Cumbre de Líderes del G20 el 9 de septiembre de 2023 en Nueva Delhi, Delhi. GETTY.

El dragón y el tigre en el gran premio del Sur Global

Cada año, China, primer socio comercial de 120 países, importa tres billones de dólares en mercancías. El State Bank of India, por otro lado, estima que en 2029 India será ya la tercera economía mundial. El Sur Global es donde el dragón y el tigre libran el duelo político, económico y cultural del siglo.
Luis Esteban G. Manrique
 |  10 de abril de 2024

Desde que en 1978 Deng Xiaoping abrió de par en par las puertas de China al mundo tras la autarquía maoísta, su economía depende de su comercio exterior. Drewry Maritime Research estima que en 2022 las navieras chinas eran propietarias o gestionaban 36 de los 100 puertos más grandes del mundo. Otros 25 están en su territorio, que alberga a ocho de los 10 mayores por el tonelaje que manejan. Cosco Shipping Ports, CMPort y Hutchison Ports, las tres grandes, operan en el 61% de los principales hubs marítimos y gestionan o son accionistas de 95 puertos en 53 países: Haifa (Israel), el Pireo (Grecia), Hambantota (Sri Lanka), Dar es Saalam (Tanzania), Gwadar (Pakistán), Chancay (Perú), Colón (Panamá)…

La diversidad de sus socios comerciales refleja su experiencia sobre los riesgos que conlleva la excesiva dependencia de un solo mercado, por grande que sea. La vulnerabilidad de sus cadenas de suministro ante las pandemias, tensiones geopolíticas –sobre todo en estrechos como los de Bab el-Mandeb, Ormuz y Malaca, y  desastres naturales, que pueden desarticularlas de un momento a otro. Tener muchos mercados en distintas fases de sus ciclos económicos es más lógico.

En 2015, Pekín lanzó el programa Made in China 2025 para lograr autosuficiencia en semiconductores, inteligencia artificial y energías renovables. Antes incluso de que Trump subiera al 25% los aranceles a sus exportaciones, el dragón ya buscaba nuevos cotos de caza. El American Enterprise Institute estima que entre 2004 y 2014 el G7, Australia y Nueva Zelandia absorbieron casi la mitad de la inversión exterior china, excluyendo los proyectos del Cinturón y la Ruta.

En 2022 recibieron solo el 15%; el resto fue a Indonesia, Brasil, Arabia Saudí y otros países emergentes. En 2023, las exportaciones a EEUU cayeron un 8,5% y las destinadas a la UE 5,3%. En 2018 un 22% de las importaciones de EEUU provenían de China. En 2023 solo el 13%. Los países de la ASEAN son ya, en conjunto, el mayor socio comercial de China, con los que se mantiene la mayor relación comercial del planeta y que se conecta con un sistema de pagos interbancarios transfronterizos propio: CIPS, la versión china del SWIFT.

 

Divorcio ad portas

En 2022, el sector tecnológico chino recibió 1.200 millones de dólares de capital-riesgo provenientes de EEUU. En 2018 fueron 14.000 millones. Es una tendencia global. En 2023 se impusieron 3.000 medidas comerciales restrictivas, tres veces más que en 2019. La desglobalización, sin embargo, es un mito.

Desde 2011 el ratio del comercio mundial en relación al PIB oscila entre el 55%-60%. En la guerra fría era el 24%. Ha caído el comercio bilateral entre bloques, no entre sus miembros. Entre 1980 y 2020 el valor del comercio de mercancías aumentó 12 veces, hasta los 25 billones de dólares (en precios actuales). Desde 2000 el transporte de contenedores se ha triplicado, como también el número de pasajeros aéreos en el Sur Global, el campo de batalla en que el dragón y el tigre libran el duelo –político, económico, cultural…– del siglo.

 

Un arca de Noé

Unos 120 países forman el hoy llamado Sur Global, el antiguo Tercer Mundo de los no-alienados y países primero subdesarrollados y luego en desarrollo. Pese a  las objeciones de los círculos académicos, el término se ha popularizado.

Geográficamente, la mayor parte de India y China están al norte de la línea ecuatorial, pero ambos utilizan el término y reivindican su pertenencia al Sur Global, como más de la mitad de la población mundial que comparte un pasado colonial, muchas veces también esclavista. Entre 1500 y 1890, Brasil, por ejemplo, recibió más de cuatro millones de africanos que los fazendeiros compraban en el muelle de Valongo en Río de Janeiro.

