincera a si misma, a la no uniformidad existente en Cataluña, también aceptar la realidad democrática de España y su fortaleza institucional y negociar una mejora del ya muy amplio autogobierno.
Encontrando muy certero el análisis, uno entiende que muy dificilmente renunciará Cataluña a su forma de conducir el “procés”, con su presión en la calle, manifestaciones multitudinarias como las que llenaron la Diagonal y que condujeron a que el president Artur Más encabezara la vía soberanista.
Antes de aquello no era así, y lo que vino después es ya historia.
Gracias.