El presidente surcoreano Yoon Suk Yeol, el presidente estadounidense Joe Biden y el primer ministro japonés Kishida Fumio tras la rueda de prensa conjunta en Camp David el 18 de agosto de 2023. GETTY

Corea del Sur: entre la convergencia trilateral y la política interna

Corea del Sur ha adoptado un nuevo enfoque en su política exterior, alineándose más estrechamente con Estados Unidos. Esta audaz reorientación estratégica del presidente no se ha traducido necesariamente en una subida de sus índices de aprobación interna.
Seong-Hyon Lee
 |  13 de octubre de 2023

El presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol –que carece de formación en política exterior– tomó las riendas de la presidencia en 2022. Entonces, se esperaba de él que se centrara en los asuntos internos, con la expectativa de que, al menos durante los primeros años, siguiera una línea de política exterior semejante al gobierno anterior. Sorprendentemente, trazó un rumbo marcadamente diferente del pasado inmediato del país, con una clara inclinación hacia Estados Unidos.

La orientación de la política exterior de Yoon contrasta claramente con la de su predecesor, el expresidente Moon Jae–in, a quien Yoon tachó de “prochino” en bastantes declaraciones públicas. Yoon comentó en una ocasión que “la mayoría de los surcoreanos, especialmente a los más jóvenes, no son simpatizantes de China a pesar de la administración del presidente Moon”. En septiembre de 2022 expuso su postura al New York Times, afirmando que “Corea del Sur adoptará una posición más clara respecto a las relaciones entre EEUU y China”.

Yoon desempeñó un papel decisivo en la organización de la cumbre trilateral EEUU–Japón–Corea del Sur de agosto en Camp David. Una reunión que hubiese sido improbable de no ser por el impulso de Yoon a las relaciones y reconciliación con Japón, antigua potencia colonizadora de Corea del Sur.

Aunque la cumbre se detuvo tímidamente a la hora de solidificar una alianza militar formal, resonó con el espíritu encarnado en el Artículo 5 de la OTAN – “un ataque contra uno es un ataque contra todos” – sustituyendo “ataque” por “amenaza”. Algunos sugirieron que la nueva asociación de seguridad podría tener incluso más importancia histórica que el pacto AUKUS. Mientras tanto, el Global Times de China describió la cumbre de Camp David como “un pistoletazo de salida para una nueva Guerra Fría”.

La política exterior de Yoon se basa en valores democráticos y aboga por alianzas arraigadas en ideales compartidos, por ello, ha encontrado en Japón “un socio que comparte valores universales”. Además, la nueva administración ha condenado con firmeza las violaciones de los derechos humanos por parte de Pyongyang y la repatriación coaccionada de norcoreanos fugados por parte de Pekín.

Bajo la administración de Yoon, Seúl también ha participado en su primera cumbre de la OTAN y ha dado luz verde a los atraques intermitentes de submarinos nucleares estadounidenses en puertos surcoreanos como medida disuasoria para Corea del Norte. Corea del Sur respaldó la declaración conjunta de Camp David, que apelaba directamente a China por su “comportamiento peligroso y agresivo” en el mar de la China Meridional y reafirmaba la postura de Corea del Sur respecto a Taiwán.

Además del ámbito de la seguridad, Yoon ha intensificado los vínculos económicos con Washington. Durante una visita del presidente estadounidense Joe Biden a Seúl el año pasado, se adoptó oficialmente el Marco Económico Indo–Pacífico liderado por EEUU. Grandes empresas surcoreanas, como Samsung y Hyundai Motor, han anunciado una inversión de miles de millones en instalaciones de fabricación de semiconductores y baterías para vehículos eléctricos en EEUU.

A pesar de estos cambios palpables en política exterior, la popularidad interna de Yoon sigue siendo, cuanto menos, mediocre. Una encuesta reciente de Gallup sitúa el índice de aprobación de Yoon en un modesto 34%. Esto se asocia a sus políticas, su estilo de liderazgo, los problemas de libertad de prensa, los momentos de meteduras de pata en declaraciones públicas y las controversias en torno al uso del poder por parte de la primera dama, todo lo cual pone de relieve la polifacética dinámica de la política surcoreana.

Según la Constitución, los presidentes surcoreanos están limitados a un único mandato de cinco años. Libre de afiliaciones partidistas atrincheradas, Yoon –un outsider político– está al margen de las tradicionales facciones políticas de Seúl. Esta autonomía podría facilitarle en gran medida la posibilidad de ceñirse a su propia agenda política. Algunos analistas relacionan las audaces maniobras de Yoon con la “presidencia imperial” de Corea del Sur, que otorga un poder desproporcionado al ejecutivo, dejando poco margen a los opositores.

 

«Una abrumadora mayoría de los surcoreanos expresó su desaprobación ante la decisión de Japón de verter al océano aguas residuales radiactivas»

 

Yoon se enfrenta a muchos retos en el futuro. Es cuestionable si sus políticas perdurarán después de su mandato, especialmente si sale victorioso un sucesor del lado progresista tradicionalmente más antijaponés de la política. Una abrumadora mayoría (84%) de los surcoreanos expresó su desaprobación ante la decisión de Japón de verter al océano las aguas residuales radiactivas tratadas de la instalación nuclear de Fukushima. Incluso los que se identifican como conservadores y partidarios del gobierno de Yoon se hicieron eco de estas preocupaciones.

Yoon ha desafiado la tendencia del sentimiento popular en su búsqueda de la convergencia trilateral, largamente buscada por Washington. El esfuerzo de Yoon para mejorar las relaciones con Japón, a pesar de las objeciones populares derivadas de los agravios históricos, muestra el delicado equilibrio que los líderes deben encontrar entre la diplomacia internacional y el sentimiento interno.

La economía nacional podría resultar ser el talón de Aquiles de la ambiciosa política exterior de Yoon. Las crecientes tasas de desempleo, especialmente entre los jóvenes profesionales, ponen de relieve los acuciantes problemas económicos. Los que tienen un título universitario o superior representan un asombroso 53,8% de todos los desempleados. Las encuestas destacan constantemente la economía como la preocupación predominante de los votantes surcoreanos. Si las condiciones económicas se deterioran aún más, podría erosionar el ya frágil apoyo interno de Yoon.

A medida que Corea del Sur aumente su colaboración en materia de seguridad con EEUU, tendrá que establecer sólidas alianzas económicas para compensar las posibles pérdidas en el mercado chino. El legado de Yoon dependerá de su capacidad para convencer a los surcoreanos de que optar por Estados Unidos en lugar de China es algo más que puramente estratégico y también beneficia directamente a la economía de Corea del Sur.

El momento crucial para Yoon llegará en abril de 2024, cuando los surcoreanos acudan a las urnas para las elecciones legislativas. Este acontecimiento –análogo a las elecciones estadounidenses de mitad de mandato– sirve como prueba de fuego de la actuación del presidente en funciones.

Una derrota del partido de Yoon podría anunciar su declive político. Si un candidato de la oposición se hiciera entonces con la presidencia, podría producirse un retroceso en las políticas emblemáticas de Yoon, empezando por su política de relaciones exteriores.

Artículo traducido del inglés de la web del East Asia Forum.

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