crisis bosnia
Oficiales de policía serbios de Bosnia participan en un desfile por el Día de la República Srpska, en Banja Luka, el 9 de enero de 2022. GETTY

La siguiente crisis de Bosnia

A Bosnia le debería ir mucho mejor de lo que le va 26 años después de que terminara la guerra. En cambio, se avecina otra profunda crisis, de nuevo disparada por los nacionalismos en liza.
Carl Bildt
 |  18 de enero de 2022

La amenaza rusa a Ucrania no es la única crisis potencial en Europa del Este que podría tener lugar este año. Bosnia y Herzegovina se encamina hacia un período de profunda agitación política, después de la programación para octubre de unas elecciones cuya importancia es crucial.

Bosnia nunca ha sido un lugar sin complicaciones. A finales del siglo XIX y principios del XX, generó una crisis tras otra, contribuyendo eventualmente al estallido de la Primera Guerra Mundial. Más tarde, con la desintegración de Yugoslavia a fines del siglo XX, fue el escenario de una feroz guerra entre serbios, croatas y bosnios musulmanes (bosniacos).

Los Acuerdos de Dayton pusieron fin al conflicto en 1995, después de que más de 100.000 personas fueran asesinadas –incluidas aquellas que perecieron durante la masacre genocida de Srebrenica– y de que millones más fueran expulsadas de sus hogares. El siguiente paso fue construir un Estado funcional a partir de los escombros de la guerra. Sin embargo, las únicas estructuras funcionales que quedaban eran los ejércitos de los bandos enfrentados, y muchos líderes locales veían la paz simplemente como algo apenas mejor que la continuación de la guerra por otros medios. Pronto se desvanecieron las esperanzas de que una nueva generación de líderes no nacionalistas surgiera de las cenizas.

Si bien la ayuda internacional ha transformado el país, cubriendo la mayor parte de las marcas de la guerra, la política bosnia sigue siendo profundamente disfuncional debido al continuo dominio político por parte de los partidos nacionalistas. En consecuencia, la posibilidad de que Bosnia se adhiera a la Unión Europea parece estar cada vez más lejana.

En su informe anual de 2021 sobre Bosnia, la Comisión Europea señala que “los líderes políticos continuaron participando en disputas políticas poco constructivas y mantienen una retórica divisiva”. Prácticamente no hubo avances en el cumplimiento de los 14 puntos de referencia para iniciar las conversaciones sobre su adhesión a la UE, y “durante la pandemia continuaron manifestándose con fuerza los efectos negativos de la corrupción generalizada y de las señales que apuntan a la captura del proceso político”. Ni los funcionarios judiciales ni los líderes políticos han logrado afrontar estos problemas.

Además, debido al “fenómeno generalizado de la corrupción” y a un sector público “ineficiente y sobredimensionado”, el PIB per cápita de Bosnia sigue siendo solo un tercio del promedio de la UE. Se estima que medio millón de personas han abandonado el país a lo largo de los últimos años, despojando a Bosnia de unos valiosos jóvenes talentos.

 

«Dodik redobla los tambores nacionalistas promoviendo una independencia aún mayor de la República Srpska, una de las dos regiones mayoritariamente autónomas del país»

 

A Bosnia le debería ir mucho mejor de lo que va 26 años después de que terminara la guerra. En cambio, se avecina otra profunda crisis. El líder serbobosnio, Milorad Dodik, redobla los tambores nacionalistas que promueven e impulsan la idea de que la República Srpska –una de las dos regiones mayoritariamente autónomas del país– debe demandar una independencia aún mayor frente al gobierno central. La retórica se intensifica en todos los bandos, lo que ha llevado a que Christian Schmidt, alto representante de la UE para Bosnia y Herzegovina, pida una nueva intervención internacional.

Sin embargo, esta es la medicina equivocada para el mal que aqueja a Bosnia. Un factor de la actual crisis política es una polémica nueva ley que prohíbe la negación del genocidio, la misma que fue impuesta el verano pasado por el alto representante internacional saliente apenas unos días antes de dejar su cargo. Los serbobosnios respondieron de inmediato retirándose de las funciones ordinarias de Estado, y desde entonces Dodik ha emitido estridentes ultimátums.

