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Las crecientes tensiones nucleares en el Noreste Asiático

La expansión militar de China y las amenazas nucleares de Corea del Norte han llevado a Corea del Sur y a Japón a reforzar su defensa. Esto podría desembocar en una carrera armamentística en el Indo-Pacífico.
Helena Legarda
 |  8 de febrero de 2023

El viaje del primer ministro japonés, Fumio Kishida, a Europa y Norteamérica en enero fue un reflejo de las crecientes tensiones y el cambiante panorama estratégico en el Indo-Pacífico. La gira, que le llevó a Francia, Italia, Reino Unido, Canadá y Estados Unidos, pretendía sentar las bases para la cumbre del G7 que el gobierno japonés celebrará en Hiroshima en mayo. Pero también puso de manifiesto las nuevas preocupaciones de Japón en materia de seguridad, ya que Kishida aprovechó la oportunidad para estrechar lazos militares con sus socios y explicar las reformas clave en materia de seguridad nacional que el país ha emprendido en las últimas semanas y que harán que Japón duplique su gasto en defensa de aquí a 2027.

La mayor asertividad de China en la región y la creciente preocupación por un posible conflicto con Taiwán son las principales fuerzas impulsoras de este cambio: Japón describe a China como su “mayor desafío estratégico” en su nueva Estrategia de Seguridad Nacional. Pero no son las únicas. Corea del Norte sigue siendo una de las principales fuentes de preocupación para Tokio, y también para Seúl, y la aceleración de sus programas nucleares y de misiles está agudizando las tensiones y aumentando el riesgo de proliferación nuclear en el Noreste Asiático.

 

Respuesta a las amenazas crecientes

Pyongyang realizó más de 70 pruebas de misiles balísticos en 2022, estableciendo un nuevo récord. En un beligerante discurso pronunciado en diciembre de 2022, el líder norcoreano, Kim Jong-Un, no solo dejó claro que es probable que continúe esta tendencia, sino que también anunció que Corea del Norte empezaría a producir armas nucleares tácticas en masa. Muchos también esperan que el régimen lleve a cabo su séptima prueba de armas nucleares en algún momento de este año.

En respuesta a este y otros desafíos, Japón ya ha anunciado su intención de desarrollar capacidades de contraataque para hacer frente a posibles amenazas de Corea del Norte o China. Por su parte, el presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, ha planteado la posibilidad de que Corea del Sur adquiera armas nucleares si empeora la situación en la península coreana. Aunque se cuidó de recalcar que no se trataba de una política gubernamental, el apoyo público a la idea es ya muy alto en el país y ha tendido al alza en los últimos años; algunas encuestas lo sitúan hoy por encima del 70%.

 

«La confianza en el paraguas nuclear estadounidense está disminuyendo (…) y Yoon lanza una clara advertencia: Corea del Sur podría actuar en solitario si la situación no mejora»

 

Estos acontecimientos en Corea del Norte, junto con el creciente poder militar de China, han empujado a Seúl y Tokio a acercarse más a sus socios occidentales, como demuestra el viaje de Kishida y el creciente compromiso de ambas naciones con la OTAN. Jens Stoltenberg, secretario general de la alianza transatlántica, se congratuló de ello en una visita a Tokio el 31 de enero, hablando del “entorno de seguridad más tenso desde el final de la Segunda Guerra Mundial”.

Sin embargo, la guerra de Rusia contra Ucrania también ha tenido profundas implicaciones para el Indo-Pacífico. Tanto Tokio como Seúl se han dado cuenta de la importancia de reforzar su preparación militar antes de que estalle un conflicto, así como de su vulnerabilidad frente a los Estados con armas nucleares de la región. A medida que el entorno se vuelva más difícil y aumenten las amenazas, Japón y Corea del Sur tendrán que adaptarse para reforzar sus capacidades militares y de defensa, alimentando una carrera armamentística que corre el riesgo de convertirse en nuclear. La confianza en el paraguas nuclear estadounidense está disminuyendo en ambas naciones, y las palabras de Yoon son una clara advertencia: Corea del Sur podría actuar en solitario si la situación no mejora.

