Miembros de la Asamblea Nacional caminan hacia el Congreso para una ceremonia de apertura del año legislativo en Caracas, Venezuela, el 05 de enero de 2024. GETTY

La disputa entre Venezuela y Guyana por el Esequibo

A 100 días del referéndum venezolano, la disputa entre Caracas y Georgetown por el territorio, sin perspectivas de un acuerdo diplomático, constituye un conflicto potencial –y un punto álgido regional– con implicaciones complejas e impredecibles.
Rafael Ramírez
 |  14 de marzo de 2024

El Esequibo es un territorio situado en el noreste de Sudamérica, entre Venezuela y Guyana, con proyección marítima hacia el Atlántico. Formó parte de Venezuela desde 1777 bajo el dominio del Imperio español y luego de la República de Venezuela desde 1810.

Reino Unido la ocupó en 1814, mientras Venezuela vivía una larga y sangrienta guerra de independencia. Reino Unido intentó formalizar la anexión del territorio con el Laudo Arbitral de París de 3 de octubre de 1899, en un proceso en el que Venezuela estuvo representada por Estados Unidos. El Imperio Británico ejerció su poder para obtener un laudo a su favor.

Tras la muerte del abogado Severo Mallet-Prevost en 1949, quien representó a Venezuela en este proceso, estas irregularidades se hicieron de conocimiento público. En 1962, Venezuela denunció la nulidad del proceso ante las Naciones Unidas e insistió en su reivindicación histórica.

El 17 de febrero de 1966, Venezuela y Reino Unido firmaron el Acuerdo de Ginebra, por el que las partes reconocían la nulidad del Laudo Arbitral de París y acordaban buscar una solución negociada. Durante este proceso, Guyana (independiente desde mayo de 1966) administraría el Esequibo pero sin realizar ninguna actividad que modificara la situación jurídica del territorio, tal y como establece el artículo V del acuerdo, que establece que “Ningún acto o actividad que tenga lugar mientras este Acuerdo esté en vigor constituirá una base para afirmar, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en los territorios de Venezuela o de la Guayana Británica ni creará ningún derecho de soberanía en dichos territorios”.

Después de cuatro años, no se avanzó en la negociación, por lo que el 18 de junio de 1970, las dos partes firmaron el Protocolo de Puerto España, para suspender las reuniones durante 12 años y utilizar como alternativa uno de los medios de arreglo pacíficos previstos en la Carta de la ONU.

En 1982, Venezuela presionó para reanudar el Acuerdo de Ginebra. Así, en 1987, bajo la promoción del Secretario General de la ONU, se puso en marcha en buena fe un mecanismo de mediación.

 

De la competencia a la cooperación

Guyana, tras su independencia, fue dirigida por Forbes Burnham (1964-1985), que estableció una fuerte relación con Cuba. Entre 1981 y 1983, los dos países firmaron acuerdos de cooperación, también en materia militar, y Cuba expresó su apoyo a Guyana en la disputa territorial con Venezuela.

Desde entonces, los sucesivos gobiernos venezolanos consideraron a Guyana como un enemigo potencial y un aliado cercano de Cuba, contemplando incluso escenarios militares en su contra. Sin embargo, la posición prevaleciente fue la de evitar entrar en guerra con Guyana.

A partir de 1999, el gobierno del presidente Hugo Chávez puso fin a la hostilidad hacia Guyana, poniendo fin a las operaciones militares. Venezuela buscó un acercamiento con Guyana a través de canales diplomáticos y mecanismos de cooperación como Petrocaribe, fundado en 2005.

Esta nueva postura alivió las tensiones con Guyana y disminuyó la tradicional desconfianza de los países caribeños del CARICOM hacia Venezuela, dando a esta última una fuerte presencia política en la región desde entonces.

 

Cuestiones petroleras

La enorme formación geológica que genera los hidrocarburos de Venezuela, conocida como la “roca madre” La Luna, se extiende desde el oeste hacia el este y sur del país hasta depositarse en la Faja Petrolífera del Orinoco, luego se extiende hacia el Esequibo y la fachada atlántica.

ExxonMobil está presente en Venezuela desde hace casi 100 años y conoce al detalle la estructura petrolera del país, especialmente la formación de roca madre y su extensión hacia el Esequibo. A lo largo de los años, se ha convertido ella misma en un actor en la disputa territorial al presionar a Guyana para que conceda permisos de explotación petrolera en el territorio en disputa.

