La apuesta europea de García-Margallo y Méndez de Vigo

 |  29 de diciembre de 2011

 

Edgar Morin se convirtió en europeísta porque vio a Europa enferma, nuevamente al borde de la agonía, convertida en “algo pequeño y querido”. Hoy Europa vuelve a estar enferma, pero ya no es algo pequeño y tampoco, en determinados ambientes, algo demasiado querido. De nuevo, una encrucijada europea, y ya van unas cuantas.

“Fue a finales de 1995 cuando tuvimos la percepción de que Europa se encontraba en una encrucijada –escribían José Manuel García-Margallo e Íñigo Méndez de Vigo, hoy ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación y secretario de Estado para la Unión Europea del gobierno de España, respectivamente–. Por un lado, el Tratado de Maastricht había sentado las bases de un proyecto muy ambicioso, cuyo estado final era la moneda única y una Unión Política. Por otro, la ratificación de Tratado había tropezado con dificultades inesperadas, que provocaron una cierta desconfianza de los ciudadanos hacia Europa. Lo cierto es que se esperaba de Maastricht una respuesta política a la nueva situación creada por la caída del Muro de Berlín. La respuesta fue insuficiente; de ahí la perplejidad de los ciudadanos”.

Los paralelismos con la actualidad, más que perplejidad, causan desasosiego. De nuevo, Europa en la encrucijada; y como siempre, sin tiempo para la reflexión. Las urgencias financieras, las revoluciones en la vecindad sur, el reordenamiento económico mundial… No hay tiempo para la pausa.

“Desdichada la raza que no hace un alto en la encrucijada antes de proseguir su ruta”. Palabra de José Ortega y Gasset. Para vislumbrar hacia dónde nos dirigimos, es preciso conocer de dónde venimos y saber dónde estamos. Los nombramientos de García-Margallo y Méndez de Vigo ofrecen esa oportunidad de hacer un alto, levantar la vista y de un plumazo repasar pasado, presente y futuro entremezclados.

 

Crisis asimétricas

En 1998, cuando España accedía al club del euro, García-Margallo y Méndez de Vigo publicaron con Estudios de Política Exterior un libro de título revelador. “La apuesta europea: de la moneda única a la unión política”. En el libro defendían varias tesis; la principal: el euro exigirá mayores cotas de integración política.

Los autores dedicaban un capítulo al “misterio de las crisis asimétricas”, una de las cuestiones que más preocupaba a los arquitectos de la Unión Económica y Monetaria. Las crisis asimétricas son perturbaciones que económico-monetarias que afectan solo o principalmente a alguna región. Para la mayoría de los autores estadounidenses, mientras no existiese una política presupuestaria común, no se armonizasen los sistemas tributarios y persistiese la rigidez de los mercados laborales, integrarse en una moneda única era un error, además de un semillero de conflictos. Una tormenta asimétrica podría torpedear el barco de la moneda común.

Los economistas europeos eran menos escépticos que sus colegas estadounidenses. Según García-Margallo y Méndez de Vigo, aquellos creían que la probabilidad de que estallasen tormentas de ese tipo en una zona tan homogénea e integrada como la UE eran muy bajas. Además, los gobiernos seguirían contando con una cierta capacidad compensatoria a nivel nacional. Así, los daños causados por una tormenta asimétrica podían ser eliminados a través de mecanismos nacionales o apelando a la solidaridad de los demás Estados de la Unión.

Como cuestión subyacente, el fantasma de una Europa de varias velocidades. Alemania y sus vecinos del Norte y del Oeste, y la Europa del Sur (España, Italia, Portugal y Grecia). En la década de los noventa, las estructuras económicas de los países meridionales se aproximaron a las de los países centroeuropeos. No lo suficiente, al parecer, y de ahí los ajustes “dolorosos” derivados de una crisis asimétrica que ha puesto en riesgo el edificio de la Unión Económica y Monetaria, como predecían García-Margallo y Méndez de Vigo.

Esto explica su insistencia en la importancia de “mantener los botes salvavidas en perfecto estado de revista”, debido a la inevitable vulnerabilidad europea ante coyunturas desfavorables.

Si la zona monetaria reúne las características necesarias, explicaban García-Margallo y Méndez de Vigo, el reajuste para resolver crisis coyunturales asimétricas se realiza automáticamente. El problema surge cuando esas características no se dan o son deficitarias, como en el caso de la UE. “Los países integrantes deben dotarse de un presupuesto común suficiente para reaccionar ante ellas –aclaraban los autores–, sin descuidar las reformas estructurales necesarias para que se aproximen entre sí las economías europeas”.

 

Para más información:

Iñigo Méndez de Vigo y José Manuel García Margallo, «La Apuesta Europea: de la moneda a la Unión Política». Estudios de Política Exterior, 1998.

Íñigo Méndez de Vigo, «¿Está en crisis la UE?». Política Exterior 117, mayo-junio 2007.

 

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