 

Pekín ve los riesgos, pero culpa a EEUU

Esta dinámica no ha escapado a la atención de Pekín, que ha acusado a Tokio, Seúl y Washington de incitar a la confrontación y de tratar Asia-Pacífico como un “campo de batalla para la competición geopolítica”.

Pero más allá de la retórica, Pekín sigue preocupado por el programa nuclear norcoreano, que considera una fuente de inestabilidad en la región. En un escenario ideal, el objetivo último de China es muy parecido al de Washington o Seúl: una solución pacífica al conflicto y la desnuclearización de la península. Pero como vecina de Corea del Norte, y preocupada por la posibilidad de que Estados Unidos esté construyendo una coalición para contener su ascenso, China hará todo lo posible para evitar el colapso del régimen de Kim o una crisis mayor en sus fronteras, incluso si eso significa oponerse a sanciones exhaustivas o seguir apoyando al régimen norcoreano. Fundamentalmente, la política de China hacia Pyongyang ha estado determinada durante mucho tiempo por su relación con EEUU, y es probable que así siga siendo.

Esto significa que, aunque los expertos chinos han identificado el riesgo de proliferación nuclear en el Noreste Asiático como uno de los principales riesgos para la seguridad de China en 2023, culpan directamente a EEUU y a sus aliados, Japón y Corea del Sur. Un estudio sobre perspectivas de los riesgos de seguridad exterior de China en 2023, publicado por el Centro de Seguridad y Estrategia Internacional de la Universidad de Tsinghua, señala dos causas de la crisis actual: Las reacciones exageradas de EEUU y sus aliados ante el desarrollo de China y su incapacidad para responder eficazmente a las demandas de seguridad de Corea del Norte. Cuanto más vea China el mundo a través del prisma de su competencia geopolítica con EEUU, más difícil será conseguir la ayuda de Pekín para hacer frente a los retos de seguridad regionales o mundiales.

 

Problemas por venir

Esta nueva dinámica supone un problema para la región. Corea del Norte no renunciará a su programa nuclear a estas alturas. Y la rápida expansión del arsenal nuclear de China, así como su postura más asertiva en la región, tampoco desaparecerán. A medida que los países vecinos respondan, es probable que aumenten las tensiones nucleares.

Los esfuerzos diplomáticos para frenar esta tendencia serán una ardua batalla este año. Aunque en el pasado Rusia y China hayan votado con el resto del Consejo de Seguridad de la ONU para imponer sanciones a Corea del Norte tras pruebas nucleares o de misiles –incluso si la aplicación era entonces limitada–, parece poco probable a día de hoy que eso volviera a ocurrir. Pekín y Moscú ya vetaron la renovación de las sanciones a Pyongyang en mayo de 2022 y es probable que hagan lo mismo con nuevos intentos. La ruptura de relaciones con Rusia, junto con los bajos niveles de confianza entre Europa, EEUU y China, también dificultarían cualquier intento de reanudar las negociaciones multipartitas con Corea del Norte.

 

«Aunque en el pasado Rusia y China hayan votado en Consejo de Seguridad a favor de imponer sanciones a Corea del Norte tras pruebas nucleares, parece poco probable a día de hoy que eso volviera a ocurrir»

 

Sin duda, ni Japón ni Corea del Sur están interesados en una carrera armamentística nuclear. Y pocos analistas creen que el presidente Yoon vaya a cumplir sus declaraciones. En cualquier caso, los cambios de postura de Seúl y Tokio son claros indicios de su creciente percepción de la amenaza y de su deseo de presionar a EEUU y a otros aliados para que amplíen su implicación en la región y, especialmente, sus garantías de defensa.

Sigue mereciendo la pena explorar soluciones diplomáticas a esta crisis, y a Europa le convendría desempeñar un papel más activo para intentar fomentar o facilitar las negociaciones, por improbables que estas sean. Pero Europa también tiene un papel que desempeñar en cuestiones de seguridad. Ya sea a través de la OTAN o bilateralmente, puede contribuir a la disuasión reforzando los diálogos de seguridad y la cooperación con Japón, Corea del Sur y otros socios regionales. Al fin y al cabo, se trata nada menos que de aquello a lo que se comprometió en la Estrategia Indo-Pacífica de la Unión Europea y en el Concepto Estratégico de la OTAN.

Artículo originalmente publicado en inglés en la web de Internationale Politik Quarterly

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