Aunque sus países no comparten intereses económicos ni sistemas políticos, casi todos son neutrales en la guerra de Ucrania, como lo fueron en Irak en 2003. Otro rasgo común son sus planes de industrialización. En la última década, Arabia Saudí ha invertido 1,3 billones de dólares en infraestructuras que van de plantas petroquímicas a estadios de fútbol, un 10% del PIB solo en 2023.

Camboya quiere duplicar sus exportaciones de manufacturas. Kenia está construyendo cinco parques industriales en zonas duty-free. En 2020, Indonesia, prohibió las exportaciones de bauxita y níquel (7% y 22% del total mundial) sin procesar para forzar a las mineras a hacerlo en Java, Sumatra o Borneo.

Entre 2020 y 2023, Yakarta gastó 400.000 millones en infraestructuras, incluidos 27 parques industriales. El problema es que la tecnología ha dejado obsoletos muchos modelos teóricos sobre políticas industriales porque, entre otras cosas, cada vez se necesitan menos obreros y operarios en las fábricas. En relación al PIB, a escala global, el sector manufacturero pasó del 19% en 1997 al 16% en 2022.

 

Gurúes globales

India –constitucionalmente wishwaguru, algo así como “país-gurú”, cree que su ventaja comparativa es su modelo de desarrollo. Según su primer ministro, Narendra Modi, el país indostánico ha entrado en una época de esplendor: la Amrit Kaal, era del néctar en sánscrito. En Why Bharat matters (2023), el ministro de Exteriores, Subrahmanyam Jaishankar, sostiene que India basa su política exterior en las enseñanzas del Ramayana y el Mahabharata, textos sagrados del hinduismo.

Entre 2014 y 2022 su economía creció a una media del 5,6% anual, frente al 3,8% de otras 14 grandes economías en desarrollo. En las entrevistas que concede, Modi recuerda, enumerándolos con minuciosidad, que desde 2014, cuando llegó al poder, se han duplicado los aeropuertos e inaugurado 706 nuevas facultades de medicina y desde 2018 construido al año 10.000 kilómetros de carreteras.

El sistema Aadhaar,  un sistema de identificación biométrica con 1.260.000.000 de residentes en India registrados que pueden usarlo para abrir cuentas bancarias y recibir transferencias. Según escribe Happymon Jacob en Foreign Affairs, mientras que Pekín quiere sustituir el actual orden mundial, India solo quiere reformarlo. Desde el fin de la guerra fría, 1.500 millones de personas han salido de la pobreza. Según Jaishankar la continuidad del círculo virtuoso del crecimiento requiere de un marco institucional multilateral en un orden más equitativo y multipolar. India, precisa, es no occidental, no antioccidental.

Durante la cumbre del G20 en Nueva Delhi en noviembre, Modi convocó una cumbre paralela –Voice of the Global South, a la que China no fue invitada– en la que participaron 125 países africanos, asiáticos y latinoamericanos y siete de Europa oriental en la que Modi expuso sus planes de convertir a India en una economía desarrollada en 2047, en el centenario de su independencia.

Para lograrlo, su economía tendría que crecer el 8% hasta entonces. La economía india es ya la quinta del mundo (3,5 billones) y la de mayor crecimiento del ‘Top Ten’: 7,6% en 2023 y un 6% previsto de media anual hasta 2030. A ese ritmo, el State Bank of India estima que en 2029 será ya la tercera economía mundial. El 22 de enero, la National Stock Exchange of India, con 4 billones de dólares de capitalización, superó a la bolsa de Hong Kong. Tata, que vale en bolsa 269.000 millones, tiene 900 millones de clientes en 10 líneas de negocio y un millón de empleados, solo después de Amazon y Wallmart.

Un 7% de los iPhone ya son Made in India y en 2025 podrían ser el 25%. En agosto, se posó en el polo sur lunar la sonda Chandrayaan-3. El Serum Institute, el mayor fabricante mundial de vacunas, acaba de recibir la aprobación de la OMS para una contra la malaria. Micron va construir una planta de 2.750 millones de dólares en Gujarat para fabricar chips, un proyecto en el que el gobierno aportará el 70% de la inversión, unos 100.000 dólares por cada empleo.