El 14 de junio de 1999, Guyana concedió licencias a favor de ExxonMobil en el Esequibo, violando el Acuerdo de Ginebra (artículo V) y el mecanismo de mediación de las Naciones Unidas. Hugo Chávez emitió inmediatamente notas de protesta y actuó en el frente diplomático contra esta acción unilateral. El 29 de septiembre de 2000, ExxonMobil suspendió su actividad en la zona, alegando que existía una disputa internacional. Posteriormente, durante la Presidencia de Chávez (1999-2012), la situación se mantuvo sin cambios, sin actividad petrolera en las aguas del Esequibo.

 

El regreso de ExxonMobil al Esequibo

A partir de noviembre de 2012, Guyana concedió nuevas licencias en las aguas del territorio a favor de ExxonMobil y otras multinacionales, en un nuevo intento de ejercer soberanía sobre el Esequibo.. En aquel momento, la situación política en Venezuela era muy diferente.

El presidente Chávez había enfermado y falleció el 5 de marzo de 2013. Tras unas disputadas elecciones, Nicolás Maduro asumió la presidencia. Se instaló un gobierno débil y Venezuela entró en un prolongado proceso de inestabilidad política y una profunda crisis económica y social.

Tan pronto como Guyana concedió las nuevas licencias, yo (todavía como ministro de Petróleo) informé al presidente Maduro de su ilegalidad, ya que no solo se encontraban en aguas del Esequibo, sino también en las de la fachada atlántica venezolana. Sin embargo, no hubo reacción oficial del nuevo gobierno, que ni siquiera emitió notas de protesta para condenar las acciones ilegales de Guyana. El presidente Maduro tenía otras prioridades, enfrascado como estaba en una violenta campaña de aplastamiento de cualquier disidencia política para consolidar su poder.

ExxonMobil aprovechó la inacción de Venezuela, iniciando intensas actividades de exploración en 2013, perforando más de 49 pozos petrolíferos en alta mar en el Bloque Stabroek y descubriendo sucesivamente hasta 11.000 millones de barriles de reservas de petróleo en el campo Liza. Habían encontrado la formación de roca madre que se extiende desde Venezuela.

La falta de respuesta del gobierno venezolano a la actividad de perforación petrolera en el Esequibo se debió principalmente a sus intentos de llegar a acuerdos políticos con Estados Unidos. En 2015, el Gobierno de Maduro inició negociaciones políticas con la Casa Blanca; el asesor del Departamento de Estado estadounidense Tom Shannon viajó a Haití y Caracas en varias ocasiones para seguir las conversaciones. Sin embargo, no se logró nada con respecto a las actividades de exploración.

Posteriormente, en mayo de ese año, el gobierno venezolano promulgó el Decreto 1787 por el que se creaba una nueva Zona de Defensa Integral Marítima e Insular que incluía áreas del Esequibo, lo que generó una enérgica protesta de Guyana y una respuesta del Ministerio de Asuntos Exteriores venezolano. El entonces Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, celebró una reunión conciliadora entre los dos presidentes en la sede de la ONU, sin ningún resultado constructivo.

Tras diez años de actividad en el Esequibo, en 2023, ExxonMobil y sus socios, están produciendo alrededor de 380 mil barriles diarios (mbd), para 2024 llegarán a 620 mbd; y para 2027 proyectan producir 1,2 millones de barriles diarios de petróleo, convirtiendo a Guyana en el segundo productor de petróleo de América Latina. Se trata de un cambio estratégico en la región, una situación de facto en la que Guyana ha cambiado el estatus del Esequibo con el apoyo de poderosas corporaciones multinacionales.

 

La situación diplomática

Desde de 2014, el mecanismo de mediación se encuentra paralizado debido a la falta de respuesta oportuna de Venezuela para aceptar las propuestas del el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, que fueron sucesivamente rechazados por razones políticas. La actitud del gobierno venezolano fue utilizada por Guyana para argumentar que Venezuela no tenía interés en resolver la disputa.

En febrero de 2017, el nuevo secretario general, António Guterres, aceptó prorrogar el mecanismo por un año y nombró al oficial noruego Dag Nylander.

A partir de 2015, Guyana lanzó una ofensiva diplomática en la Asamblea General de la ONU, donde se presentó como víctima de una agresión y reivindicó su derecho al desarrollo, logrando el apoyo de la CARICOM y de la Organización de Estados Americanos (OEA). Por su parte, el gobierno venezolano, aislado internacionalmente, no permitió ninguna acción de la ONU, perdiendo terreno político en la región, especialmente en el Caribe.

