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Militares rusos participan en un ejercicio de aterrizaje anfibio en la costa de Crimea el 18 de octubre de 2021. SERGEI MALGAVKO. GETTY

¿Cómo luchar contra la nueva guerra híbrida del Kremlin en Europa?

Con su acometida en varios frentes, desde el Báltico a los Balcanes, el Kremlin busca dividir y debilitar a la Unión Europea. EEUU y la UE tienen muchas cartas valiosas en la mano para contraatacar, pero deberán jugarlas con rapidez y eficacia.
Anders Åslund
 |  25 de noviembre de 2021

A medida que se acerca el invierno, el Kremlin sigue instigando discordias en Europa. Entre sus maquinaciones más recientes se encuentran una guerra del gas contra los países centroeuropeos y del este, una crisis migratoria a lo largo de la frontera entre Bielorrusia y Lituania, Letonia y Polonia, el regreso a la movilización militar en la frontera este de Ucrania, y la agitación por la secesión de Serbia con respecto a Bosnia y Herzegovina.

Aunque esta campaña tiene varios objetivos, posee un hilo común: el deseo del Kremlin de dividir y debilitar a la Unión Europea. Esto significa lograr la aprobación de Alemania para el gasoducto Nord Stream 2 lo antes posible, perturbar el mercado europeo del gas con vistas a retornar a los contratos de largo plazo al estilo soviético –con los precios del gas ligados a los del petróleo–, debilitar a Ucrania y obligar a Moldavia a abandonar su Acuerdo de Asociación Europea y, en su lugar, unirse a la Unión Económica Eurasiática de Rusia.

El Kremlin tiende a hacer pruebas para ver qué puede conseguir antes de golpear fuerte cuando surja la oportunidad. Ante ello, Occidente –Estados Unidos, la UE y Reino Unido– deberá actuar rápido para atajar lo que sea que venga a continuación. El peor error que se puede cometer ante Rusia es responder a sus provocaciones sin hacer nada, o reaccionar con suavidad o demasiada lentitud. Como plantea el investigador de Chatham House Keir Giles, Occidente debe reconocer “que no se puede evitar la confrontación con Rusia, porque ya está ocurriendo”. La historia muestra que “Rusia respeta la fortaleza y desprecia la avenencia y la búsqueda de acuerdos”.

Por fortuna, Occidente ya cuenta con muchas herramientas eficaces. Además, con la llegada de un nuevo gobierno alemán que probablemente será menos amistoso hacia el presidente ruso, Vladímir Putin, habrá una oportunidad para un nuevo pensamiento estratégico.

 

«El peor error que se puede cometer ante Rusia es responder a sus provocaciones sin hacer nada, o reaccionar con suavidad o demasiada lentitud»

 

Debería fácil combatir la guerra del gas. El 21 de julio, EEUU y Alemania dieron a conocer una declaración conjunta sobre el Nord Stream 2 donde planteaban “su determinación de que Rusia se responsabilice de su agresión y sus actitudes perniciosas imponiéndole costes, vía sanciones u otras herramientas”. Después de cuatro meses de escalada rusa, la administración presidida por Joe Biden debería sentirse obligada a poner fin a su exención de las sanciones aprobadas por el Congreso sobre el Nord Stream 2, y el gobierno alemán debería dar su conformidad a ello, lo que mataría con rapidez el gasoducto. Incluso si la administración de Biden no toma medidas, el Congreso de EEUU todavía podría hacerlo, añadiendo nuevas sanciones obligatorias a la Ley de Autorización de la Defensa Nacional para el Año Fiscal 2022.

En la actualidad, las reservas europeas de gas son insuficientes porque Gazprom se las ha arreglado para crear una escasez artificial. El gigante estatal ruso posee un cuarto de su capacidad de almacenaje de gas en Alemania, Austria y Países Bajos, y ha mantenido vacías esas instalaciones mientras llena sus depósitos locales. La solución obvia es que la UE prohíba que Gazprom y otros proveedores externos posean instalaciones de almacenaje en la UE, y que imponga niveles mínimos en la capacidad actual. Puesto que, en la práctica, la UE es un monopsonio (un único comprador) del gas de Gazprom, debería comenzar a presionar de manera colectiva para limitar el poder monopolístico de la empresa estatal rusa.

Si bien la administración de Biden ha condonado el Nord Stream 2 –al tiempo que prohíbe el oleoducto Keystone XL de Canadá–, se ha negado a involucrarse en la crisis europea del gas. Eso tiene que cambiar. EEUU debe dar pasos para suministrar gas natural licuado (GNL) a Europa, ahora que el continente ha construido la capacidad de recibir envíos de GNL.

 

«Biden debe poner fin a la exención de las sanciones aprobadas por el Congreso sobre el Nord Stream 2, y el gobierno alemán dar su conformidad a ello, lo que mataría con rapidez el gasoducto»

 

En cuanto al drama de la frontera bielorrusa, estamos siendo testigos de un nuevo tipo de guerra híbrida instigada por el gobernante ilegítimo del país, Alexandr Lukashenko. La OTAN y la UE tienen que reconocer la situación tal como es y ofrecer su pleno apoyo a Polonia, Letonia y Lituania. El Consejo de Asuntos Exteriores de la UE hizo bien en sancionar a todas las aerolíneas y compañías involucradas en el tráfico de personas desde Oriente Próximo a la frontera de Bielorrusia. EEUU debería imitarlo fortaleciendo sus sanciones (hoy más bien suaves) a Bielorrusia.

