Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior

 |  26 de abril de 2010

De la reconstrucción a la refundación

Haití pasará de ser un Estado fallido a un país emergente en 20 años”, prometió el presidente, René Préval, a los 60 países y donantes internacionales convocados en la sede de la ONU en Nueva York el 31 de marzo para elaborar un programa de asistencia a la isla caribeña. El terremoto del 12 de enero causó 200.000 muertes y destruyó 105.000 hogares y la mayoría de los edificios oficiales de la capital, Puerto Príncipe.
Los donantes se comprometieron a aportar unos 9.900 millones de dólares en ayudas hasta 2013. Sin embargo, sólo una fracción de esa cantidad ha sido entregada, unos 200 millones, cuando la ONU cree que el gobierno necesita al menos 350 millones de aquí a octubre para mantener los servicios públicos mínimos, y 1.200 millones en los próximos 12 meses. La temporada de lluvias que acaba de empezar amenaza a unas 150.000 familias que perdieron sus viviendas y que hoy viven en precarios campos de refugiados al pie de montañas deforestadas que actúan como gigantescos embudos de las riadas de fango.
Dominique Strauss-Khan, director-gerente del Fondo Monetario Internacional, ha advertido que no habrá “ni medio ni largo plazo si no somos capaces de resolver los problemas de corto plazo”. La gran incógnita es si esta vez los programas de ayuda tendrán resultados. Sólo EE UU ha proveído ayudas a Haití por valor de 4.000 millones de dólares desde 1990 y, sin embargo, el 75% de la población vive con menos de dos dólares diarios. Haití es conocida como la “república de las ONG” por las 10.000 organizaciones privadas que operan en la isla. Canalizar las ayudas a través de las ONG fue el método escogido por la comunidad internacional desde los años ochenta para evadir la corrupción de la administración haitiana.
Muchas veces esas ONG –que no cuentan con ningún mecanismo de coordinación– manejan presupuestos mayores que los ministerios. Esta vez la conferencia de donantes se comprometió a trabajar con el gobierno, concediéndole ayuda presupuestaria directa, despejando las dudas de que el país fuera a convertirse en una especie de protectorado de la ONU. Bill Clinton, el enviado especial de la ONU para Haití, supervisará el gasto de la ayuda extranjera. El plan de acción presentado por Préval prevé un programa de 10 años que se concentrará en el crecimiento económico y la reducción de la pobreza, evitando el regreso a la llamada “república de Puerto Príncipe”, que hasta el terremoto concentraba a más de la tercera parte de la población de la isla.

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