Ocasionalmente, Dodik llama a que la República Srpska se separe por completo de Bosnia. Esta retórica le consigue titulares en las noticias, pero sus palabras no deben tomarse en serio. Al fin y al cabo, tanto Serbia como Rusia han pedido claramente que se respete la integridad territorial de Bosnia.

Pero la crisis ha profundizado las divisiones nacionalistas en Bosnia y puesto de manifiesto la confusión sobre el presunto papel que desempeña la comunidad internacional en el país. ¿Se supone que Bosnia es un protectorado, en el cual la comunidad internacional puede diseñar, imponer e implementar decisiones a su antojo? ¿O es un país verdaderamente soberano que debería resolver sus propios problemas?

En cierto sentido, la oficina del alto representante internacional, un cargo que fui el primero en ocupar tras la guerra, ha pasado de ser parte de la solución a ser parte del problema. En el lado de los bosniacos, la presencia de esta oficina invita a exigir constantemente que se adopten medidas internacionales contra los serbobosnios o los bosniocroatas reluctantes, mientras que para estos grupos, la oficina infunde el temor de que realmente se lleguen a tomar dichas medidas. El resultado es parálisis y desconfianza, debido a que ninguna de las partes siente la necesidad de sentarse a negociar difíciles acuerdos de compromiso, necesarios para que el país funcione.

 

«Temiendo más pérdidas electorales, los líderes nacionalistas de todos los bandos están ansiosos por crear una nueva crisis con el propósito de asustar y movilizar a sus bases»

 

Un factor de gran importancia en la crisis actual son las elecciones generales que se celebrarán este otoño. En las elecciones locales de 2020, los partidos de la oposición lograron avances impresionantes frente a las fuerzas nacionalistas dominantes en Sarajevo y en Banja Luka, que es el centro serbobosnio. Temiendo más pérdidas, los líderes nacionalistas de todos los bandos están ansiosos por crear una nueva crisis con el propósito de asustar y movilizar a sus bases.

Es fundamental que las elecciones generales se celebren según lo planificado. Pero después de ello, la comunidad internacional debería reconsiderar su enfoque en lo que respecta a Bosnia. Si no está lista para asumir los plenos poderes que exige un protectorado, debería dar un paso atrás y dejar que sean los propios líderes del país quienes por si solos resuelvan las cosas, aunque sea a regañadientes. Será un proceso lento y difícil, pero es uno que debe ocurrir tarde o temprano si se desea que Bosnia tenga alguna posibilidad de funcionar como país soberano.

En el momento de dar un paso atrás, la comunidad internacional debería establecer dos condiciones duras: la obligatoriedad de mantener la integridad territorial de Bosnia y la permanencia en el país de la pequeña misión militar de la UE, cuya capacidad de solicitar refuerzos rápidos de la OTAN en caso necesario es clave.

Para Bosnia este año será, sin lugar a dudas, políticamente tumultuoso. Los nacionalistas serbobosnios querrán que se les delegue más poder, y Dodik, a pesar de las nuevas sanciones estadounidenses contra él, podría realizar acciones muy arriesgadas para conseguir el apoyo de sus partidarios. Al mismo tiempo, los nacionalistas bosniacos exigirán que se centralice más poder en Sarajevo, y buscarán la ayuda de la comunidad internacional para imponer sus intereses. Los nacionalistas bosniocroatas, por su parte, seguirán profundamente descontentos –no sin razón– con una ley electoral que les niega de manera efectiva tener representación en el máximo órgano de toma de decisiones del país.

Ciertamente, esta crisis política no es la primera que sufre Bosnia, ni será la última. Los llamados a favor de otra intervención internacional masiva no causan sorpresa, pero sí son desacertados. Bosnia ya no debería ser tratada como un protectorado. Si bien Estados Unidos y la UE continúan listos y dispuestos a brindar ayuda, en última instancia son los bosnios quienes deben asumir responsabilidad con respecto a su país.

© Project Syndicate, 2022.
www.project-syndicate.org

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