Desafección española hacia la UE y elecciones europeas

 |  28 de febrero de 2014

El Eurobarómetro vuelve a mostrar que la ciudadanía española manifiesta un marcado desconocimiento sobre la Unión Europea y sus instituciones. Este dato resulta significativo debido a la proximidad de las elecciones al Parlamento Europeo, que en España se celebrarán el 25 de mayo. Esta cita electoral reviste una mayor relevancia que las anteriores, ya que se trata de la primera vez que los ciudadanos europeos acuden a las urnas desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, en 2009.

Durante la presentación del último informe del Eurobarómetro, basado en encuestas desarrolladas en noviembre de 2013, Francisco Fonseca, director de la Comisión Europea en España, consideró que los resultados obtenidos expresan la “desafección real y evidente de la ciudadanía respecto a las instituciones”. Esta desafección tiene dos componentes: falta de conocimiento sobre la UE y desconfianza respecto a su actuación.

A pie de calle, la UE es una gran desconocida en España. El 81% de los españoles declaran estar poco o nada informados acerca del acontecer de la UE, frente a la media europea de un 69%. La ciudadanía española no solo sabe que no sabe, sino que también lo demuestra. En un pequeño test sobre conocimientos básicos sobre la UE, el 29% de los encuestados considera falsa la afirmación de que los eurodiputados sean elegidos por los ciudadanos de cada Estado miembro; un 22% prefiere no contestar.

De aquello que se desconoce se suele desconfiar. Si a esto se le añade el actual rechazo a la política por parte de los españoles, no es de extrañar que la ciudadanía manifieste una elevada desconfianza hacia las instituciones europeas, superando en este sentido la media europea. Solo el 23% de los españoles confía en la Comisión Europea y el Parlamento Europeo, y este modesto resultado ya las sitúa como las instituciones europeas mejor valoradas. Como nota positiva, cabe destacar que la tendencia ha ido mejorando.

Las dos preocupaciones principales de los españoles siguen siendo la situación económica y el empleo, problemas que también son prioritarios para el resto de los europeos, aunque en menor medida que para la ciudadanía española. Ante esta situación, los españoles que piensan  que la solución vendrá desde Bruselas son más que los que piensan que partirá del gobierno. Así, un 22% de los españoles estima que las instituciones comunitarias están más capacitadas para afrontar la crisis, frente a un 17% que entiende que el gobierno está más preparado. En cambio, la respuesta del conjunto de los ciudadanos europeos a esta cuestión es equilibrada: el 22% de los encuestados confía fundamentalmente en la capacidad de su gobierno, siendo este porcentaje el mismo para aquellos que tienen más esperanzas puestas en Bruselas. No obstante, si bien los datos revelan que un notable número de españoles consideran que el futuro del país depende de la actuación de la UE más que del gobierno, Fonseca no ve en esto un “motivo de júbilo”, ya que simplemente indican que a nivel interno el malestar con la política es incluso más acusado que a nivel europeo.

Para Miguel Puente, jefe de prensa de la Comisión Europea en España, los datos del Eurobarómetro componen una paradoja: el desconocimiento y la desconfianza hacia la UE se mantienen altas a pesar de que nos encontramos a menos de tres meses de unas elecciones a un Parlamento Europeo que, gracias a la profundización de la democracia comunitaria planteada por el Tratado de Lisboa, nunca antes había tenido tanto poder. Precisamente, entre las novedades más relevantes figura el que los eurodiputados sean los que a partir de ahora elijan al presidente de la Comisión Europea, el ejecutivo comunitario.

La próxima cita electoral, dice Puente, será “histórica, diferente”, por lo que “hay que llamar a la participación”. Esta tarea, sin embargo, se presenta complicada. La desafección hacia la UE en España se suele traducir en una baja participación electoral. En las últimas elecciones europeas, en 2009, sólo acudió a las urnas un 44,90 % del electorado; para mayo, se prevé una participación similar. Así las cosas, el sondeo de Metroscopia apunta a que en España el Partido Popular y el Partido Socialista seguirían siendo las fuerzas más votadas, pero perdiendo escaños a favor de Izquierda Unida y Unión, Progreso y Democracia, que experimentarían una notable mejoría respecto a las elecciones pasadas.

A nivel europeo, es probable que se de un aumento en el acceso al Parlamento Europeo de fuerzas populistas y euroescépticas, como el Partido de la Independencia británico o el Frente Nacional francés. A esto se añade la reciente decisión del Tribunal Federal alemán de suprimir el umbral electoral del 3% de los votos para las elecciones europeas, lo que mejora las perspectivas de acceso a la cámara europea de los partidos Alternativa Para Alemania o del Partido Nacional Democrático, de extrema derecha. Al margen de la inevitable fragmentación de discursos políticos que esto provocaría, una mayor representación de las opciones populistas no tiene por qué significar un riesgo para el funcionamiento del Parlamento Europeo, ya que la institución depende en buena medida de coaliciones formadas sobe la base de los dos grandes grupos: para el centro-izquierda, la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D) y, para el centro-derecho, el Partido Popular Europeo (EPP). De esta forma, el peso que los pequeños grupos puedan tener en la política parlamentaria dependerá de la medida en la que el S&D y el EPP hagan suyas las recomendaciones y análisis de sus socios de coalición minoritarios.

 

por Alberto Pérez Vadillo, especialista en relaciones internacionales

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