#ISPE: Los impuestos asfixian a la Unión Europea

 |  1 de octubre de 2012

 

Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior: crisis en Europa.

Nunca como ahora en Europa parece haber sido tan cierto el proverbio recordado hace poco por el ministro español de Finanzas, Cristóbal Montoro, y atribuido a Benjamin Franklin, sobre la única certeza que existe en la vida: la muerte y los impuestos. Los gigantescos déficit presupuestarios, la atonía económica y el estancamiento de los ingresos fiscales, ha llevado a muchos gobiernos comunitarios a utilizar el recurso más a mano: el aumento de la presión impositiva.

La situación de las cuentas públicas de los países periféricos de la zona euro es tan seria que se han olvidado las antiguas lecciones liberales sobre la inconveniencia de subir impuestos en fases recesivas por sus efectos contraproducentes. La famosa “curva de Laffer” muestra cómo puede llegar un punto en el que un gobierno, al gravar excesivamente ciertos bienes y servicios, deje de recaudar tributos en la misma –o mayor– proporción que los aumenta. Los países más endeudados no han podido verificar las ventajas de una menor carga tributaria. Los planes de ajuste les han negado esa oportunidad. En España, el gobierno de Mariano Rajoy no tardó en hacerlo tras llegar a la Moncloa, renegando de sus reiteradas promesas electorales.

En una escala imprevista en un gobierno conservador, ha subido los tipos marginales hasta situarlos entre los más altos de Europa, el IBI y el IVA del 18 al 21%, al tiempo que ha endurecido la tributación sobre plusvalías o las retenciones a los profesionales del 15% al 21%, reduciendo el poder adquisitivo de las clases medias. Si se tienen en cuenta las cotizaciones a la Seguridad Social, un trabajador autónomo con ingresos brutos de unos 2.000 euros mensuales ya está tributando al Estado el 42%.

Tal como anticipaba la teoría económica, esas cargas tributarias adicionales no han dado ningún resultado positivo visible. Más bien al contrario. La recaudación fiscal está estancada y todo indica que no se va a cumplir el objetivo de déficit, ante lo cual el gobierno ha decidido aprobar una nueva batería de medidas impositivas en torno a la energía. El Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional han coincidido en criticar a Rajoy por tratar de solucionar el déficit con mayor presión fiscal sobre la clase media, cuando la clave está en la reducción del gasto público.

En Francia, François Hollande, ha hecho algo parecido, desde la izquierda, al buscar reducir el déficit del 4,5% al 3% sin tocar el aparato estatal y poniendo en marcha un plan para ahorrar 30.000 millones de euros que pasa, solo en una tercera parte, por la reducción de gastos y en las dos terceras restantes por subir los impuestos.

El gobierno ha aumentado hasta el 75% las cargas fiscales a quienes ingresen más de un millón de euros al año, si bien asegurando que será una medida “temporal”; aunque en materia tributaria la inercia suele ser la ley predominante. Muchos analistas de la prensa económica francesa creen que esas medidas agudizarán la recesión al impulsar la fuga de capitales y talentos y la deslocalización industrial. La proximidad de la medida parece que influyó en la decisión de Bernard Arnault de solicitar la nacionalidad belga. La prensa de Londres habla de una invasión de “refugiados fiscales” franceses, a los que el primer ministro, David Cameron, dijo que recibiría con “alfombras rojas”.

En Portugal, la presión fiscal parece haber rebasado los límites tolerables. Tras varios programas de ajuste, el primer ministro, Pedro Passos Coelho, tuvo que abandonar una subida del 6% hasta el 18% a las contribuciones a la Seguridad Social, debido a una oleada de manifestaciones de protesta. Hasta sus socios de gobierno se pusieron del lado de los agraviados.

Pero el gobierno no da su brazo a torcer. Ya ha anunciado que intentará compensar ese fracaso con una nueva vuelta a la tuerca de los impuestos. Incluso en Reino Unido, Cameron está considerando la imposición de una tasa sobre las viviendas suntuarias (mansion tax). La idea ha disgustado a las bases tories, que aseguran que solo servirá para complicar la vida a muchos propietarios, sin que ello vaya a aumentar significativamente las aportaciones a Hacienda. Solo Alemania parece estar libre de esos problemas. En agosto, el gobierno anunció que sus ingresos crecieron un 12,8% al cierre del último año fiscal, muy por encima de lo previsto.

 

Para más información:

OCDE, «Revenue Statistics – Comparative tables». Base de datos, octubre 2012.

 

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