Miroslav Lajcak (en el centro) en la Asamblea General de la ONU. A la izquierda, el secretario general António Guterres. ONU

La ONU en tiempos de inestabilidad

Política Exterior
 |  13 de septiembre de 2017

“La ONU fue creada para la gente. La gente que más necesita a la ONU no están en esta sala hoy. No están involucrados en negociaciones o resoluciones. No dan discursos en foros de alto nivel. Una de las misiones de la Asamblea General es asegurar que sus voces puedan seguir siendo escuchadas”. Con estas palabras, Miroslav Lajcak inauguró su mandato de un año al frente de la Asamblea General de la ONU, que desarrollará su septuagésima segunda sesión entre el 12 de septiembre y el 11 de diciembre.

Lajcak, diplomático de carrera y ministro de Exteriores eslovaco, ha anunciado que sus prioridades al frente del órgano deliberativo de la ONU serán el conflicto y las cuestiones migratorias. Dos asuntos que se han impuesto en la agenda internacional a lo largo del verano de 2017, y ante las cuales el sistema de Naciones Unidas tendrá que esforzarse para hacer valer su peso en el escenario internacional.

A nivel de conflicto, el choque entre Estados Unidos y Corea del Norte a cuenta de los ensayos nucleares del segundo país se ha convertido en un quebradero de cabeza global. A la aparente volatilidad de los dos líderes enfrentados, el norcoreano Kim Jon-un y el estadounidense Donald Trump, se une una densa red de problemas regionales e internacionales, como la la rivalidad entre China y EEUU y la ambivalencia de Corea del Sur. Seúl, partidario de las negociaciones con el norte, también está desarrollando comandos especiales para “decapitar” al régimen norcoreano en caso de que estalle un conflicto armado.

Ante semejante problema, el Consejo de Seguridad y el nuevo secretario general, el portugués António Guterres –más proclive a las negociaciones discretas que a los discursos encendidos– tendrán un papel más destacado que Lajcak y la Asamblea. El martes, el Consejo de Seguridad voto de manera unánime por endurecer las sanciones al régimen de Kim.

 

SC vote on North Korea

Votación en el Consejo de Seguridad sobre las sanciones a Corea del Norte

 

En Myanmar se da otra emergencia en la que se entremezclan el conflicto armado y las cuestiones migratorias. Desde finales de agosto, 370.000 miembros de la etnia rohingya han sido expulsados del estado de Rakhine a Bangladesh, tras una serie de choques entre el ejército y grupos de autodefensa locales. El ejército birmano está llevando cabo lo que oficiales de la ONU ya califican como “una limpieza étnica de libro de texto”. ONG y asociaciones de derechos humanos han presionado y criticado la inacción del Consejo de Seguridad, reunido el 13 de septiembre para discutir la crisis.

Las posiciones de este órgano, como en el caso de la península coreana, no están plenamente alineadas. Tanto Washington como Pekín buscan influenciar a Myanmar tras el fin de su dictadura militar. Rusia y China han apoyado las acciones del gobierno birmano. EEUU y Reino Unido mantienen una relación cercana con la dirigente Aung San Suu Kyi, por lo que han templado sus críticas. Antigua líder opositora y ganadora de un Nobel para la Paz, Suu Kyi pronunció en 2016 un discurso en la Asamblea anunciando “un tiempo de esperanza para Myanmar”. Un año después, y tras mantener un silencio cómplice con las atrocidades realizadas contra los rohingya, se ha negado a acudir a la Asamblea.

En Oriente Próximo, la guerra civil siria, la crisis de los refugiados y la creciente tensión entre Arabia Saudí e Irán exigirán una constante atención a cuestiones de conflicto y migración. A Lajcak, electo por parte del bloque de Europa del Este, no le puede ser ajena la respuesta xenófoba que la crisis de los refugiados está destapando en la región. Tampoco el conflicto entre Rusia y la OTAN, con los países bálticos como reciente foco de tensión.

 

Gobernanza en tiempos de polarización

En todos estos frentes, la capacidad de la ONU para marcar una agenda internacional parece limitada, máxime cuando su principal donante, EEUU, amenaza con retirar hasta el 50% de su financiación. Lo cierto es que el actual escenario internacional, volátil y repleto de conflictos, no ningunea a la ONU tanto como acentúa la importancia del Consejo de Seguridad a expensas de la de la Asamblea. A pesar de ello, el sistema de Naciones Unidas mantiene un importante papel en la gobernanza global. Lejos de perder peso ante la polarización geopolítica, su importancia debe crecer en un periodo de inestabilidad.

Con EEUU liderado por un presidente escéptico del orden internacional que su país estableció tras la Segunda Guerra Mundial, potencias pretendidamente revisionistas, como Rusia, están redescubriendo la importancia del sistema de Naciones Unidas y, en especial, las de un Consejo de Seguridad que permite a Moscú y Pekín vetar iniciativas de Washington. “Aunque su influencia es más limitada debido a las disensiones entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, no hay, en un futuro predecible, ninguna institución capaz de convertirse en alternativa a la ONU”, afirman Ivan Timofeec, Andrey Korunov y Sergey Utkin en Política Exterior. “Por tanto, a Rusia le interesa reforzar activamente las competencias de la organización para resolver problemas internacionales”. A Lajcak y Guterres les corresponde aprovechar estas oportunidades en el periodo que abre la 72 Asamblea de la ONU.

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