Chile, Bolivia, y el mar

 |  26 de noviembre de 2013

Por Esther Mussons, internacionalista.

Las fronteras internacionales son, a menudo, borrosas por los procesos de globalización. Los cambios en la esfera internacional y en el contexto regional enmarcan un nuevo escenario en cuanto a las relaciones de vecindad, pero en el caso de America Latina aún se mantienen algunas fronteras en disputa.

Las relaciones entre los países vecinos del continente suramericano han sido, cuanto menos, conflictivas y complejas. Desde la guerra de independencia,  el legado de otras guerras como la del pacífico o la del Chaco, sumado a los populismos y la herencia de los gobiernos de facto, contribuyeron a crear un clima de desconfianza.

El caso más reciente es la demanda marítima de Bolivia a Chile. El 24 de abril de este año, el ministro de Asuntos Exteriores boliviano, David Choquehuanca, presentó los documentos para una demanda marítima a Chile ante la Corte Internacional de Justicia, cambiando de este modo su estrategia para tener acceso al océano Pacífico.

Las fronteras entre Bolivia y Chile se remontan al Tratado de 1904 de Paz y Amistad, firmado después de que Bolivia perdiera 400 kilómetros de  costa ante Chile en la Guerra del Pacífico (1879-1884). Durante años, Bolivia ha estado presionando a Chile para que le conceda una salida útil y soberana al mar. Chile se ha negado. Ante la ausencia de una solución definitiva por la reivindicación marítima, los dos países mantienen rotas sus relaciones diplomáticas desde 1978.

La demanda boliviana solicita a la Corte Internacional de Justicia que falle y declare que Chile tiene la obligación de negociar de buena fe con Bolivia un acuerdo que le otorgue una salida soberana al océano Pacífico.

La última solicitud presentada no se basa en el Tratado de 1904. Bolivia ha decidido utilizar el argumento de que, como país pobre, merece el acceso marítimo. En Unasur, este argumento ha ganado algunos partidarios, como Brasil, Venezuela, Argentina y Uruguay, por ejemplo. Bolivia no quiere hacer frente a Chile de forma bilateral, quiere hacer de este tema una cuestión multilateral que implique a otros países de América del Sur.

La mayoría de países del mundo se han formado a base de conquistas y, a pesar de que arrebatar unas tierras por la vía armada no está aceptado por la comunidad internacional y que no hay ningún acuerdo sobre cuándo un territorio conquistado se considera legítimamente parte del país que lo ha ganado, la existencia de tratados donde figuran la distribución, repartición o donación de tierras es, para la comunidad de naciones, suficiente para disuadir reclamaciones.

Región en disputa

La región del mundo que ha llevado más disputas en la Corte Internacional de La Haya es América Latina, donde cuatro de los 10 casos en el que la Corte ha emitido sentencia afectan a países sudamericanos. La causa principal de las disputas territoriales presentadas ante la CIJ se debe a los tratados limítrofes firmados en la época colonial.  Sin ir más lejos, en una sentencia de finales de 2012, la CIJ favoreció a Nicaragua al  aceptar su cuestionamiento de un tratado de delimitación marítima firmado con Colombia. Con este fallo, Colombia perdió aproximadamente el 43% de su territorio marítimo en el Mar Caribe. El presidente colombiano, Juan Manuel Santos,  se niega a aceptar dicho fallo.

En 2002, el CIJ  ratificó que Honduras tenía que recuperar dos tercios del terreno reclamado a El Salvador (sentencia que todavía no se ha cumplido). Otro caso de disputas vecinales es la que llevó a Perú y Ecuador a recurrir a una mediación internacional para resolver su controversia sobre una porción del Amazonas.

Otro ejemplo lo encontramos en la demanda que Perú puso contra Chile en 2008. Ambos países siguen en desacuerdo sobre aproximadamente 38.000 kilómetros cuadrados de mar, situados a lo largo de su frontera marítima. Una postura favorable a los intereses de Lima allanaría mucho el terreno a las pretensiones de Sucre, ambos contra Santiago.

La demanda interpuesta por Bolivia ha sido admitida, por lo que está en manos de la CIJ decidir sobre la cuestión. Una corte que, si falla de forma favorable a los intereses de Bolivia, sentará un precedente importante para el resto de países que perdieron territorios en  guerras.

Mientras tanto, las embarcaciones con las que cuenta la armada boliviana tendrán que seguir flotando en el 44% que tienen del lago Titicaca: 3.790 km2.

 

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