Esclavitud del siglo XXI: trabajadores del Golfo

 |  5 de marzo de 2015

De cara a la Mundial de Fútbol de Catar 2022, parece inevitable recordar uno de los asuntos más delicados que persiguen a los países del golfo Pérsico: las condiciones laborales de los trabajadores migrantes. Engañados por las agencias que los contratan, su trabajo ha levantado los edificios y centros comerciales más grandes del mundo. Las pésimas condiciones laborales y los elevados riesgos que corren por la inexistencia de medidas de protección hacen que muchos se refieran a esta realidad como la “esclavitud moderna” del siglo XXI.

Entre los rascacielos, el lujo y el glamour de estos países petroleros se pueden encontrar verdaderos guetos de miseria donde viven hacinados millones de trabajadores de la construcción inmigrantes; bangladeshíes, filipinos, pakistaníes, indios y nepalíes en su mayoría; siendo el escalafón más pobre de los países más ricos. Su labor allí es construir las mayores infraestructuras del mundo. El Mundial de Fútbol hace más visible esta realidad: el crecimiento de estos países se paga con las pésimas condiciones laborales y de vida de quienes lo construyen. No solo hay una carrera a contrarreloj por levantar un apoteósico complejo deportivo; sino que también hoteles, carreteras y demás infraestructuras se están construyendo a un ritmo vertiginoso, lo que recae sobre la población más olvidada y desfavorecida.

El sistema kafala o sistema de patrocinio se usa para supervisar la construcción en varios países del golfo Pérsico. Requiere que todos los trabajadores no cualificados tengan un patrocinador en el país, que  suele ser su empleador, quien será el responsable de su pasaporte y su estatuto jurídico. El sistema impide que un trabajador pueda cambiar de empleo antes de que se termine su contrato, a no ser que tenga el consentimiento de su empleador. Esto tiene atrapados a muchos obreros, que no pueden marcharse pero tampoco renunciar. La Confederación Sindical Internacional advertía que millones de contratistas de Asia, África y del Golfo sufren distintos tipos de abusos, que pueden ir desde el impago de los salarios hasta el trabajo forzoso o la confiscación de los pasaportes. Según Amnistía Internacional (AI) en su informe de 2013 “The Dark Side of Migration” (“El lado oscuro de la migración”), centrado en el sector de la construcción de Catar de cara al Mundial de Fútbol, este sistema debe ser cambiado, algo que apoyan muchas otras organizaciones internacionales. Las soluciones no son solo cosa de los gobiernos, sino también de las empresas del sector de la construcción, nacionales o extranjeras, que deben abogar por el respeto a los derechos de los trabajadores.

A pesar de ciertas reformas superficiales en la legislación laboral, el sistema kafala sigue existiendo. Las reformas siguen sin ofrecer ninguna garantía para los trabajadores, un salario mínimo, libertad sindical o control efectivo del cumplimiento de las normas laborales. Tampoco se anunciaron medidas en respuesta al número de muertes y accidentes laborales que se han registrado entre los trabajadores migrantes. En 2014, AI publicaba el informe “My Sleep is my Break” (“Mi sueño es mi descanso”), en el que recordaba lo denunciado anteriormente: miles de personas acomodadas en casas miserables, indocumentados por sus empleadores, o trabajando en exceso y sin protección atrapadas bajo un sistema abusivo. Además, hacía hincapié en las deplorables condiciones que viven las empleadas domésticas en países como Catar, así como de los peligros que sufren. Muchas trabajadoras asiáticas están inmersas en redes de tráfico hacia la región de Oriente Próximo, y allí son víctimas de abusos sexuales, explotación laboral o maltratos y agresiones.

Human Rights Watch denuncia en su informe de 2014 “I Already Bought You” (“Ya Te Compré”) que, durante el proceso de reclutamiento, muchos trabajadores contrajeron elevadas e injustas deudas con las agencias de contratación. Se engaña a los inmigrantes sobre las condiciones de trabajo y no se les ofrece asistencia ante abusos laborales. En Catar y Arabia Saudí, por ejemplo, los trabajadores inmigrantes no pueden salir del país sin el consentimiento de su empleador. Muchos se han negado a devolver los pasaportes, a autorizar los “permisos de salida” y a pagar salarios. También expone que la tasa de muertes en el sector de la construcción es alarmante; muchas veces por suicidios, golpes de calor, enfermedades o infartos, como sucede en Emiratos Árabes Unidos.

 

Los trabajadores europeos también sufren

Pero no solo los asiáticos menos cualificados son víctimas de las pésimas condiciones laborales. Los europeos también son blanco de contratos abusivos. Desde trabajos en hoteles por 400 euros al mes en jornadas de nueve horas durante seis días a la semana, hasta puestos de dependiente por 600 euros mensuales en un país donde la vivienda más barata ronda los 900. Los salarios con tres ceros de los que antes gozaban muchos occidentales, incluso los poco o nada cualificados, están desapareciendo en varios sectores. Cada vez más europeos tienen que unirse a esa mano de obra barata que abunda en el mercado laboral de estos países.

El Comité Ejecutivo de la FIFA advirtió a Catar que tenía de plazo hasta el 10 de marzo de 2015 para implementar reformas laborales puntuales, a riesgo de perder la organización del Mundial de Fútbol. En diciembre de 2014, los ministros de Trabajo de los países del golfo Pérsico aprobaron un “contrato mínimo común” para mejorar las condiciones de trabajo de los millones de empleados domésticos extranjeros, tras varios escándalos y críticas de organizaciones internacionales, además de la advertencia de la FIFA. Este nuevo contrato establecería una jornada laboral de un máximo de ocho horas, con vacaciones anuales, un día de descanso a la semana y el derecho de vivir fuera de domicilio del empleador. Además se creó el Comité Supremo Catar 2022 que tiene como una de sus misiones “garantizar el bienestar de los trabajadores, y unas condiciones de trabajo y vida seguras y humanas”, en todos los proyectos relativos al Mundial de 2022.

Esta es la triste realidad que esconden estos países, cada vez más conocida por el mundo y a la vez más ignorada. Tras un espectacular crecimiento que ha convertido al Golfo en un atractivo destino turístico, empresarial y centro económico, no podemos obviar que hay una población extranjera explotada que ha permitido la constitución como tal de estos países.

Por María Ruiz, internacionalista.

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