En la mente de quienes apoyaban la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el “pescado británico” siempre significó algo más que los bancos cada vez más escasos de bacalao o eglefino que pasaban por las aguas territoriales del Reino Unido. Las quejas sobre los pescadores de otras costas de la UE que venían “aquí” y se llevaban todo el pescado, en acuerdos injustos supervisados por la malvada Bruselas, eran el símbolo de las terribles consecuencias que la orgullosa Britania, acostumbrada a dominar los mares, tenía que sufrir por haberse convertido en miembro de la UE.
Lo cual es profundamente extraño. Según un informe de investigación de la Biblioteca de la Cámara de los Comunes, la industria pesquera británica, tal y como está, representa el 0,03 % de la producción económica británica. En el sector más amplio de la agricultura, la silvicultura y la pesca, su cuota es del 5 %. Aun así, las tres primeras preguntas que el primer ministro británico, Keir Starmer, tuvo que responder a los periodistas británicos en la primera cumbre entre la UE y el Reino Unido tras el Brexit fueron sobre el pescado.
A última hora de la noche, el gobierno británico acordó prorrogar durante 12 años, hasta 2038, el acceso actual de la UE a sus aguas pesqueras, un acuerdo alcanzado por el primer ministro Boris Johnson, archibrexitista; de lo contrario, habría que renegociarlo cada año. A cambio, se alcanzó un acuerdo permanente entre Londres y Bruselas sobre las normas alimentarias, lo que permitirá volver a exportar sin fricciones los productos agrícolas del Reino Unido a la UE (donde acaba el 72 % del pescado británico). ¿No había “vendido” el primer ministro a los pescadores y, por tanto, a la nación? ¿No acababa de convertir al Reino Unido nuevamente en un “aceptador de reglas”? ¿No estaba dando marcha atrás en el Brexit?
“Una nueva era”
Esto es solo una muestra de lo recelosos que siguen estando muchos británicos, y sin duda una parte considerable de sus medios de comunicación, a la hora de tratar con la UE, a pesar de que el número de personas que piensan que el Brexit fue un error ha aumentado constantemente y el de quienes piensan que fue lo correcto ha disminuido, modificando el resultado del referéndum de 2016, que fue de 52 % a favor y 48 % en contra, a una división de 35 % a 65 %.
Curiosamente, ningún periodista británico preguntó por la industria de defensa británica, que está a punto de recibir un impulso, ni por el panorama internacional más amplio en el que se está produciendo la tan esperada aproximación entre Reino Unido y la UE en un momento de guerra brutal en Europa y de debilitamiento de las relaciones transatlánticas.
«Curiosamente, ningún periodista británico preguntó por la industria de defensa británica, que está a punto de recibir un impulso, ni por el panorama internacional más amplio»
Starmer hizo todo lo posible por señalar que los acuerdos alcanzados en la cumbre —un pacto de defensa, denominado “Security and Defense Partnership”, así como una declaración conjunta y un “entendimiento común” sobre una agenda renovada de cooperación entre la UE y el Reino Unido, también denominada “hoja de ruta”— suponían algo más: el “inicio de una nueva era de cooperación más estrecha en toda una serie de cuestiones”, “un capítulo verdaderamente nuevo”. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, António Costa, hicieron lo posible por subrayar que el deseo de avanzar era mutuo: “Se trata de mirar hacia adelante, no hacia atrás”, subrayó Costa.
Un logro
Tras años de gobiernos conservadores que intentaban ignorar o mantenerse al margen de la UE, los acuerdos significan, entre otras cosas, que los británicos y los europeos continentales se verán más. A partir de ahora, el ministro de Asuntos Exteriores británico, David Lammy, y la jefa de la diplomacia de la UE, Kaja Kallas, mantendrán “diálogos sobre política exterior y de seguridad” cada seis meses, y el primer ministro británico y otros ministros podrán esperar invitaciones a reuniones de alto nivel de la UE, incluidos los Consejos Europeos.
También habrá un diálogo anual entre la UE y el Reino Unido sobre defensa, así como una cooperación más profunda y un intercambio de información sobre el espacio, la ciberseguridad y la denominada “flota fantasma” de Rusia. Además, tras la firma de un “acuerdo con terceros”, Reino Unido tendrá acceso al fondo SAFE de 150.000 millones de euros que la UE está creando para conceder préstamos baratos a proyectos de defensa.
Más allá de la defensa y la seguridad, Reino Unido se ha comprometido a “trabajar en favor” de un programa de movilidad juvenil, así como a reincorporarse al programa Erasmus+, el programa de intercambio de estudiantes de la UE. A su vez, la UE no ve “ningún obstáculo jurídico” para que los ciudadanos británicos utilicen las puertas electrónicas en los aeropuertos de la UE, lo que facilitará de nuevo los viajes y los contactos entre las personas. También existe la ambición de volver a vincular los sistemas de comercio de emisiones de la UE y el Reino Unido, que quedaron separados por el Brexit, así como los mercados energéticos.
Por el buen camino
Si se gestiona bien, esto será efectivamente el “beneficio mutuo” que prometió Starmer. El primer ministro británico también se mostró ansioso por situar los acuerdos en el mismo contexto que los recientes acuerdos comerciales con Estados Unidos e India. Sin embargo, lo que el gobierno de Starmer ha conseguido con la errática Administración del presidente estadounidense Donald Trump no es jurídicamente vinculante. El acuerdo entre Reino Unido e India se supone que alcanzará un volumen de 5.000 millones de libras esterlinas en 2040, mientras que la flexibilización del comercio de productos alimenticios entre la UE y el Reino Unido ascenderá a un volumen de 9.000 millones de libras esterlinas, según informó la BBC.
«El siguiente paso será probablemente un tratado de amistad entre el Reino Unido y Alemania»
“Necesitamos que el Reino Unido vuelva al centro de Europa”, declaró la semana pasada en Berlín el exembajador alemán en el Reino Unido y presidente de la Asociación Germano-Británica (Debrige), Thomas Mattusek, con motivo del 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. La primera cumbre entre la UE y el Reino Unido no lo ha conseguido, pero el proceso ha comenzado con buen pie.
El siguiente paso será probablemente un tratado de amistad entre el Reino Unido y Alemania, ya negociado durante los últimos meses del Gobierno de Scholz, que completará un triángulo de relaciones especiales intraeuropeas entre Francia, Alemania y el Reino Unido. No resolverá los múltiples problemas derivados de la decisión del Reino Unido de abandonar la UE, pero al menos en materia de defensa y seguridad ayudará al Reino Unido a desempeñar un papel de liderazgo más importante en la defensa europea, que es tan necesario en estos momentos.
Artículo publicado originalmente en Internationale Politik Quarterly (IPQ).