El 30 de enero de 2018, tras un año sin resultados, el Secretario General de la ONU cesó su mediación y remitió el caso a la Corte Internacional de Justicia (CIJ). El gobierno venezolano no reconoce la jurisdicción de esta última y, por tanto, se negó a presentar sus alegaciones, mientras que Guyana lo hizo inmediatamente. En junio de 2022, cuatro años después, Venezuela presentó sus alegaciones contra la jurisdicción de la CIJ. El 6 de abril de 2023, la CIJ las desestimó y fijó el 8 de abril de 2024 como fecha límite para recibir la Contramemoria de Venezuela, para luego fallar.

 

El referéndum de Venezuela y sus consecuencias

El Gobierno venezolano convocó un referéndum sobre la disputa del Esequibo el 3 de diciembre de 2023 como maniobra para ganar apoyo político de cara a las elecciones presidenciales de 2024. Aunque el referéndum no tiene ningún efecto legal sobre el proceso de la CIJ, sí tiene implicaciones peligrosas para la resolución diplomática y pacífica de la disputa.

El gobierno de Maduro desplegó una intensa campaña para el referéndum utilizando una narrativa agresiva y militarista contra Guyana, incluyendo temas como el desconocimiento de la CIJ y la ocupación del Esequibo. Aunque hubo un altísimo índice de abstención y no hay forma de verificar los resultados del referéndum, el gobierno lo manejó como un éxito político.

El 5 de diciembre de 2023, en un agresivo discurso al país, Maduro ordenó la creación de un nuevo Estado en el Esequibo (la llamada “Guayana Esequiba”), una Zona Militar de Defensa con una autoridad político-militar; también anunció la concesión de licencias allí, dando un plazo de tres meses a las multinacionales petroleras que operan allí para “abandonar” la zona.

La escalada de tensiones preocupa a los países de la región, principalmente a Brasil, que ha aumentado su presencia militar en las fronteras. Por su parte, Estados Unidos anunció maniobras militares conjuntas en apoyo de Guyana, mientras que Reino Unido envió un buque de guerra a la zona. En respuesta, el gobierno venezolano realizó un ejercicio militar naval en las proximidades que incluyó el sobrevuelo de cazas Sukhoi.

Esta escalada se produjo a pesar de que el 14 de diciembre se celebró una reunión en San Vicente y las Granadinas –presidente pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)–  entre los presidentes de Guyana y Venezuela. Emitieron una declaración para acordar reducir las tensiones, evitar cualquier acción militar y respetar el Acuerdo de Ginebra. Sin embargo, el presidente de Guyana, Irfaan Ali, dejó claro que su país seguirá el proceso de la CIJ, sin negociaciones directas con Venezuela.

 

Un punto álgido regional

Existen dos posturas opuestas sobre la disputa territorial del Esequibo que podrían derivar en un conflicto a corto o medio plazo: El gobierno de Maduro no reconoce la jurisdicción de la CIJ ni ninguna de sus decisiones, mientras que Guyana ocupa y produce petróleo en el Esequibo, a la espera de una decisión de la CIJ que legitime sus acciones. Estas posiciones podrían convertirse en un conflicto abierto, sobre todo porque la explotación petrolera en la zona alcanzará niveles significativos y las licencias otorgadas por Guyana bloquearán la fachada atlántica venezolana.

A pesar de la retórica agresiva de Maduro, parece poco probable –aunque el riesgo persiste–  que su gobierno entre en un conflicto abierto con Guyana, tanto por la falta de apoyo interno y externo para tal acción como por la grave crisis y extrema debilidad del país, por lo que cualquier acción militar en el Esequibo podría provocar el colapso de su régimen.

Pero esto puede cambiar, dada la inestable situación política del país. Y, en cualquier escenario previsible, Venezuela no renunciará a su reivindicación histórica del Esequibo ni a su acceso al Atlántico. Cualquier gobierno en Venezuela que inicie la recuperación del país y el restablecimiento de sus alianzas internacionales tendría elementos y fuerza suficientes para exigir una solución justa al conflicto del Esequibo.

Guyana ha actuado de forma agresiva, violando el Acuerdo de Ginebra, especialmente por su apoyo a las grandes multinacionales petroleras en contra de los intereses estratégicos de Venezuela. La situación en el Esequibo, sin perspectivas de un acuerdo diplomático, constituye un conflicto potencial –un punto álgido regional– que podría tener implicaciones complejas e impredecibles, especialmente cuando afecta a cuestiones estratégicas para Venezuela como el petróleo y el acceso al Atlántico.

Artículo traducido del inglés de la web del Istituto Affari Internazionali (IAI).

 

Actividad subvencionada por la Secretaría de Estado de Asuntos Exteriores y Globales.

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