Enclaves en disputa y cuellos de botella: el mar, tablero geopolítico

 |  20 de marzo de 2013

 

La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, le ha pedido a Francisco I que interceda a favor de su país en el conflicto mantenido con Reino Unido sobre la soberanía de las Islas Malvinas. La respuesta del papa se desconoce. Lo que sí es bien conocido es la postura de los británicos, cuya historia como imperio naval no invita a esperar acuerdos a corto plazo. Los británicos, que aún conservan memoria de los tiempos gloriosos de la Pax Britannica, no van a ceder tan fácilmente (vicario de Cristo mediante) los diversos puntos marítimos estratégicos repartidos a lo largo y ancho del globo. El gobierno español –véase Gibraltar– puede dar buena fe de ello.

Desde 1815 a 1914, Reino Unido basó su seguridad, su crecimiento económico y la proyección estratégica de su supremacía en la “conectividad global” proporcionada por los océanos. Como explica Fernando Fernández Fadón, oficial de la Armada Española, toda su política exterior estuvo dirigida a evitar que a partir de la ruptura del statu quo europeo, otra potencia del continente desarrollara un poder naval susceptible de amenazar esa “conectividad”.

Las consecuencias de una ruptura del flujo comercial podían resultar catastróficas. El tráfico de materias primas necesarias para la industria y el acceso a los mercados quedarían interrumpidos. La metrópolis perdería su sostén económico. En última instancia, la pérdida de la superioridad naval pondría fin a la protección de esos flujos y a la capacidad de proyectarse desde el mar en cualquier lugar del planeta. El fin del imperio, en suma. Hoy, la sombra de lo que fue en su día el imperio británico sobrevive gracias a enclaves como las Malvinas o Gibraltar. Los flujos marítimos, sin embargo, no han perdido un ápice de relevancia en esta era de globalización pujante y creciente comercio internacional.

Las Armadas, no obstante, ya no son lo que eran, al menos en Europa. Como advierte el último Libro Blanco de la Defensa francés, a la descapitalización de las marinas de guerra europeas hay que sumar la expansión de las armadas de las potencias emergentes y del auge de “estrategias de exclusión y negación del uso del mar” por parte de actores regionales. Los océanos continúan siendo un terreno de juego clave. Los viejos jugadores no quieren desprenderse de sus mejores cartas. Los nuevos buscan mejorar sus manos para cuando pinten bastos. Como advierte Fernandez Fadón, el próximo tiro probablemente no se pegará en tierra, sino en el mar.

 

El mar como vía de desarrollo

Las potencias emergentes han orientado sus economías hacia el exterior. Esto ha provocado un desplazamiento del centro de gravedad estratégico desde la tierra hacia el mar. Buena parte de la legitimidad política de estas potencias está basada en el crecimiento económico y para ello necesitan mares favorables. Como sostiene Ni Lexong, “cuando un país se embarca en un proceso de cambio de una economía orientada al interior a otra orientada al exterior, el área de preocupación en materia de seguridad nacional empieza a trasladarse a los océanos”.

Aunque históricamente la “conectividad” marítima ha estado más o menos condicionada por la piratería, explica Fernández Fadón, solo los Estados han retenido la capacidad de interrumpir de forma decisiva esos flujos, con repercusiones económicas, sociales y, en último término, políticas. Los efectos de la interceptación de las soldadas de las tropas en Flandes por la escuadra inglesa de John Hawkins, en 1568, o el bloqueo aliado contra Alemania y Austria-Hungría durante la Primera Guerra mundial son buenos ejemplos.

En la actualidad, la principal preocupación sigue siendo la posibilidad de que se materialicen estrategias de exclusión y negación de accesos estratégicos. ¿Cómo? Mediante un aumento cuantitativo y cualitativo de medios de defensa en tierra (misiles antibuque de crucero y balísticos), navales (submarinos, minas) y aéreos (redes de defensa aérea, aviación), en muchos casos en las proximidades de cuellos de botella (choke points) del tráfico marítimo. Estrechos de Ormuz, Malaca, Gibraltar, Bab el Mandeb; golfos de Aden, Bengala; islas Dokdo, Senkaku, Spratley, Malvinas…

El tablero geopolítico presenta numerosos puntos de fricción. El acceso a las materias primas y a los mercados sigue siendo clave. Aquí os dejamos un mapa con los principales elementos del gran juego naval ahora en marcha.

 

Para más información:

Fernando Fernández Fadón, “El mar: tablero geopolítico del siglo XXI”. Política Exterior 151, enero-febrero 2013.

Michael T. Klare, “The United States Heads to the South China Sea”. Foreign Affairs, febrero 2013.

Graphic Detail, “Trouble at Sea”. The Economist, gráfico, febrero 2013.

Allen Carlson, “China Keeps the Peace at Sea”. Foreign Affairs, febrero 2013.

Félix Arteaga y Gonzalo Escribano, “Irán y el cierre del Estrecho de Ormuz: analizando los riesgos militares y energéticos”. ARI Real Instituto Elcano, enero 2012.

 

1 comentario en “Enclaves en disputa y cuellos de botella: el mar, tablero geopolítico

  1. -buen resumen analítico del tablero mundial y de las sutilezas de las gestiones mediaticas que no conducen mas que a salir en la foto, impulsivas histeroirdes y cortoplaciestas. Buen análisis

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