Desde que Biden asumió el cargo, EEUU ha defendido con firmeza a Ucrania, vecino del sur de Bielorrusia. La visita del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, a la Casa Blanca en septiembre fue un momento decisivo. Más aún: no menos de tres secretarios de la administración estadounidense han visitado Ucrania en lo que va del año, y el 10 de noviembre EEUU adoptó una Carta de Estados Unidos y Ucrania sobre Colaboración Estratégica sorprendentemente fuerte. El documento compromete a EEUU a apoyar el “derecho de Ucrania a decidir libremente y sin interferencias externas el rumbo futuro de su política exterior, incluido lo relativo a sus aspiraciones de unirse a la OTAN”. Además de estos hechos prometedores, el gobierno ucraniano acaba de nombrar como ministro de Defensa a su miembro más respetado, Oleksiy Reznikov, recién llegado de las trincheras del Donbás. Pronto visitará Washington.

Sin embargo, también la UE, la OTAN, Alemania y Francia tienen que actuar. Todos ellos se manifestado en contra de la agresión rusa hacia Ucrania en los últimos días. De manera notable, Reino Unido ha comprometido 600 fuerzas especiales en el país caucásico. Si el nuevo gobierno alemán es serio acerca de asegurar la paz en Europa, lo más eficaz que puede hacer es aceptar a Ucrania en la OTAN. Kiev lleva años resistiendo la agresión militar rusa, sirviendo de dique para el resto de Europa. Alemania no está preparada para defenderse, por lo que debería ayudar a Ucrania proveyéndole de armas, como ya hacen EEUU, Reino Unido, Canadá, Polonia y Lituania.

 

«Kiev lleva años resistiendo la agresión militar rusa, sirviendo de dique para el resto de Europa. Alemania no está preparada para defenderse, por lo que debería ayudar a Ucrania proveyéndole de armas, como ya hacen EEUU, Reino Unido, Canadá, Polonia y Lituania»

 

Finalmente, está el problema de los Balcanes. Las tensiones van en aumento en la exYugoslavia, porque la UE incumplió su compromiso de sostener negociaciones de acceso con Macedonia del Norte y Albania. En la primera, un gobierno proeuropeo acaba de perder el poder tras hacer amplias concesiones a la UE a cambio de nada.

Sería mejor que la UE se tomase en serio la idea de una “Europa entera en paz y libertad”, como lo expresara George H. W. Bush en mayo de 1989. Si inicia de inmediato negociaciones de acceso con Macedonia del Norte y Albania, podría ayudar a evitar que la República Sprska flirtee con la secesión de Bosnia y Herzegovina.

EEUU y la UE tienen muchas cartas valiosas, pero deberán jugarlas con rapidez y eficacia para atajar la última acometida rusa.

© Project Syndicate, 2021.www.project-syndicate.org

2 comentarios en “¿Cómo luchar contra la nueva guerra híbrida del Kremlin en Europa?

  1. Curioso artículo… ¿De verdad es Rusia la única nación interesada en ver una Union Europea débil? Es necesario algún empujón adicional, para que el disonante, aunque ilusionante bloque, se mantenga unido bajo unos principios que no santifican ciertos socios del este, mientras la ambivalencia norte-sur causa estragos en sus entrañas? En un mercado de demanda, lo de prohibirle a Gazprom mantener inventarios de gas en Europa, o asumir que el Nord Stream 2 es un gasoducto que no desea Berlín, o la amenaza rusa que pende sobre Alemania, son afirmaciones un tanto «curiosas» desde toda perspectiva geopolítica. Ese mencionado apoyo incondicional norteamericano para proteger a Ucrania, más allá de las declaraciones, en la practica se traducen en las mismas dinámicas de las que se quejan los países del Indo-Pacífico, en sus desavenencias con China. Los países albergan unos imperativos que deben satisfacer, y al final, el Kremlin posee una estrategia a largo plazo basada en un líder auto-proclamado a largo plazo. A diferencia del modelo estadounidense de política exterior, muy consciente de sus necesidades geoestratégicas, en la UE experimentamos tantas desavenencias entre estados miembros y estos se encuentran tan sujetos a visiones tan diversas y cambiantes a golpe de plebiscito y cambio de gobierno (corto plazo, 4-5 años), que la unanimidad de acción se torna extremadamente compleja.

  2. La profusión de juicios morales vertidos en este trabajo, es propia de un articulación sesgada, mas que de un análisis objetivo. Si lo que se desea es plasmar una postura política, vertida desde la superioridad moral, entonces el trabajo deja de tener sentido analítico y se convierte en material tendencioso. No se debe incorporar sesgo moral, desde una supuesta superioridad sobre el contrincante, porque elimina la necesaria objetividad analítica; no lo digo yo, lo decía Sunt Tzu. Tampoco se consigue recurriendo a intercalar múltiples informaciones y datos, para tratar de añadir cierta legitimidad. Los sofistas clásicos aplaudirían este trabajo. Platón y Aristóteles estarían consternados…

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