Caída de un gigante: recuerdo de la Unión Soviética

 |  16 de agosto de 2011

19 de agosto de 1991. Mijail Gorbachov, secretario general y presidente de la Unión Soviética, veranea en Crimea, junto a los acantilados de Foros, en el cabo de Sarych. En la dacha presidencial irrumpen unos hombres. Son los enviados del autoconstituido Comité Estatal para el Estado de Excepción. Llevan una petición para el presidente: que dimita de sus cargos ante la situación de “grave emergencia” que sufre la URSS. Así da comienzo el conocido como Golpe de Agosto. Un golpe de Estado que acabó en fracaso y produjo un resultado inesperado, tanto para los golpistas como para Gorbachov: la desintegración de la Unión Soviética.

La caída de la Unión Soviética es recordada por Jesús López-Medel, expresidente de la Comisión de Derechos Humanos y Democracia de la Asamblea de la OSCE, en un artículo para Política Exterior 142. López-Medel rememora las circunstancias que rodearon la caída del mayor imperio surgido en el siglo XX. Para empezar, los acontecimientos de la plaza de Tiananmen en China ocurridos dos años antes. Los tanques chinos llevaron a cabo una masacre donde murieron 4.000 estudiantes de los allí concentrados.

Este terrible recuerdo no impidió la movilización popular en contra de los golpistas. Miles de moscovitas rodearon, para protegerla, la sede del Parlamento ruso. Junto a ellos se alzó Boris Yeltsin, presidente de Rusia, que asumió el liderazgo frente a un golpe que había sacado los tanques a las calles de Moscú. Gorbachov pasó los tres días que duró a rebelión en Crimea. Cuando regresó, el imperio que gobernaba había empezado a desmoronarse.

En el primer día del golpe, las tres repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) declararon su independencia. Ucrania y Bielorrusia, antes de que terminase el mes, se habían sumado a la desbandada. Otras repúblicas como Moldavia, Azerbaiyán y Kirguistán siguieron el mismo camino. A su regreso de Crimea, Gorbachov reconocía que volvía “a un país que no era el mismo”. El 25 de diciembre de 1991, el líder de la perestroika anunciaba su dimisión como presidente de la Unión Soviética. La bandera de la hoz y el martillo fue arriada del Kremlin y reemplazada por la bandera tricolor de Rusia. La Unión Soviética había dejado de existir.

La Federación Rusa tomó el relevo de la URSS. López-Medel hace un repaso de la trayectoria política del país, desde Yeltsin hasta Dmitri Medvedev, pasando por Vladimir Putin. Y afirma: “Hoy, 20 años después de la caída de la URSS, Rusia está mucho mejor en diversos ámbitos, pero no en uno fundamental: la calidad de la democracia y las libertades”.

Para más información:

Rafael José de Espona, «Rusia, la Unión Europea y la ‘isla energética del Báltico’». Política Exterior núm. 141, mayo-junio 2011.

Zbigniew Brzezinski, «La decisión de Putin, el futuro de Rusia». Política Exterior núm. 125, septiembre-octubre 2008.

Economía Exterior 46, otoño 2008, dedica el número a Rusia. Para acceder al índice del mismo, haga clic aquí.

Javier Elorza, «Rusia: un nuevo marco para su relación con la UE». Política Exterior núm. 122, marzo-abril 2008.

Política Exterior 121, enero-febrero 2008, dedica el número a Rusia. Para acceder al índice del mismo, haga clic aquí.

 

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