Transición en Túnez: el reto de cumplir un sueño

 |  11 de agosto de 2011

Los ciudadanos tunecinos que dieron alas a la Revolución del Jazmín han apuntado alto. Sus principales reivindicaciones son la libertad, la democracia, el Estado de derecho, elecciones libres y transparentes y, por encima de todo, la integridad de los responsables públicos. Tras 23 años de dictadura y mentiras por parte del Estado, el pueblo tunecino ha llegado al punto de no creerse lo que le cuentan los políticos. Así, la transición tunecina está marcada por una crisis de confianza y sospecha generalizada.

Las elecciones ya han sufrido varios retrasos. Finalmente, los comicios han sido convocados para el próximo 23 de octubre. Mientras tanto, los manifestantes han vuelto a las calles, en una clara señal de descontento por el ritmo y la dirección de las reformas. Todo ello en medio de una crisis económica que genera frustración social.

En el último número de Afkar/Ideas, uno de los protagonistas de la transición tunecina da buena cuenta de las dificultades que supone un proceso de tal magnitud. Se trata de Yadh Ben Achour, que se define como un “simple universitario que siempre ha vivido libre, alejado de los políticos, los partidos y el poder”.

Ben Achour es, en estos momentos, uno de los hombres más influyentes de Túnez, como presidente de la Alta Instancia para la Realización de los Objetivos de la Revolución, la Reforma Política y la Transición Democrática. Un organismo compuesto por actores clave de la sociedad civil tunecina: partidos, organizaciones nacionales, organizaciones no gubernamentales, asociaciones profesionales, regiones y, como él, un grupo de juristas, entre otros colectivos. Un “miniparlamento”, en definitiva, que reúne a 155 personas que han de manejar un delicado proceso de transición.

La Alta Instancia, explica Ben Achour, es la síntesis de dos legitimidades: una revolucionaria, representada por partidos, organizaciones, etcétera, y otra institucional, encarnada por el poder provisional, la administración… Su trabajo está dominado por las exigencias de la revolución y de la legalidad institucional. “Frente a las dificultades a las que nos enfrentamos a diario –reconoce Ben Achour–, lo que hemos podido hacer en muy poco tiempo parece un milagro”.

En pocas semanas han promulgado una ley para la celebración de las elecciones; un decreto-ley para la constitución de la Alta Instancia independiente para las mismas; un decreto-ley para la elección de la Asamblea Constituyente; la adopción de la paridad entre hombres y mujeres en las listas electorales; la privación de la candidatura de los dirigentes del antiguo partido que ocupaba en poder durante el régimen de Ben Alí… y un largo etcétera.

La revolución tunecina se ha caracterizado por una ausencia de liderazgo, programa o agenda. Se trata de una revolución espontánea de la sociedad civil. La evolución de los acontecimientos indica que, a pesar de la institucionalización en parte del proceso revolucionario, la voz de los ciudadanos sigue muy presente. El propio Ben Achour reclama que así sea: “Por encima de partidos e instituciones, de las leyes y la Constitución, no debemos perder nunca de vista que el verdadero garante de la perennidad de la revolución tunecina es la sociedad civil, que debe permanecer alerta y fuerte”.

Para más información:

Yadh Ben Achour, “La voz del derecho en la transición democrática”. Afkar/Ideas núm. 30, verano 2011.

Salam Kawakibi, “Transiciones convulsas en Túnez y Egipto”. Afkar/Ideas núm. 30, verano 2011.

Ridha Kéfi, “Túnez entre dos épocas”. Afkar/Ideas núm. 29, primavera 2011.

Salota Charfi, “Turquía y Túnez: feminismo en tierra del islam”. Afkar/Ideas núm. 29, primavera 2011.

 

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