 

Teatros de operaciones

América Latina y el Caribe es un teatro de operaciones clave. En 2009, China superó a EEUU como mayor socio comercial de Brasil. El dragón ya destina a la región el 27% de sus exportaciones: hierro, granos, carne… Cofco International está dirigiendo el 40% de sus inversiones a Brasil, donde está construyendo en el puerto paulista de Santos una segunda terminal que aumentará su capacidad exportadora de tres a 14 millones de toneladas en 2026.

Hasta ahora, la inversión china se había concentrado en sectores extractivos. México nacionalizó sus minas de litio después de que una de sus mineras intentara comprar en Sonora una de las más grandes. China sabe que tiene que ofrecer valor añadido si quiere competir con EEUU, India y la UE. Según Inter-American Dialogue, entre 2003 y 2022 invirtió 187.500 millones en la región. Brasil se llevó la parte de león (42%), seguido por Perú, México, Argentina y Chile. Entre las más recientes figuran las de BYD en Brasil y Chile, donde va a invertir 290 millones en una planta de cátodos de litio en Iquique. La sino-mexicana Solarever ha anunciado que invertirá 1.000 millones en una planta en Nuevo León para fabricar vehículos eléctricos y exportarlos a EEUU.

 

Vacíos que se llenan

Los capitales viajan en ambas direcciones. Según el Centro de Estudios China-México de la UNAM, Bimbo, Camposol, Codelco, Embraer, Herfalife e Interceramic, entre otras multilatinas, están creciendo en los mercados asiáticos. La mexicana Bimbo es hoy el segundo vendedor de su clase en China.

En 2000 el comercio de México con China era el 1% del total; en 2020, el 11%. China es ya el mayor socio comercial de Cuba, Panamá, Venezuela, Perú, Chile, Uruguay y Brasil. El 9,3% de las importaciones de China provienen de la región, frente al 4,1% de las de África y el 17,6% de las de EEUU y Canadá. La UE, en cambio, hoy importa un 15% menos de la región que en 1999. Su mercado supone hoy solo un 16% –y EEUU el 15%– del comercio exterior brasileño. China, India y Corea del Sur suman ya el 30%.

 

Lecciones asiáticas

Las economías asiáticas tienen valiosas lecciones para otros países de ingresos medios. Para sortear obstáculos cambiarios, la ASEAN basa su integración en sistemas de compensación monetaria. La simbiosis es inevitable entre países productores de alimentos y otros con bajas tasas per cápita de tierras cultivables.  Las exportaciones argentinas a India, Vietnam, Malasia, Indonesia y Corea del Sur superan las que van a China.

Lula, como exobrero metalúrgico del cinturón industrial paulista conoce de primera mano los efectos de la desindustrialización. La agricultura hoy mueve el 25% del PIB, el 20% del empleo y el 40% de las exportaciones. Las manufacturas suponen hoy solo el 10% del PIB, frente al 30% en los años ochenta. En la planta de Volkswagen en São Bernardo do Campo (Sao Paulo), Lula anunció hace poco que la multinacional alemana invertirá 3.200 millones de dólares para fabricar vehículos híbridos y eléctricos 100% Made in Brazil. GM ha prometido otros 1.400 millones y BYD 600 millones en la planta de Camaçari (Bahía) que Ford cerró en 2021.

  

El salto del tigre

En agosto de 2021, Tata Consultancy (TCS) abrió en Querétaro (México) su primer centro de ciberseguridad en la región, con casi 500 ingenieros informáticos. En 2019, empresas de la región perdieron 90.000 millones de dólares por su vulnerabilidad ante ciberataques de hackers y piratas informáticos.

Unas 20 compañías indias de ciberseguridad, que emplean a más de 40.000 personas en la región, han firmado acuerdos de asesoramiento y cooperación con más de 130 universidades públicas y privadas mexicanas. Tata tiene clientes latinoamericanos en gobiernos locales, bancos, universidades y clínicas privadas. El ‘boom’ de compañías de e-commerce como Mercado Libre o fintechs como NuBank, muestran el potencial de las sinergias. India tiene un centenar de unicornios digitales (start-ups valoradas en más de 1.000 millones de dólares).

 

 

Actividad subvencionada por la Secretaría de Estado de Asuntos Exteriores y Globales.

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